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Reportaje:

La medicina se feminiza

El 41% de los colegiados son mujeres, pero éstas apenas ocupan el 7% de los cargos de especialidad

La rápida feminización de la medicina está transformando el perfil de la profesión, que está a punto de alcanzar la paridad: las mujeres representan ya el 41% del total de colegiados en España. Pero esta imparable invasión de las mujeres en el campo de la medicina contrasta con la extremada lentitud con la que ellas están conquistando puestos de responsabilidad en el ejercicio de la profesión.

Así lo pone de manifiesto el estudio Las mujeres médicas: de la incorporación a la discriminación, publicado en la revista Medicina Clínica, en el que se constata que apenas un 7% de los cargos de responsabilidad en la atención especializada de los hospitales y centros de especialidades públicos de España los ostentan las mujeres. En los centros de atención primaria, donde las mujeres son amplia mayoría (el 53% de los facultativos), ellas sólo ocupan uno de cada cuatro cargos de gerencia.

Las médicas de primaria tienen mejor relación con sus pacientes que sus colegas masculinos
Ninguna mujer ocupa una cátedra de pediatría ni de obstetricia y ginecología

Las cifras que demuestran la "discriminación" de las mujeres en el campo de la medicina son aún más significativas en el ámbito académico. Las mujeres son amplia mayoría en las aulas de las universidades de Medicina (constituyen el 72% de los estudiantes matriculados), donde la exigencia de una nota de acceso les favorece a ellas, que generalmente tienen un mejor expediente académico preuniversitario. Pero una vez acabada la licenciatura de Medicina, si optan por la docencia, ellas están a la cola en el reparto de cargos. Así, sobre 27 facultades de Medicina, sólo tres decanatos están ocupados por mujeres. Entre ellas Teresa Estrach, decana de la Facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona, que estuvo ayer en la presentación del estudio arropando a sus dos autoras: Carme Valls, diputada y presidenta del Centro de Análisis y Programas Sanitarios (CAPS), y Pilar Arrizabalaga, investigadora del Instituto de Investigación Biomédica August Pi i Sunyer. Estrach destacó que de 374 catedráticos de Medicina, sólo el 4% son mujeres. Ninguna cátedra de obstetricia y ginecología ni de pediatría está en manos de una mujer.

Las médicas que optan por la investigación también lo tienen difícil para promocionarse. Pilar Arrizabalaga destacó que, si bien en la convocatoria de 2003 "se concedieron prácticamente el mismo número de contratos a hombres que a mujeres, sólo el 10% de los grupos de investigación en ciencias médicas y de la salud estaban dirigidos por ellas". Arrizabalaga agregó que sólo un 4% de mujeres dirigen centros de investigación.

Las autoras del estudio atribuyen las dificultades de promoción de las mujeres en el ámbito de la medicina a varios factores, aunque destacan los de índole social y cultural. "Las médicas están inmersas en los mismos problemas que las mujeres de otros ámbitos profesionales: la desigualdad respecto al hombre en la asunción de las responsabilidades domésticas y familiares interfiere en su vida profesional", señaló Carme Valls. A estos obstáculos, Arrizabalaga añadió la existencia de una "meritocracia (sistema de promoción a través de méritos profesionales) enfocada exclusivamente al género masculino".

A criterio de las autoras del estudio, este sistema debería tener en cuenta no sólo el hecho de que las mujeres, tradicionalmente cuidadoras, suelen constituir el eje sobre el que se apoya la familia, sino también aspectos como el buen ejercicio de la profesión, lo que jugaría claramente a favor de las médicas.

Así, las autoras del trabajo aseguran que las médicas "ejercen con eficiencia y eficacia" su profesión y citan investigaciones referidas a la atención primaria que ponen de manifiesto que los pacientes se sienten más satisfechos si son atendidos por una facultativa. "Las médicas de atención primaria tienen mejor relación con sus pacientes que sus colegas masculinos, fenómeno que no podría enmarcarse bajo una relación de empatía supuestamente derivada del papel de cuidador histórico-social de la condición femenina, sino que también responde a otros factores objetivos". Entre ellos, las investigadoras destacan "la mayor disposición de las médicas a ofrecer consejos preventivos".

La sobrecarga que supone el hecho de compatibilizar el trabajo con la vida familiar pasa factura sobre la salud de las mujeres médicas. Estudios norteamericanos señalan que las médicas tienen un 60% más de probabilidades de sufrir bornout o desgaste psíquico. El mobbing o acoso moral afecta a un 45% de las profesionales sanitarias. En España, una encuesta ha revelado que el 44% de las médicas aseguran haber sido víctimas de discriminación laboral.

El trabajo de Valls y Arrizabalaga aporta también otro dato que demuestra la vulnerabilidad de las profesionales de la sanidad: los embarazos en este colectivo suelen considerarse como un grupo de alto riesgo obstétrico, ya que se ha visto que tienen más probabilidades de tener un parto prematuro y de dar a luz a niños con menor peso.

Las autoras concluyen el trabajo con un llamamiento a los "agentes políticos, sociales, profesionales y particulares" para lograr que "de la misma manera que no depende del sexo la incorporación de los profesionales a la medicina, el hecho de haber nacido mujer no suponga discriminación para el ejercicio y la promoción en todos los ámbitos de esta profesión.

La creciente presencia de mujeres en todos los ámbitos de la medicina ha motivado que los sindicatos alerten de la necesidad de cambios laborales en una profesión difícil de compaginar con la vida familiar. La Fundación de la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos ha apostado en un reciente estudio por una revisión de la jornada laboral, y ha defendido que las mujeres médicas embarazadas no hagan guardias y se aumenten las medidas para que no estén expuestas a radiaciones y productos químicos.

"Siempre preferiré a un hombre"

"Entre un hombre y una mujer, siempre preferiré a un hombre". María Cinta Cid, médica consultora del Servicio de Medicina Interna del hospital Clínico de Barelona, tiene grabadas en su mente las primeras palabras que le dirigió el jefe del servicio en el que iba a realizar el MIR.

Una frase escueta que a sus 49 años María Cinta todavía no ha olvidado porque le auguraba lo duro que le iba a resultar promocionarse en su profesión a pesar de poseer un brillante expediente académico. "Para llegar a donde he llegado he tenido que demostrar mi capacidad y mis méritos con mucho más empeño que mis compañeros del sexo masculino", lamenta María Cinta, quien asegura sentirse más víctima "de las limitaciones sociales que de las institucionales".

Para esta especialista en medicina interna, las palabras de su jefe de servicio le hicieron vivir "por primera vez la discriminación por razón de sexo".

María Cinta admite que han pasado varios años desde entonces y que quizás hoy ningún jefe de servicio se atrevería a expresar con tanta franqueza una frase semejante a una recién titulada en medicina.

Sin embargo, los datos aportados en el estudio presentado ayer demuestran que todavía hay un largo camino para recorrer para alcanzar la igualdad entre ambos sexos en el campo de la medicina.

"Las mujeres vamos a soportar el grueso de la profesión médica en los próximos años y hay que adoptar las medidas necesarias para acabar con la injusta desproporción que existe entre el número de mujeres que hay en la profesión y el porcentaje de cargos de responsabilidad que éstas ocupan en todos los ámbitos de la medicina", señala la coautora del estudio, Pilar Arrizabalaga.

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