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Bush rechaza la propuesta de Blair de aumentar las ayudas a África y revisar su oposición a Kioto

El primer ministro británico, Tony Blair, viajó ayer a Washington con la esperanza de que su fidelidad hacia el presidente de EE UU, George W. Bush, le permitiera obtener un apoyo pleno a sus iniciativas de ayuda al Tercer Mundo y en defensa de las políticas medioambientales. No consiguió ni lo uno ni lo otro. Aunque ambos líderes escenificaron una ceremonia de entendimiento en una rueda de prensa conjunta, Bush se niega a incrementar los 674 millones de ayuda para paliar el hambre en África y mucho menos a revisar su oposición a los acuerdos de Kyoto.

Blair, anfitrión de la próxima cumbre del Grupo de los Ocho en Escocia, quería lograr que su amigo americano doblara la ayuda contra el hambre a África, separándola del presupuesto que su país dedica genéricamente a las contribuciones al Tercer Mundo. El dinero que aporta este año EE UU -674 millones de dólares- pertenece a los fondos de ayuda global del Departamento de Agricultura.

Bush y Blair propusieron trabajar con otros para estudiar la condonación de la deuda a los países africanos, pero sólo "a los que hayan iniciado un camino de reforma política", matizaron, porque "nadie quiere dar dinero a un país corrupto en el que los líderes cogen el dinero y se lo meten en sus bolsillos", dijo Bush. Ambos quieren vincular las ayudas económicas a las reformas democráticas y al libre mercado, y asegurar también mecanismos capaces de garantizar que el FMI y el Banco Mundial puedan reingresar el dinero de las deudas perdonadas.

Eso sólo se consigue con aportaciones de los Gobierno desarrollados, y algunos, como el de Estados Unidos, no quieren aumentar la ayuda inmediata hasta que otros países no se comprometan a pagar más. Además de la cantidad para ayudas directas a África, EE UU aporta otros 1.400 millones de dólares a Naciones Unidas para emergencias humanitarias.

Blair tampoco logró ningún cambio sustancial de Washington frente a los acuerdos de Kyoto. La Casa Blanca no reconoce como válido el texto de ese protocolo ni tan siquiera comparte algunos de los temores alarmistas de quienes lo impulsaron. "Siempre he dicho que el cambio climático es un problema a largo plazo que tenemos que afrontar", dijo Bush, "pero queremos tener más datos".

Era la primera visita de Blair a Washington desde la renovación de su mandato en las urnas, y claramente quería aprovecharla para distanciarse de la razón habitual de su presencia en Estados Unidos -la lucha global contra el terrorismo- y girar hacia los asuntos que parecen marcar ahora su agenda internacional, quizá preocupado por dejar un legado histórico en su tercer y, según él, último mandato.

En una entrevista con el Financial Times de camino hacia Washington, Blair reconoció su falta de esperanza en que el viaje sirviera para incrementar la ayuda de EE UU o para lograr un compromiso de revisión de la postura frente a los acuerdos internacionales de protección medioambiental. "Hay ciertas cosas que sabemos que no van a hacer y que no vamos a pedirles que hagan", dijo refiriéndose al Gobierno de Estados Unidos, que también aporta 1.400 millones de dólares a Naciones Unidas para las emergencias humanitarias.

Ayuda a Etiopía y Eritrea

Según la Casa Blanca, los líderes tenían previsto aprovechar una rueda de prensa conjunta -a última hora del día- para pedir a otros países un incremento global de las ayudas humanitarias para África. También estaba pactado el anuncio de una iniciativa conjunta contra el hambre en Etiopía, Eritrea y otros países de ese continente.

Era la primera visita de Blair a Washington desde la renovación de su mandato gubernamental en las urnas, y claramente quería aprovecharla para distanciarse de la razón habitual de su presencia en EE UU -la lucha global contra el terrorismo- y girar hacia los asuntos que parecen marcar ahora su agenda internacional, quizá preocupado por dejar un legado histórico en su tercer y, según él, último mandato.

Londres tampoco esperaba ningún cambio sustancial de Washington frente a los acuerdos de Kioto. La Casa Blanca no reconoce como válido el texto de ese protocolo ni tan siquiera comparte algunos de los temores alarmistas de quienes lo impulsaron.

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