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Salvar millones de vidas en África

Mientras los líderes de los ocho países más ricos del mundo se preparan para una reunión en Gleneagles (Escocia) el próximo miércoles, podrán darse cuenta de que por fin todas las piezas encajan para realizar algo que hace justo una década hubiera sido rechazado por ser un esfuerzo bien intencionado pero ingenuo: acabar con la pobreza aplastante, origen de la inestabilidad política y económica del continente africano.

El G-8 permitió crear el marco para este logro hace cinco años, ratificando una serie de Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) por los cuales se comprometían a reducir sustancialmente la pobreza en los países en vías de desarrollo antes de 2015, enfocando principalmente el esfuerzo en África. Los líderes africanos han respondido con pruebas de una extraordinaria implicación para seguir las reformas económicas y políticas.

Los Objetivos del Milenio se han convertido en un fenómeno dominante
Una reducción del 10% de la malaria hubiera permitido incrementar el PIB un 0,3%
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Se han emitido declaraciones fuertes en todas partes. Pero el tiempo pasa. Mientras el G-8 se celebra estos días, el mundo está esperando acciones fuertes.

Una prueba crítica para el G-8 consiste en saber si sacará beneficio de lo que muchos ven como una oportunidad de victoria rápida: proporcionar los recursos para expandir las soluciones probadas con objeto de reducir el peso aplastante de las enfermedades, que es uno de los factores principales de la continua fragilidad económica y política de África, y de gran parte de su profunda pobreza.

Cada año millones de africanos padecen y mueren de enfermedades que no matan a casi nadie en los países ricos. Entre los niños menores de cinco años, la mortalidad es de un fallecido cada tres segundos. Sucumben a enfermedades como los rotavirus, las enfermedades neumocócicas y la malaria, que en los países desarrollados se evitan con vacunas sistemáticas, se curan con medicamentos fácilmente asequibles, o están bajo control.

Estas enfermedades, además de engendrar miseria humana en África, agotan tanto los recursos y la productividad que perjudican la economía en su totalidad. Por ejemplo, algunas estimaciones muestran que si los países ricos hubiesen hecho en África lo que hicieron para sí -erradicación de la malaria-, el PIB anual sería de 100 mil millones de dólares más con respecto al de hoy. Incluso una reducción de un 10% de las infecciones por paludismo hubiese permitido incrementar el PIB un 0,3%. Imagínese lo que podría aportar una mayor disminución de la malaria y de otras enfermedades debilitantes.

La buena noticia es que ya se ha realizado la mayor parte del duro trabajo de lucha contra estas enfermedades en África. Estos últimos años, gracias a los esfuerzos aplicados de ciertos actores públicos y privados, se han puesto en marcha, o se están poniendo, soluciones capaces de poder proporcionar a los africanos el mismo nivel de seguridad sanitaria que existe en los países ricos.

Por ejemplo, los esfuerzos de la Alianza Mundial para las Vacunas y la Inmunización y su socio, el Vaccine Fund, han salvado más de 670.000 vidas permitiendo a los países inmunizar a los niños contra la enfermedad por Hib (Haemophilus influenzae tipo B), la tos ferina y la hepatitis B. El Fondo Mundial para la Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria ha permitido tratar contra el sida a 1,6 millones de personas en tres años y suministrar bastantes mosquiteras tratadas con insecticida para proteger a la mitad de las familias en África contra los mosquitos que transmiten la malaria.

Mientras tanto, ciertos programas de desarrollo de nuevos medicamentos y vacunas contra las enfermedades que actualmente afectan particularmente a los africanos, como la malaria, los rotavirus y las enfermedades neumocócicas, han mostrado recientemente resultados prometedores.

El balance para la comunidad internacional es que tenemos una oportunidad de introducir grandes cambios en África proporcionando los recursos para expandir los programas que sabemos exitosos y acelerar la investigación que ya está a punto de proporcionar nuevas intervenciones potentes.

Nadie dice que estas soluciones vayan a salir baratas. Pero aquí también se han implementado nuevos mecanismos que requieren el apoyo urgente de los donantes. En su reunión inminente, los líderes del G-8 tendrán la oportunidad de crear lo que va a llamarse la Iniciativa de Financiación Internacional a favor de la Inmunización (IFFIm). Permitirá a los países donantes proporcionar una financiación inmediata para la asistencia sanitaria a las naciones africanas vendiendo bonos en los mercados financieros internacionales, garantizados por los compromisos de los gobiernos donantes.

Se alzan voces importantes en África para decir que los africanos están dispuestos a tomar parte en este proceso. Por ejemplo, Nelson Mandela, como individuo y a través de la Fundación Nelson Mandela, ha puesto énfasis en la lucha contra las enfermedades como un campo en el que la ayuda puede tener el mayor impacto. Mandela y otras personas han dejado claro que los africanos están preparados para desarrollar sus propias soluciones y ser responsables del uso eficiente de los fondos que reciben.

Hace cinco años los líderes mundiales dijeron que era el momento oportuno para romper el círculo de la pobreza en África y el mundo abrazó esta causa con entusiasmo. Estos últimos cinco años, los ODM se han convertido en un fenómeno dominante. En muchos países, los niños los estudian en las escuelas. Y las estrellas del rock abogan ahora mismo por ellos en sus conciertos.

Hoy día, disponemos de una excitante convergencia de soluciones ya comprobadas y del apoyo popular que añade una nueva dimensión a nuestra cooperación enfocada a los pueblos africanos que están sufriendo. Es un momento poco común de la historia. Ahora, el G-8 y todos los países avanzados tienen una oportunidad sin precedentes para asignar los recursos necesarios a la lucha contra la crisis sanitaria mundial y otros problemas debilitantes que afectan al continente africano. Con el progreso tan al alcance de la mano, nos corresponde contar con que los líderes de los países más prósperos aprovechen esta oportunidad y salgan de esta cumbre listos para invertir masivamente en África. En nuestro mundo cada vez más interdependiente, todos sacaremos provecho de los beneficios de esta inversión vital.

Gro Harlem Brundtland es la antigua directora general de la Organización Mundial de la Salud y ex primera ministra noruega y Michel Camdessus es representante personal del presidente francés Jacques Chirac en África y ex presidente del Directorio Ejecutivo del Fondo Monetario Internacional (FMI).

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