Llegan las verbenas un año más
Tan ridículo como inconcebible: en Cataluña se queman cada año toneladas de pólvora acompañadas de estruendos inhumanos para celebrar todo el santoral en forma de verbenas veraniegas.
El lanzamiento de petardos, sean de la potencia que sean, es incontrolado y bajo la voluntad de quien pretende disfutar de ellos, haciendo tambalear algo tan básico como el bienestar y no sólo poniendo en peligro vidas, sino provocando catástrofes en forma de incendios y otros desastres.
Año tras año y verbena tras verbena, aquellos a los que no nos gusta la cultura del ruido ni del fuego pasamos por la tortura de tener que sufrir el petardeo, que desafortunadamente empieza unos días antes de las verbenas y acaba unos días después. Todo protagonizado por muchos niños que, mechero y bolsa de petardos en mano, aprovechando el inicio de sus vacaciones escolares, deambulan por la calle con una nueva y peligrosa actividad lúdica: quemar.
La venta y el uso de petardos deberían estar estrictamente controlados y regulados, limitando su uso a recintos, áreas y días específicos por ayuntamientos o administraciones de forma cívica, y no en plan tercermundista, que es como se viene haciendo.
