Más de 30 muertos en una nueva oleada de coches bomba en Irak
Rumsfeld dice que es un error fijar una fecha para la retirada de las tropas de EE UU
Cuatro coches bomba que hicieron explosión con un intervalo de 10 minutos mataron en la mañana de ayer en Bagdad a al menos 15 personas e hirieron a 50 civiles, según informó el Ministerio del Interior iraquí. Fue la segunda oleada de bombas sufrida por la capital de Irak en menos de 12 horas, lo que eleva a 33 el número de víctimas mortales desde que concluyó en Bruselas, el miércoles por la tarde, la conferencia internacional sobre Irak.
Las explosiones ocurrieron entre las 7.00 y las 7.10 de la mañana en el barrio de Karrada, en el centro de Bagdad. Fueron la continuación de otros atentados coordinados que tuvieron lugar la tarde del miércoles, cuando tres coches bomba estallaron en un suburbio chií de la capital y mataron a 18 personas e hirieron a otras 46.
Al norte de Bagdad, otro coche bomba estalló ayer al paso de un convoy norteamericano por la localidad de Al Tuz, a unos cien kilómetros al sur de Kirkuk. Tres iraquíes murieron y otros ocho resultaron heridos. De parte de los norteamericanos sólo quedó dañado un vehículo militar Humvee.
En otro incidente registrado el miércoles, un periodista suní con lazos con el islam fundamentalista, Jassim al Issawi, de 51 años, y su hijo Mohamed, de 17, resultaron muertos en un tiroteo. Dado que el periodista había sido incluido este mes en una lista de árabes suníes susceptibles de ser elegidos miembros del comité parlamentario para diseñar la futura Constitución iraquí, algunas informaciones apuntan a que su asesinato busca desincentivar a los suníes para que participen en el proceso político.
Jassim al Issawi, según algunos de sus vecinos, pertenecía a una secta salafista que ha tenido una fuerte influencia en la insurgencia iraquí, y había pasado varios años en la cárcel durante la época de Sadam Husein bajo la sospecha de ser miembro de los Hermanos Musulmanes, un grupo islámico prohibido por el dictador.
Desde que, el pasado mes de abril, se formó el nuevo Gobierno iraquí, el primero de mayoría chií después de décadas de dominio de la minoría suní, los asesinatos de líderes de esta rama musulmana, la mayoritaria en el islam, se han convertido en parte de la rutina de violencia que azota Bagdad, donde han muerto al menos 700 personas durante el mes pasado.
Según la agencia Reuters, la violencia se ha cobrado la vida de 1.200 iraquíes y 120 soldados de Estados Unidos en los dos últimos meses.
Pese a esas cifras, el secretario de Defensa de EE UU, Donald Rumsfeld, reiteró ayer ante el Comité de las Fuerzas Armadas del Senado que sería un error por parte de los legisladores norteamericanos establecer una fecha para la retirada de las tropas de Irak, porque eso "insuflaría vida a los terroristas".
El jefe de Pentágono insistió en que no es oportuna una salida de EE UU antes de que las tropas iraquíes entrenadas por las fuerzas norteamericanas sean capaces de garantizar la seguridad en su propio país. Los terroristas, añadió, "han sufrido significativas bajas en los últimos meses, han perdido santuarios y su apoyo popular se ha debilitado". Rumsfeld aseguró que EE UU no está perdiendo la guerra y que debe "acabar el trabajo".
La semana pasada un pequeño grupo de legisladores demócratas y republicanos propuso una resolución del Congreso en la que se pedía a la Administración del presidente Bush que desarrollase un plan, antes de fin de año, para comenzar a sacar de Irak a todos los soldados estadounidenses el 1 de octubre del año 2006.
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