El juicio de Beslán reaviva el dolor de las madres de los alumnos
Moscú envía tropas especiales a Osetia del Norte para evitar disturbios durante el proceso
El juicio contra el único miembro capturado de los 32 que integraban el comando que secuestró la escuela de Beslán somete a una dura prueba a los familiares de las víctimas, que reviven la muerte de 330 personas, en su mayoría niños, el pasado septiembre. La tensión ha aumentado en Osetia del Norte desde que el proceso contra Nurpashí Kuláyev comenzó en Vladikavkáz, la capital de esa república caucásica rusa, en mayo.
Kuláyev, de 25 años y residente en Chechenia, es el único que comparece ante la justicia. Los otros, que en su mayoría procedían de la vecina Ingushetia, perecieron o lograron huir.
La carga emocional del proceso es enorme. Las madres, de negro, se sientan con las fotos de sus hijos en el regazo, y piden una justicia equivalente a su dolor. Al principio querían que Kuláyev, defendido por un abogado de oficio, escuchara al tribunal de rodillas. El acusado, rapado al cero, de pie en una jaula, no se atreve a mirar a los ojos a las enlutadas. La semana pasada el proceso dio un giro inesperado cuando los jueces autorizaron a las madres a interpelar al acusado y éste alteró su testimonio. Kuláyev dijo que le habían pegado en los interrogatorios y proyectó hacia otros el odio que las mujeres enfocaban contra él. Los secuestradores, según afirmó, recogieron por el camino a un policía que les guió hasta la escuela. El jefe del comando, Rasul Jachbarov, apodado El Coronel, estaba dispuesto a liberar a 300 rehenes si el dirigente local Alexandr Dzasójov, y su colega de Ingushetia, Murát Zíazikov, hubieran ido a la escuela.
Kuláyev afirmó que las explosiones en la sala de deportes sucedieron cuando un francotirador mató al guerrillero, que controlaba los detonadores. Al indicar que el asalto había sido previamente preparado desde el mismo edificio, Kuláyev reforzó también las sospechas de las madres, que, por motivos incomprensibles desconfían de la directora de la escuela.
Las mujeres, que al principio tiraban zapatillas al reo, mostraron compasión. "Si nos dices la verdad estamos dispuestas a pedir que te indulten", le dijo Susanna Dudieva, presidenta del comité de madres. Kuláyev afirmó que no sabía que iban a asaltar una escuela y que algunos protestaron. Los disidentes -un guerrillero y las dos mujeres suicidas- fueron eliminados sin piedad por El Coronel, dijo Kuláyev.
La situación es paradójica. Kuláyev, en la práctica un desahuciado, parece tener de repente cartas que puede utilizar para proyectar sospechas en otras direcciones.
A la tensión en Osetia del Norte ha contribuido la dimisión, en pleno proceso, de Dzasójov. Las madres de Beslán pidieron su cese después de la tragedia, pero no fueron escuchadas entonces. Ahora, los candidatos al cargo del cesante, en su lucha por el poder, tratan de utilizar a los parientes de las víctimas, señala una periodista local. "La corrupción es la misma de siempre", afirma por teléfono una habitante de Beslán. A Osetia del Norte, dice, "han llegado tropas de refuerzo para evitar desórdenes".
La verdad que las madres buscan puede no ser agradable para Moscú. Citando detalladamente documentos de las investigaciones, Svetlana Meteleva, del periódico Moskovski Komsomolets, plantea serias dudas sobre la eficacia de la coordinación entre los órganos de seguridad y de interior.
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