Consenso
Cataluña forcejea con el Gobierno y Andalucía busca una reforma de consenso. Maragall parecía, en los últimos días, dispuesto a cumplir con las indicaciones de Madrid sobre la necesidad de llevar al Congreso un texto que no pudiera ser rechazado. Ahora el tripartito insiste en su idea de incluir la financiación en el Estatut a pesar de que el Gobierno le ha avisado de la inconveniencia de hacerlo. Cataluña forcejea y el Gobierno avisa de que un texto de reforma que llegara al Congreso con un sistema de financiación propio tendría muchas dificultades para ser aprobado. Y Mientras Maragall pone en apuros al Gobierno, Andalucía busca el consenso para una reforma, cuyos trabajos se han visto reforzados esta semana con la ronda de encuentros que el presidente de la Junta ha mantenido con los líderes de la oposición. Que el PSOE y el PP estén de acuerdo en comprometerse en una reforma de consenso es importante, tanto que era necesario que además asumieran ambos, como lo hicieron Chaves y Arenas en su encuentro, que con ese solo consenso no basta y es necesario incorporar a él a los otros dos partidos representados en el Parlamento. El PA es ahora el único que parece marcar su lugar al otro lado de la línea que separa el consenso del desacuerdo. La estrategia de su secretario general Julián Álvarez, marca distancias y se queda solo, porque IU se suma a la idea del presidente de que la reforma sea con el acuerdo de todas las fuerzas políticas. Si es importante lo que pueda hacer el PA a partir de ahora, más importante era que PSOE y PP no hubieran aparecido a un lado, con la oposición de los otros dos partidos a otro, relegados por los mayoritarios. Teniendo en cuenta que la reforma podría salir adelante sin el PP, debe ser valorado en su justa medida el deseo de Chaves de no hacer una reforma sin el mayor partido de la oposición y lo mismo la disposición de Arenas a participar del consenso, pero sin duda hubiera sido un catastrófico error el que IU hubiera quedado fuera de un consenso al que el PA valorará si debe o no unirse, teniendo en cuenta no ya su interés particular, sino el del Estatuto, que ha de salir de un proceso en el que todos no sólo deben, sino que tienen que estar, porque sólo con todos y entre todos habrá convencimiento ciudadano de que se ha conseguido la mejor reforma posible.
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