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VENECIA, ESCAPARATE MUNDIAL DEL ARTE CONTEMPORÁNEO

El desembarco chino

En la Bienal de 1999, el comisario suizo Harald Szeemann -al que la Bienal ha dedicado una de las avenidas de los Giardini- dio a conocer a Europa la vitalidad del nuevo arte contemporáneo chino con una presentación de una veintena de artistas de este país. Este año el desembarco ha sido oficial y la gran potencia asiática y mundial inauguró ayer en el marco del Arsenal su primer pabellón nacional, de momento provisional, a la espera de construir un nuevo edificio en la zona de los Giardini para la próxima edición.

El comisario del pabellón ha sido el reconocido artista Cai Guo-Quiang, que presenta en lo que era un industrial almacén de líquidos el trabajo de cinco artistas, entre los que destacan Xu Zhen, que presenta una videoinstalación con imágenes de Shanghai, y Yung ho Chang, que ha realizado una bella estructura de bambú en el jardín adyacente al pabellón. Davide Croff, presidente de la Bienal, se felicitó ayer por esta inauguración y confió en que las relaciones con China serán cada vez más intensas y numerosas.

De hecho, otros países han estrenado también este año pabellón propio, en diferentes ubicaciones alquiladas de la ciudad, siendo los casos más curiosos los de Afganistán, que presenta una exposición de alfombras y una instalación de vídeo de la artista Lida Abdul sobre las ruinas de la guerra, y Marruecos, que muestra una convencional exposición de pintura abstracta en la iglesia de Santa Maria della Pietà.

Pabellones históricos

En los pabellones históricos no ha habido grandes apuestas. Reino Unido presenta fotografías digitales de gran formato de la famosa pareja Gilbert & George; Estados Unidos vuelve tras treinta años con el pintor Ed Ruscha; Francia ha apostado por una gran instalación, titulada Casino, de Annette Messager, y Alemania presenta la obra de Thomas Scheibitz y Tino Sehgal, este último una especie de director que ha contratado a unos intérpretes que, vestidos de vigilantes, se ponen a cantar y bailar en cuanto entra un visitante en el pabellón.

Otra potencia en el mercado artístico, Suiza, ha doblado su presentación al ofrecer, además de una colectiva en el pabellón, una de las obras más impresionantes que pueden verse en la Bienal. Se trata de Homo sapiens sapiens, de Pipilotti Rist, que se exhibe en la iglesia de San Stae. El visitante es invitado a descalzarse y tumbarse en unos colchones situados en el centro de la iglesia. Desde allí puede ver el que podría ser el más grande trompe l'oeil jamás visto: todo el techo está cubierto de una lírica proyección de vídeo en el que la artista ha reproducido algunos de los tópicos románticos sobre el paraíso con una mezcla de imágenes sensuales y paisajísticas de gran belleza visual.

Portugal presenta la obra de Helena Almeida y repartidos por toda la ciudad pueden verse otros 40 pabellones nacionales de los 70 que concurren este año.

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