Snipes quiere ser Seagal
Llevaba unos cuantos años luchando por conseguirlo, y por fin lo ha logrado: las películas de Wesley Snipes ya son tan malas como las de Steven Seagal. El hombre que llegó a obtener la Copa Volpi al mejor actor en Venecia por Después de una noche, cuando aún hacía oposiciones para convertirse en la estrella afroamericana del cine serio, se ha pasado, quizá definitivamente, al lado oscuro de la pantalla. Allí donde habita gente como Seagal y Jean-Claude Van Damme, donde reinaron Sylvester Stallone y Chuck Norris en los ochenta. Una etapa con la que entronca Ladrones de mentes, el regreso a la acción de un ex combatiente de las Fuerzas Especiales estadounidenses en la guerra de Bosnia, a la manera de Stallone y Norris en Rambo y Desaparecido en combate.
LADRONES DE MENTES
Dirección: David Carson. Intérpretes: Wesley Snipes, Jacqueline Obradors, Stuart Wilson, Kim Coates. Género: acción. Estados Unidos, 2004. Duración: 96 minutos.
Como en Con las horas contadas (Rudolph Maté, 1950), un hombre es envenenado con una dosis letal y se pasa la película intentando descifrar qué ha pasado y dónde puede conseguir un antídoto, al tiempo que director y guionista ofrecen un curso de banalización de la guerra. Visualmente ridícula, ni siquiera contentará a los fanáticos del cine de patada y tentetieso: el bueno de Wesley se pasa casi toda la película drogado y casi sin lograr ponerse en pie.