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Corea del Norte exige ayuda a cambio de desmantelar su programa nuclear

EE UU declara que no tiene intención de invadir el país asiático al reanudar la negociación

Corea del Norte se comprometió ayer a trabajar para lograr una península coreana libre de armas nucleares, pero pidió a los demás países implicados en la crisis "decisiones estratégicas" para lograr este objetivo. Así lo señaló Kim Kye-gwan, jefe de la delegación del país asiático, en el primer día de las conversaciones multilaterales, que fueron reanudadas en Pekín en un ambiente de cierto optimismo tras un paréntesis de 13 meses. Pyongyang pone como condición previa que le sea suministrada ayuda energética y que EE UU le borre de la lista de países que apoyan el terrorismo.

"Creemos que volver a celebrar las conversaciones es importante, pero lo fundamental es conseguir un avance real hacia la desnuclearización de la península. Nuestra delegación está totalmente preparada para esto, y pensamos que las otras partes, incluido EE UU, también", dijo Kim. Al mensaje conciliador del jefe de la representación norcoreana se sumó la declaración del negociador estadounidense, el subsecretario de Estado para Asia Oriental y Pacífico, Cristopher Hill, quien dijo que Washington considera a Corea del Norte "un país soberano" y que "no tiene ninguna intención de invadirlo o atacarlo".

Ahora falta que las suaves palabras conduzcan a buen término unas negociaciones que apenas han avanzado desde que comenzó la crisis hace casi tres años. El objetivo de la reunión -en la que, además de los dos países, participan China, Rusia, Corea del Sur y Japón- es el fin verificable de todos los programas atómicos de Pyongyang. A cambio, el régimen de Kim Jong-il, que depende de la ayuda externa para alimentar a su población, recibiría garantías de seguridad y ayuda con la que insuflar oxígeno a su moribunda economía.

Pekín ha acogido tres rondas de negociaciones a seis bandas. La primera tuvo lugar en agosto de 2003; pero hasta la tercera, en junio del año pasado, no se produjeron propuestas concretas, sobre las cuales, sin embargo, no ha habido discusiones hasta la fecha. En caso de que el cónclave fracase de nuevo, la crisis podría terminar sobre la mesa del Consejo de Seguridad de la ONU, y desembocar en sanciones económicas; una posibilidad a la que China se opone y contra la que Pyongyang ya ha advertido.

La crisis estalló en octubre de 2002, cuando Estados Unidos acusó a Corea del Norte de tener un programa clandestino de armas atómicas, en contra de lo acordado en 1994 a cambio de ayuda. Washington y sus socios suspendieron el suministro de combustible y, en respuesta, Pyongyang expulsó a los inspectores nucleares de Naciones Unidas y abandonó el Tratado de No Proliferación. El régimen estalinista anunció en febrero que ha construido armas atómicas.

Representantes estadounidenses y norcoreanos se reunieron ayer y tenían previsto hacerlo de nuevo hoy para discutir de forma bilateral. También ha habido intercambios cruzados entre las delegaciones de los otros países.

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Fuertes diferencias

A pesar de la menor tensión que parece presidir esta cuarta ronda a seis bandas, la reunión que mantuvieron ayer los dos enemigos puso de manifiesto fuertes diferencias, como la forma de liberar la península de armas atómicas, según ha informado la agencia rusa Interfax. EE UU mantiene su posición de que sólo es posible normalizar las relaciones, conceder garantías de seguridad y suministrar energía una vez que Pyongyang haga chatarra sus instalaciones nucleares, según una fuente norcoreana no identificada citada por la agencia. Corea del Norte "continúa su táctica de pasos simultáneos, que contempla el abandono del programa atómico si EE UU saca de Corea del Sur su armamento nuclear y los participantes en la negociación le pagan una compensación", afirma la misma fuente. Kenichiro Sasae, representante de la delegación japonesa, ha advertido de que la falta de resultados concretos podría poner en cuestión la credibilidad del proceso. Las rondas anteriores duraron cuatro días.

Washington trasladó el mes pasado a Pyongyang su disponibilidad a abrir una oficina de enlace en la capital norcoreana, como primer paso para normalizar los contactos, si acaba con su programa nuclear. Y Corea del Sur se ha comprometido, bajo la misma condición, a construir un tendido eléctrico para suministrar 2.000 megavatios a su vecino a partir de 2008, la misma potencia de que dispone actualmente Corea del Norte. Seúl acordó hace dos semanas enviarle 500.000 toneladas de arroz este año. Además, ha suministrado 350.000 toneladas de fertilizante.

La capacidad atómica, su régimen dictatorial, lo que la Administración de Bush considera su conexión con el terrorismo y las acusaciones de que ha exportado misiles y tecnología relacionada es lo que mantienen al país asiático en la lista de enemigos de Washington. Su inclusión en la lista de países que apoyan el terrorismo le impide acceder a financiación del Banco Mundial; de ahí la insistencia de Pyongyang en ser eliminado de esta lista.

De izquierda a derecha: Christopher Hill, Kim Kye-gwan, Wu Dawei, Li Zhaoxing, Alexander Alexeyev, Song Min-soon y Kenichiro Sasae, en Pakín.
De izquierda a derecha: Christopher Hill, Kim Kye-gwan, Wu Dawei, Li Zhaoxing, Alexander Alexeyev, Song Min-soon y Kenichiro Sasae, en Pakín.EFE

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