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Columna
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Alerta

José Luis Ferris

El Foro Español de la Familia ha convocado para el próximo 18 de junio una manifestación en Madrid contra la aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo, y me parece muy bien. Cada uno es libre de expresar su opinión en los términos civilizados que le plazca. Lo que ya no comparto es la injerencia y la manipulación del asunto. Me refiero, cómo no, al mal uso que un buen número de ministros católicos hace del púlpito y de la fe para arengar a sus feligreses a tomar la calle.

De sobra sabemos que la Conferencia Episcopal y el nuevo Papa han condenado el matrimonio gay, era lo esperado; también que son muchos los que consideran que la aprobación de la nueva ley supone "un atentado contra la familia, nuestra sociedad y nuestro país"; es más, los hay tan lanzados al respecto que hasta publican anuncios bajo la voz de "Alerta" en los que advierten que, por culpa de la citada ley, España se convertirá en refugio de gays de todo el mundo y proliferarán en nuestro entorno las enfermedades de transmisión sexual, el sida, etc.; una especie de Sodoma y Gomorra, vamos. Pese a ello, lo triste del caso, insisto, no son las manifestaciones que surgen a favor o en contra de un tema que parece herir muchas sensibilidades, lo grave es que una parte de la sociedad civil ha de caminar al paso que le marcan las autoridades religiosas, necesita escuchar esa voz de alerta para pisar con determinación.

Los fieles, los católicos sin doble moral, no precisan que la Iglesia les ampare ni les ponga deberes al respecto. Si de verdad son libres, si no se consideran esclavos del dogma, actuarán con la libertad que les dicte su conciencia y su formación cristiana. Lo digo sobre todo tras leer la cabal opinión de Carlos Amigo, cardenal arzobispo de Sevilla, acerca de la manifestación del próximo 18 de junio en Madrid: "No iré porque sólo acudo a manifestaciones religiosas y no pediré la asistencia porque los fieles ya saben lo que opina la Iglesia católica". Finalmente, el prelado sentenció: "Son muy libres de manifestarse como les parezca oportuno".

Cada cual, pues, a su tema y Dios al que le corresponda. Así de simple.

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