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Qué hacer 24 horas en Toro, ciudad zamorana de reyes y de vino

Las bodegas y la colegiata de Santa María la Mayor son los protagonistas indiscutibles de cualquier escapada a esta localidad asentada en la vega del Duero

24 horas en Toro
La calle mayor de Toro (Zamora), con la colegiata al fondo.Peter Eastland / Alamy Stock Pho (Alamy / Cordon Press)

Durante un día en la ciudad de Toro, sin prisa, pero sin pausa, da tiempo a descubrir la regia historia de la antigua provincia de Toro de la Corona de Castilla, vigente entre los siglos XVI y principios del XIX; admirar su legado románico; y, por supuesto, saborear el vino de la cotizada y autóctona uva, la tinta de Toro. Se puede aprender también sobre las Leyes de Toro de 1505 (Cortes de Toro), las 83 normas que Fernando II de Aragón legisló tras la muerte de la reina Isabel, promulgadas en nombre de la reina Juana I de Castilla, y algunas de las cuales siguen vigentes.

Toro fue de vital importancia, facilitando el camino al trono a los futuros Reyes Católicos, y con ello la unión de Castilla y Aragón. Así como la histórica batalla de Toro, del 1 de marzo de 1476, entre los Reyes Católicos y Alfonso V de Portugal, fue decisiva en la sucesión al trono de Castilla y posterior configuración de España.

11.00 Tinta de Toro

Comencemos por sus viñedos. Toro tiene nada menos que 64 bodegas. Sin embargo, hay una muy especial, pues recoge diversos y seductores componentes. Las Bodegas Monte la Reina (1), a 10 kilómetros de la ciudad, cuentan con 300 hectáreas de viñedo propio donde se cultiva la uva tinta de Toro y la verdejo de la que es pionera en la región. Seis tintos y dos blancos bajo denominación de origen Toro le dan un carácter único a esta bodega familiar que presume de cepas prefiloxéricas. Hace los honores su dueña, Carolina Inaraja, una mujer joven y la primera de la familia que ha apostado por el vino dentro del amplio complejo familiar de 1.400 hectáreas.

Se divisa a lo lejos el castillo neogótico del siglo XIX, antiguo hogar de la familia Inaraja reconvertido en un hotel boutique de seis habitaciones, nombrado Posada Real, al que no le falta un detalle; decoración exquisita, productos naturales en el desayuno, y un picoteo de las mejores conservas a las que acompañan sus vinos, a las horas del aperitivo, merienda o cena. Las vistas desde los balcones del castillo son las de la vega del Duero y los viñedos.

La bodega, en cambio, está un tanto escondida. No ambiciona protagonizar un paisaje espectacular, y su vanguardista edificio diseñado por Jesús Juárez recuerda a una cámara de fotos, con el fin de inmortalizar la panorámica que tiene el privilegio de contemplar. Puertas adentro, las instalaciones hablan de la calidad y cantidad de un vino que se exporta a 35 países, fermentado en barriles de aluminio de gran tamaño para la uva tinta (menores para la blanca) y barricas de madera del Cáucaso, ahora de Transilvania debido a la guerra, para cosechas especiales. Tras la visita de la mano de José Nuño, presidente de EnoDuero (Asociación Enológica de Ribera del Duero), quien ejerce aquí de enólogo, llega la cata de vinos de la D.O. Toro con premios internacionales, como su reserva Inaraja, otros más enfocados a winelovers o sangrías y tintos de verano frescos y desenfadados bajo la marca Carolina. Carolina Inarja y José Nuño comentan cómo, a pesar de que su proyecto se basa en la tradición, tienen miras puestas en la vanguardia vinícola.

La uva tinta de Toro es conocida y ambicionada por los entendedores de vino. Algunos han venido de lejos, por ejemplo, el actor francés Gérard Depardieu, para cultivarla.

13.00 La ciudad del vino

La Torre del Reloj, ubicada en el recinto amurallado de Toro (Zamora).
La Torre del Reloj, ubicada en el recinto amurallado de Toro (Zamora).Guillermo Avello / Alamy Stock P (Alamy / Cordon Press)

Pasar bajo la Torre del Reloj o Puerta del Mercado (2) es entrar en la ciudad de Toro. Su arco fue parte de la antigua muralla y da acceso a la calle Corredera, vestida con las casas entramadas, de ladrillo, que caracterizan la urbe castellana, y animada por la gente que va a tomar el aperitivo en alguna de las muchas tabernas. Se cuenta que para algunas de las añejas construcciones de Toro se utilizó vino en la argamasa en lugar de agua. No es de extrañar, pues se han documentado 300 bodegas subterráneas, lo que hace pensar en las muchas casas cuyos subsuelos eran bodegas. De hecho, se ven unos ventanucos a los que llamaban zarzares, ya que por ellos se expulsaban los restos de la uva que iban a caer a las zarzas. En 2016 se celebraron en Toro las Edades del Hombre, momento en que los murales callejeros se pintaron con los vivos colores del arte urbano. Cabe señalar el del Toro y el León, escudo de Toro, que perteneció durante siglos al reino de León. Antes de comer da tiempo a echar un vistazo a la plaza Mayor (3), sede del Ayuntamiento neoclásico, obra de Ventura Rodríguez en 1778.

