La izquierda de Italia convoca primarias para consolidar a Prodi
La iniciativa surge tras semanas de turbulencias en la oposición
Romano Prodi intentará reforzar su liderazgo sobre la oposición italiana con unas elecciones primarias, a celebrar el 8 y 9 de octubre y "abiertas a todos los votantes del centro-izquierda". Serán peculiares porque el vencedor, Prodi, está decidido de antemano, y pueden interpretarse como una muestra de fragilidad: después de casi un año al frente del centro-izquierda, el ex presidente de la UE necesita aún consolidarse en el cargo.
Los dirigentes de todos los partidos de la oposición se reunieron ayer con Prodi y sacaron del cajón una iniciativa que habían descartado sólo dos meses atrás, cuando la victoria en las regionales disipó por un momento todas las dudas sobre el líder. Las dudas volvieron muy pronto, en cuanto Francesco Rutelli y su partido centrista, Democracia y Libertad (conocido como La Margarita), reclamaron mayor autonomía dentro de la coalición y Prodi, furioso ante lo que consideró una rebelión y un desafío a su autoridad, amenazó con dejarlo todo e irse a su casa.
"Las primarias son un paso adelante, después de unas semanas en las que hemos ofrecido una imagen absolutamente negativa", declaró Fausto Bertinotti, secretario de Refundación Comunista y uno de los posibles rivales "simbólicos" de Prodi en las elecciones internas. También se perfilaban como aspirantes a no ganar el verde Alfonso Pecoraro Scanio y el ex fiscal de Manos Limpias, Antonio di Pietro. Oliviero Diliberto, de Comunistas Italianos, admitió que las primarias eran "una iniciativa estrafalaria". "Pero las haremos, porque Prodi lo quiere", precisó. El centrista Clemente Mastella, de Udeur, anticipó que aconsejaría a los suyos que no participaran en la extraña competición.
Los "pesos pesados" de la Unión, nombre definitivo de la coalición de centro-izquierda, intentaron presentar el proceso electoral de forma positiva. "Se trata de dar fuerza y consenso a la candidatura de Romano Prodi a la presidencia del Gobierno", explicó Piero Fassino, secretario general de los Demócratas de Izquierda. Era una forma delicada de decir que Prodi había mantenido durante meses un liderazgo indiscutido y a la vez irrelevante, afligido por la falta de un partido propio, por el escaso tirón popular y por la inestabilidad de una coalición incapaz hasta ahora de ponerse de acuerdo en cuestiones como la presencia militar en Irak o la política fiscal.
Pese a la imagen de concordia ofrecida tras semanas de turbulencias, resultaba evidente que la organización de las primarias y la campaña de Prodi y sus sparrings iban a mantener ocupada durante meses a la oposición en cuestiones domésticas y poco relevantes para los italianos. También iban a retrasar la aprobación de un programa hasta el 16 de diciembre, a poco de unas elecciones generales que, como muy tarde, deberían celebrarse en mayo de 2006. Y, por último, implicaban riesgos. ¿Y si Prodi ganara por poco? ¿Y si los electores no aceptaran la ceremonia del plebiscito?
Una comisión quedó encargada de establecer las reglas del juego, sobre unas premisas establecidas ayer por los líderes: la participación no se limitará a la militancia y quien gane será el candidato indiscutido. El compromiso fue incluso más allá de una hipotética victoria en las generales y, para evitar que se repitiera la ruptura interna que derribó el primer Gobierno Prodi (1996-1998), incluyó un seguro contra deserciones: sólo habría un presidente en toda la legislatura, y si cayera, el centro-izquierda no aceptaría otra alternativa que unas elecciones anticipadas.
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