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ATENTADOS DE EGIPTO

Los españoles regresan a casa con alivio y rabia

Algunos turistas critican la falta de ayuda de la Embajada de España

Han vuelto a casa. Los dos heridos españoles que seguían ingresados en un hospital egipcio tras los atentados de Sharm el Sheij llegaron ayer a bordo de sendos aviones ambulancia al aeropuerto de Barajas. El avión de Ana María Sánchez Ruiz, de 23 años y originaria de Munera (Albacete), aterrizó a las 11.18; el de Tomás Fraga Martínez, gallego de 27 años, a las 13.38. Ambos fueron recogidos por sus familiares, y descansan ahora en una clínica madrileña.

Ana María y Tomás llevaban varios meses trabajando para Segas, una empresa participada por Unión Fenosa y propietaria de una planta de licuefacción en el delta del Nilo. Estaban pasando unos días de descanso a orillas del mar Rojo cuando les sorprendieron las explosiones. Ana María fue operada de urgencia de una hemorragia intestinal provocada por un trozo de metralla. Tomás, que sufrió quemaduras y traumatismos, fue trasladado a un hospital de El Cairo. Su repatriación a Madrid fue organizada por Segas.

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No todos tuvieron la suerte de Ana María y Tomás para regresar a España. Más de 150 españoles, según datos de la Embajada española en El Cairo, veraneaban en Sharm el Sheij. Cuatro, entre ellos Ana María y Tomás, resultaron heridos. Los demás se indignaron por la actuación de la Embajada.

Yago García y Raquel Álvarez, joven pareja asturiana, dormían en el hotel Movenpick cuando les despertó "un boom tremendo". "Temblaron los muros, se rompieron los cristales", recuerda Raquel, aún en estado de choque. Lo tenía entonces claro, quería volver a casa. Yago empezó a llamar "cada 15 minutos" a la Embajada. Yago es rotundo: "No hicieron nada por nosotros". Se refiere a José Antonio Hernández Solózamo, consejero de Cultura de la Embajada y enviado a Sharm el Sheij para atender a los españoles.

Contactado por teléfono, Hernández rechazó tales acusaciones. "Cogí el primer avión para Sharm el Sheij y, nada más llegar, fui al centro de emergencia para saber si había heridos", dice el consejero. "Me aseguré de que tuvieran los mejores cuidados. En cuanto a los demás, intenté tranquilizarles".

Yago esperaba a que España fletara un avión para repatriarle, "como Reino Unido, Alemania, Italia; hasta Chipre lo hizo para 10 personas". Hernández contestó que "Exteriores no podía hacerlo". El Ministerio de Exteriores respaldó a la Embajada. "Se hizo todo lo posible", declaró un portavoz del Ministerio. "Lo más importante es que todos estén ahora a salvo", concluyó.

Yago y Raquel no fueron los únicos en criticar la actuación de las autoridades españolas en Egipto. "Hemos sentido vergüenza de tener un pasaporte español", masculla Vicente Sebastián, zaragozano de 47 años. No entiende por qué "no hubo información ni coordinación por parte de la Embajada". Francisco Gil, madrileño de 41 años, está indignado. "Desde que sucedió [el atentado], nadie se interesó por nosotros", denuncia. A su lado, Ana Redondo, madrileña, suscribe sin dudar ni un segundo. Miguel Castañer, también de Madrid, califica de "inexistente" la actuación de la Embajada. "Si ha intervenido, lo ignoro", asevera. Juan Honorio, barcelonés de 29 años, explica que "no tenían la lista de los españoles y ni se molestaron en hacerlo". Juan es rotundo: "Nos ignoraron. ¡Es vergonzoso!".

El embajador de España en Egipto, Pedro López Aguirrebengoa, expresó ayer su "sorpresa" por la evacuación de Ana María y Tomás. El diplomático explicó que Segas no había avisado a la Embajada de la salida de los aviones. Mientras la situación de Tomás es "estable", según fuentes médicas, han encontrado a Ana María más restos de metralla en el abdomen, y tendrán que volverla a operar.

Ana María Sánchez Ruiz llega a una clínica madrileña tras ser repatriada en un avión ambulancia.
Ana María Sánchez Ruiz llega a una clínica madrileña tras ser repatriada en un avión ambulancia.EFE

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