Ingeniería e ingenio en 2010
El programa Ingenio 2010, presentado recientemente por el Presidente del Gobierno, no debiera tener como principal objetivo "duplicar el actual gasto en actividades de I+D+i", como subraya la prensa económica. Escribir que "en cinco años se puede alcanzar a Europa en investigación" no es realista cuando se trata de un sistema afectado por serios problemas en la educación universitaria, por la tendencia al autismo de una parte del mundo investigador y por la actitud de unas empresas que prefieren adquirir tecnología ajena en lugar de desarrollar la propia. En principio, se deben valorar positivamente:
1. El incremento del gasto público. Es clamor universal que se ha de gastar más. Pero, también y sobre todo, se ha de gestionar mejor el gasto.
2. El intento de aumentar la cooperación entre la investigación pública y el desarrollo tecnológico privado (programa CENIT). Sin embargo, es vital no dispersarse temáticamente y seleccionar unos pocos objetivos en los que existan capacidad investigadora, experiencia probada de fabricantes, comercializadores y usuarios. Sobre todo, debe ponerse énfasis en una gestión, pública y privada, y una ejecución de excelencia; éstas las deben realizar profesionales de la investigación, realmente aplicada, y del desarrollo tecnológico, fundamentalmente, ingenieros de alto nivel técnico y con experiencia de gestión, expertos en los problemas industriales a resolver; el pasado es pródigo en errores que convirtieron en plomo muchos proyectos que hubieran podido ser dorados. En estos momentos, la empresa innovadora necesita, sobre todo, ingenieros de alto nivel capaces de combinar la tecnología, la ingeniería y el marketing para generar innovación. De ahí la importancia y la urgencia de adaptar nuestras enseñanzas de ingeniería para adecuarlas a las de los países más avanzados. Este esfuerzo de adaptación es clave si queremos que las empresas españolas confíen los procesos de innovación a nuestros ingenieros y no pasen a importar capital humano, además de tecnología.
3. La propuesta de favorecer grandes consorcios investigadores (programa CONSOLIDER). Todo lo que persiga el objetivo de disponer de unos pocos (¿cuántos?) centros educativos e investigadores de excelencia debería ser prioritario. El programa de intensificación de la investigación, que promoverá la contratación estable de investigadores altamente cualificados es, sin duda, otro acierto.
4.- La remoción de las losas administrativas. Facilitar la contratación y las compras públicas, la movilidad entre organismos investigadores y empresas, la libre circulación de docentes e investigadores de la UE, etc., son medidas imprescindibles para mejorar la eficiencia de un sistema que respondería mejor a auditorías posteriores al gasto que a la tradicional intervención previa del mismo.
5.- El horizonte de un Programa que se extiende más allá de los cuatro años de legislatura que el actual Gobierno tiene asegurada. En general, el cortoplacismo ha sido la norma en la política científico-técnica nacional, por lo que debería garantizarse la continuidad de Ingenio 2010 mediante un Pacto de Estado.
Como aspectos negativos deben reseñarse:
1. La mezcla del objetivo de una sociedad basada más y más en los sistemas de telecomunicación y de información (programa AVANZ@), con las necesidades de la I+D+i. Fruto de una deficiente educación técnica, se confunden las nuevas tecnologías con las, así llamadas, de la información y de las comunicaciones; un país con abundantes internautas escolares y familiares puede ser tecnológicamente débil.
2. La cuantía del incremento del gasto público. Es dudoso que el mundo investigador español tenga en la actualidad capacidad de gasto para usar eficientemente el incremento del PGE que se sugiere. Asimismo, persiste la curiosidad de saber si se seguirá contabilizando como gasto de I+D+i el destinado a programas militares de demostración de equipo y armamento.
3. Los meros deseos expresados sobre el incremento de la inversión privada. Para alcanzar las metas del Programa, el sector privado deberá incrementar anualmente su inversión en I+D alrededor de un 33 %. Si los créditos y las desgravaciones fiscales del inmediato pasado, que eran de las más ventajosas de los países de la OCDE, no se utilizaban, no hay razones para esperar un comportamiento diferente a corto plazo.
4. El exceso de peso de la Administración. La UE establece que su papel en las Plataformas Tecnológicas es el de "facilitar y guiar, y nunca el de liderar o poseer". Las empresas deben ir por delante en todo lo relativo al desarrollo de tecnología. Nunca la Administración (incluidas las universidades) podrá tener más interés que la propia empresa.
5. La necesidad de reforzar los mecanismos externos de evaluación y corrección. No hay mejor medio de validar el funcionamiento de un programa que la evaluación por especialistas distantes (extranjeros). La renuencia española ante este tipo de evaluación es fruto de la inseguridad que, normalmente, esconde incompetencia. La Real Academia de Ingeniería de España está realizando un debate interno sobre el sistema español de I+D+i del que surgirán reflexiones que esperamos sean de interés para las empresas españolas y las Administraciones.
C. Dopazo, A. Ripoll y E. Fereres son miembros de la Real Academia de Ingeniería
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