Derroche de personalidad y talento
FAGOLLAGA, recetas de contrastes en Hernani por el 'chef' Isaac Salaberría
En el transcurso de los últimos años, Isaac Salaberría, cocinero guipuzcoano muy sensible e intuitivo, ha desarrollado una línea de trabajo que no se parece a otras conocidas. Hasta tal punto que, dentro de la cocina de vanguardia, figura entre los jóvenes con más personalidad y talento. Un rápido vistazo a los enunciados de su escueta carta descubre la notoriedad que para este profesional poseen los caldos, los jugos y las sopas, eje central de sus platos. A cualquier elemento sólido, bien sean carnes, verduras o pescados, Salaberría contrapone líquidos livianos que hacen las veces de salsas, actúan como guarnición o sirven de complemento.
Para preparar sus increíbles extractos (caldos concentrados y transparentes que consigue a partir de aves, mariscos o verduras) realiza infusiones a temperaturas muy bajas, que, según los casos, fluctúan entre los 45 y 80 grados bajo cero. Después aplica tiempos de reposo prolongados antes de proceder a su clarificación y filtrado. En cierto modo se trata de una puesta al día de la vieja cocina de la abuela, algo así como una artesanía tecnificada.
FAGOLLAGA
Ereñozu Auzoa, 68-69. Barrio de Fagollaga, a 10 kilómetros de San Sebastián. Hernani (Guipúzcoa). Teléfono 943 55 00 31. Cierra domingos noche, lunes y martes. Precio medio por persona, entre 50 y 80 euros. Ensalada de verduras con bogavante (media ración), 14,60 euros. Vieiras a baja temperatura con sopa de aceite (media ración), 11,50 euros. Panceta ibérica con leche de almendras (media ración), 8,50 euros. Compota de fresas con helado de rosas, 8,50 euros.
Pan ... 4
Café ... 7
Bodega ... 7
Aseos ... 7
Servicio ... 8,5
Ambiente ... 8,5
El primero de sus entrantes, frío-caliente, es un soberbio helado de parmesano en compañía de un chupito (caldo) del mismo queso, sofisticación y refinamiento en un dúo sencillo. No se quedan atrás los lomos de sardinas bañados en un caldo de guisantes con profundo olor a vegetación, osada sublimación del típico mar y montaña. Ni desmerecen la tarrina de foie-gras con gelatina de caldo de pollo escabechado; ni la ensalada de verduras con bogavante, que se degusta con tragos de un espectacular caldo concentrado de las cabezas de estos crustáceos.
Entre ejercicios de minimalismo y alardes de pureza, las sugerencias de Salaberría remarcan con elegancia los valores opuestos (vegetal / proteína, dulce / salado, frío / templado, crujiente / suave). Como ejemplo, los lomos de chicharro con melón asado sobre el caldo de la propia fruta, un encuentro de sabores dulzones y marinos. Otra de sus sorpresas son las vieiras sobre sopa (emulsión) de aceite de oliva con gotas de café concentrado, una armonía en tres dimensiones. Aunque la oreja de cerdo con caldo de peras está bien, su plato estrella es la mórbida panceta de cerdo ibérico, sensacional, que se escalfa a fuego muy lento y se degusta con tragos de leche de almendras.
PLATOS CREATIVOS Y TRADICIONALES
FAGOLLAGA OCUPA un viejo caserío familiar de hondo arraigo en la zona. Tras el relevo generacional, y después de la última reforma, ha cobrado la apariencia de un restaurante moderno con una apreciable separación entre mesas. El servicio es bueno y el ritmo de servicio adecuado.Aunque Salaberría apuesta por la cocina moderna, la carta continúa dividida en dos partes. Por un lado figuran los platos creativos; por otro, un grupo de especialidades tradicionales, como la menestra de verduras, cocochas de merluza, changurro a la donostiarra, merluza en salsa o cordero asado.En lo concerniente al tratamiento de los pescados, Salaberría también ha desarrollado un estilo diferente. Los somete en fresco a salazón un tiempo variable sumergiéndolos entre sal gris marina. Bajo la presión hidrófila del cloruro sódico se deshidratan, se contraen y resultan más enteros. Un sistema que acentúa sabores y beneficia a las sardinas y los chicharros (pescados azules), pero que no beneficia nada a los pescados blancos. Tanto el rodaballo de anzuelo, que se sirve con un concentrado caldo de pulpo seco, como los salmonetes, a los que acompaña el caldo de sus cabezas, resultan algo secos y enteros.Con los postres, la casa da muestras de buenas maneras: delicado el surtido de chocolate con pan y especias; correcta la compota de fresas con helado de rosas; suave el queso espumoso de cabra con sorbete de piña, e insustancial la torrija, que no está a la altura del resto. De la bodega, que contiene una selección de marcas interesante, se ocupa el hermano de Isaac, Xabier Salaberría.
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