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Reportaje:CINE DE ORO

'Ben-Hur', de William Wyler

EL PAÍS presenta mañana, por 8,95 euros, una de las grandes producciones de Hollywood

Cuentan que una noche el general Lew Wallace viajaba en tren cuando alguien le llamó por su nombre invitándole al compartimiento con el fin de conversar. La voz de quien le nombró pertenecía a un notable y reconocido agnóstico llamado Robert Green Ingersoll, y el tema elegido para debatir fue el de la religión. Al recordar aquel viaje, Wallace señaló que el verbo de Ingersoll era elocuente, atrevido, brillante, poético e irreverente y que él no hizo sino escuchar y aventurar algún monosílabo, pues andaba escasamente atormentado por dudas de fe y nadaba en aguas de indiferencia en cuestiones divinas. Aquella conversación hizo que Wallace se interesara por el hecho religioso y diera nuevo impulso a un libro que estaba escribiendo y que narraba la historia de Judá, hijo de Ithamar, de la Casa de Hur. El libro, que se publicó en 1880, habla de un reencuentro, una traición y un deseo de venganza, eso en cuanto a las emociones de los personajes de mayor protagonismo, Ben-Hur y Messala, pero también es la historia de una conversión, y hay una figura que nace al comenzar el libro y muere cuando éste finaliza, es Jesús, el llamado hijo de Dios.

En 1889 se realizó una adaptación teatral del libro Ben-Hur, una historia de los tiempos de Cristo, que se había convertido en un éxito de ventas. En el teatro se agotaban las localidades y en el escenario se escenificaba la batalla naval y hubo también caballos para representar la carrera de cuadrigas. Fue en 1907 cuando se realizó para el cine un cortometraje de 15 minutos y, más tarde, en 1925, una película de larga duración, dirigida por Fred Niblo y protagonizada por Ramón Novarro, que consolidaría Ben-Hur como gran espectáculo cinematográfico. En ella había trabajado un joven William Wyler y a él se dirigiría, décadas después, el productor Sam Zimbalist para encargarle la dirección de la que sería más que una extraordinaria producción. Ben-Hur se estrenó en 1959, los preparativos y el rodaje habían durado años, el presupuesto alcanzó los 40 millones de dólares, hubo cientos de decorados, miles de extras y su metraje al público sobrepasaba las tres horas.

Paul Newman o Marlon Brando fueron algunos de los nombres que podían haber dado vida al príncipe judío pero, por unos motivos u otros, Heston se llevó un papel que Wyler consideró más que apropiado pues le había dirigido en Horizontes de grandeza. El actor Stephen Boyd interpretaría el papel de Messala, pero para ello tendría que cambiar el color de sus ojos. Debían de ser marrones, pues azules ya eran los de Heston, de modo que uno de los malvados más guapos del cine tuvo que ponerse lentillas durante el rodaje. El guión se le encargó a Karl Tunberg, pero también intervino, entre otros, el escritor Gore Vidal, quien aconsejó a Wyler que el encuentro entre Ben-Hur y Messala al principio de la película fuera más emocional, como si hubiera fricción entre dos antiguos amantes. A Wyler le gustó la propuesta, aunque luego lo negó. De cualquier modo, en la película hay una tensión sexual evidente, de la que todos parecían darse cuenta a excepción de Heston. Y es que Gore Vidal no iba desencaminado, pues en el texto original de la novela se puede intuir algo más que un desencuentro entre amigos. Ben-Hur tiene 17 años y Messala, 19. Ben-Hur, dice: "Recuerdo la separación. Tú te ibas a Roma. Yo te vi partir, y lloré, porque te quería. Los años han pasado, y tú has vuelto perfeccionado, refinado como un príncipe... No, no me burlo. Y sin embargo... y sin embargo, me gustaría que fueses el mismo Messala que se marchó". El capítulo acaba con los dos distanciados y Judá Ben-Hur pensando: "¡Eros ha muerto! ¡Marte reina!". Otros guionistas intervinieron en la película, aunque en los títulos de crédito sólo figure Tunberg, es la única nominación que no obtuvo su Oscar en la fiesta de la Academia, donde Ben-Hur consiguió hasta 11 estatuillas y sólo Titanic, décadas después, pudo igualarla. Heston, que consiguió el reconocimiento al mejor actor, agradeció a Christopher Fry su labor en la película. Cuentan que fue él quien más participó en el guión.

Ben-Hur es una superproducción de éxito y su magnífica batalla naval o su legendaria carrera todavía perduran en la retina de los millones de espectadores que la han visto, pero Wyler tuvo acierto también en la representación intimista de sus protagonistas. El dolor que manifiestan esas sombras que son Miriam y Tirzah, la madre y hermana leprosas de Ben-Hur, por las ruinas de la que fue su espléndida y alegre casa, o esa inquietud que procura el hijo de Dios que hipnotiza con una mirada que nunca vemos si no es en los ojos de quienes sí le ven, son sólo algunos ejemplos.

Ben-Hur es algo más que una película, creo que desde su estreno es la memoria cinematográfica de todas las infancias de este país, conozco gente que cada año repite la ceremonia de ver Ben-Hur como si fuera la primera vez y se asombra al contemplar esos navíos que se agitan en el mar al ritmo que se marca para los remeros, o al ver la fastuosa fiesta de Arrio o la maravilla del encuadre en la carrera de cuadrigas, como si quisiera encontrar un detalle que haya pasado inadvertido. Tal vez una nueva astilla, la arena del circo mientras el traidor Messala restalla su látigo en el lomo de los caballos árabes. Tal vez... Wallace e Ingersoll seguro que se mostrarían más que sorprendidos por la repercusión de aquella conversación en el tren.

Este texto se incluye en el libro-DVD de Ben-Hur que presenta mañana EL PAÍS.

Charlton Heston y Stephen Boyd, en <i>Ben-Hur.<i>
Charlton Heston y Stephen Boyd, en Ben-Hur.

La película de los 11 'oscars'

Realizada en 1959, Ben- Hur contó en sus papeles protagonistas con Charlton Heston, Stephen Boyd, Jack Hawkins, Haya Harareet, Hugh Grif-fith, Martha Scott, Cathy O'Donnell y Sam Jaffe.

Director: William Wyler. Productor: Sam Zimbalist. Guión: Karl Tunberg con la colaboración de Gore Vidal, Christopher Fry y Maxwell Anderson, basado en la novela homónima de Lew Wallace. Fotografía: Robert Surtees. Montaje: John D. Dunning y Ralph E. Winters.Tuvo un total de 12 nominaciones a los Oscar de 1959 y consiguió 11 de ellos: los de mejor película, director, actor principal, actor secundario, fotografía en color, banda sonora original, montaje, mejor sonido, decorados en color y diseño de vestuario en color. Únicamente perdió el Oscar al mejor guión adaptado. El filme tuvo un enorme éxito popular y consiguió reflotar las finanzas de la Metro Goldwyn Mayer.

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