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Las academias de ciencias piden al G-8 la reducción de gases de efecto invernadero

El presidente de la Royal Society critica la política de EE UU sobre cambio climático

Las academias de ciencias de los países del G-8 han hecho pública una declaración conjunta sin precedentes pidiendo a los líderes de dicho grupo que identifiquen medidas para lograr reducciones sustanciales y a largo plazo de las emisiones de gases de efecto invernadero que provocan el calentamiento global. La declaración parte de la base de que las pruebas científicas han verificado suficientemente la realidad del cambio climático como para que los líderes del G-8, que se reúnen en Escocia en julio, se comprometan a actuar en la reducción de emisiones.

La declaración de las academias de ciencias del Reino Unido (Royal Society), Francia, Rusia, Alemania, EE UU, Japón, Italia y Canadá hacen un llamamiento a los líderes de los países del G8, para "identificar pasos efectivos desde el punto de vista coste-beneficio que puedan tomarse ahora", para reducir las emisiones, "y reconocer que el retraso en las actuaciones aumentará el riesgo de que se produzcan efectos medioambientales adversos que, probablemente, conllevarán un gran coste".

El documento advierte de que ya se están produciendo cambios en el clima, que son inevitables más alteraciones en el futuro y que los países deben prepararse ante ellos. En la declaración, que ayer hizo pública la Royal Society, participan las academias de Brasil, China e India.

En las conclusiones de la declaración, los científicos hacen un llamamiento para que se reconozca que la amenaza del cambio climático es clara y creciente, y para que se emprenda un estudio internacional que explore posibles objetivos de concentraciones atmosféricas de gases de efecto invernadero y sus escenarios de emisiones asociados, lo que permitirá a los países evitar impactos inaceptables. Además, piden que se trabaje con los países en vías de desarrollo para crear las capacidades científicas y tecnológicas más apropiadas a sus circunstancias, permitiéndoles desarrollar soluciones innovadoras para mitigar los efectos adversos del cambio climático y adaptarse a ellos, reconociendo explícitamente su legítimo derecho al desarrollo.

A la vez, el documento de las academias pide al G8 que muestre liderazgo en el desarrollo y despliegue de tecnologías energéticas limpias y en enfoques de eficiencia energética, compartiendo estos conocimientos con todos los demás países.

"Está claro que los líderes mundiales, incluido el G8, no pueden utilizar más las incertidumbres acerca de algunos aspectos del cambio climático como una escusa para no emprender acciones urgentes para cortar las emisiones de gases de efecto invernadero", dijo ayer Lord May, presidente de la Royal Society. Asimismo destacó el hecho de que participen en la declaración las máximas instituciones científicas de los tres mayores emisores de gases entre los países en desarrollo.

"Está claro que los países desarrollados deben ser los primeros en cortar sus emisiones, pero los países en desarrollo también deben contribuir al esfuerzo global para alcanzar la reducción en conjunto", continúa Lord May. "La evidencia científica necesariamente apunta hacia un auténtico esfuerzo internacional. Que nadie se equivoque: hay que actuar ahora y cuanto más lo aplacemos, más difícil será la tarea de afrontar el cambio climático".

En cuanto a la estrategia de EE UU, el presidente de la academia británica es tajante: "La actual política estadounidense sobre cambio climático está equivocada", afirma. Recuerda, además, que la Administración Bush no ha querido aceptar el consejo de la Academia Nacional de Ciencias, que concluyó, ya en 1992, que "pese a las grandes incertidumbres, el calentamiento del efecto invernadero es una amenaza suficiente para justificar que se actúe ahora" reduciendo las emisiones. "Atraer a EEUU [a la actuación internacional contra el cambio climático] es esencial por la gran aportación en emisiones que hace ese país". Por ejemplo, según cálculos de la Royal Society el 13% de aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de EE UU entre 1990 y 2002 es ya superior a las reducción que se logrará si el resto de los países del Protocolo de Kioto cumplen sus objetivos fijados en el mismo.

El mismo Reino Unido, cuyo primer ministro Tony Blair ha colocado el cambio climático como uno de los focos de atención de su presidencia del G8, debe hacer un esfuerzo mucho mayor que hasta ahora en su política nacional de cambio climático, según los académicos. Las emisiones británicas de dióxido de carbono efectivamente se han reducido, pero la mayor parte del recorte ha sido "prácticamente accidental" más que el resultado de políticas de cambio climático. De hecho, las emisiones de ese país han aumentado más de un 2% entre 2002 y 2003.

"La cumbre del G8 es un momento sin precedentes en la historia de la humanidad", afirma Lord May. "Nuestros líderes afrontan una clara opción: actuar ahora para afrontar el cambio climático, o permitir que las generaciones futuras afronten el coste de su pasividad. Nunca antes hemos nos hemos visto ante una amenaza global así, y si no empezamos a tomar medidas efectivas ahora será mucho más duro parar el tren, que está acelerándose".

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