14.00 La hora de comer

Pegado a la Torre del Reloj, el restaurante Doña Negra (4) es el sueño cumplido en 2017 del chef César Ferrada y la jefe de sala y repostera Eliana Leguizamón. Oriundos de Malargüe, ciudad argentina en la provincia de Mendoza, el estar situados al lado de la Torre del Reloj les recuerda al famoso Reloj Torre Cincuentenario de su ciudad natal. Tal es la presencia de la muralla del siglo X que algunas de sus piedras se integran en las paredes del restaurante. Comienza el ritual gastronómico maridado con vinos de Bodegas Monte la Reina. A la mesa salen como entrantes un foit micuit elaborado con fruta templada y reducción de Pedro Ximénez; un exquisito crujiente de boletus con mozzarella gratinada; un steak tartar aderezado con verdejo; y un dúo de buñuelos caseros de morcilla y bacalao. Entre los platos principales, el tostón confitado y crujiente, el rabo estofado de toro, el bacalao confitado con pimientos al pilpil o la deliciosa perdiz escabechada son algunos de los predilectos; pero no hay que olvidar sus sabrosos arroces. La estrella dulce se la damos a los merenguitos rellenos con pastelera y fruta con helado, y el coulant de chocolate. Una excelsa comida que por algo está incluida en La Ruta del Vino Toro. Se podría pensar que el nombre del restaurante se refiere a la tinta de Toro, nada que ver… Viene de la madre de Ferrada, experta en cocinar empanadas criollas, a quien cariñosamente llamaban “la Negrita”.

16.00 Descubriendo Toro Sacro

No puede haber mejor postre arquitectónico que la colegiata de Toro (5), la joya de la ciudad. Pero antes de adentrarse y centrar toda la atención en este monumento hay que echar un vistazo, desde su mirador, a la espectacular panorámica de la vega del Duero.

El exterior de la colegiata de Santa María la Mayor, en Toro.
El exterior de la colegiata de Santa María la Mayor, en Toro.NurPhoto (NurPhoto / Getty Images)

La construcción de Santa María la Mayor, de estilo románico-gótico, duró más de 100 años, durante los siglos XII y XIII, en tiempos de Fernando II de León. Durante 138 años, cinco arquitectos toresanos intervinieron en su edificación de piedra, arenisca, caliza. Una excepción al románico de ladrillo que caracteriza a Toro y que acabó derivando en mudéjar. Se compone de tres cuerpos: una nave central y dos laterales rematadas en un cimborrio bizantino. Destacan sus tres portadas. La meridional se adorna con sencillos motivos geométricos y vegetales. La norte esculpe a Cristo como rey rodeado de los 24 ancianos del Apocalipsis en el juicio final. Sin embargo, la Portada de la Majestad es una de las más famosas dentro de la arquitectura gótica española. Labrada y policromada en el último cuarto del siglo XIII, destaca por el amplio muestrario de instrumentos musicales tañidos por los ancianos del Apocalipsis en torno a la divinidad de Cristo, la Virgen y Juan. El interior de la colegiata alberga sepulcros murales de la familia Fonseca, la tabla flamenca de la Virgen de la Mosca, del círculo de Jan Gossaert, una de las pocas imágenes de la virgen embarazada, y un calvario de marfil y carey, entre otros tesoros.

Al salir, y para completar el recorrido de Toro Sacro, se puede dar un paseo y acercarse a las iglesias del Santo Sepulcro (6), San Lorenzo el Real y San Salvador de los Caballeros (7), que cuenta con un museo de arte sacro. Hablando de museos, el del Monasterio de Sancti Spiritus (8), fundado en 1316 por Doña Teresa Gil, alberga el sepulcro de Doña Beatriz de Portugal, obra realizada en alabastro, y una serie de bellas armaduras.

18.00 El sol se esconde en la vega del Duero

La media tarde es una buena hora de ir al Alcázar (9), en la plaza de San Agustín. Un auténtico hito de la ciudad, cuyos muros hablan de los tiempos de Alfonso IX y su boda con Doña Berenguela. De Sancho IV, quien en 1283 le regaló Toro a su esposa María de Molina y esta reconstruyó el Alcázar dándole la forma que hoy ostenta. Actualmente, cumple el papel de oficina de turismo y sala de exposiciones. Los honores del Alcázar los hace el verraco celtibérico. Su mirador es el lugar idóneo para contemplar la puesta de sol sobre la vega del Duero.

Vista aérea del Alcázar en la localidad zamorana.
Vista aérea del Alcázar en la localidad zamorana.KarSol / Alamy Stock Photo (Alamy / Cordon Press)

19.00 Un pinchito y a casa

Con la puesta de sol aún en la retina, una buena forma de despedirse de Toro es picoteando en alguna de sus muchas tabernas, por ejemplo en la Esquina de Colás (10), en plena Plaza Mayor, famosa por la excelencia de sus pinchos.

La Esquina de Colás, una de las tabernas que se encuentran en la plaza Mayor de Toro.
La Esquina de Colás, una de las tabernas que se encuentran en la plaza Mayor de Toro.nomadas ocasionales / Alamy / Cordon Press

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