Ciudadanía y clase política

Las tres consultas populares realizadas sobre el tratado constitucional de la Unión Europea, han puesto de manifiesto el divorcio existente entre la ciudadanía y la clase política. En el caso de España por el altísimo nivel de abstención, y en el de Francia y Holanda, votando sus ciudadanos en contra de lo que propugnaban los respectivos gobiernos.

Esa falta de sintonía, en nuestro país puede apreciarse también en otros temas de los que no hablan nunca nuestros representantes en el Parlamento.

Como el de las bandas juveniles; que tienen prácticamente tomados algunos barrios periféricos de las grandes ciudades, constituyendo focos de violencia, inseguridad y actividades delictivas. O el problema de la despoblación del campo español; con el consiguiente peligro de abandono y desertización porque los hijos no quieren continuar las explotaciones familiares y por la bajísima rentabilidad que se agravará con la desaparición de las ayudas de la UE. Y el más grave a mi entender: la situación de un profesorado de enseñanza media y secundaria, con un altísimo nivel de bajas por problemas psiquiátricos, mayoritariamente desanimados, inermes y sin autoridad ante la indisciplina de los alumnos, y con frecuencia desautorizados por los padres y muy poco apoyados por la administración educativa. Lo cual, de no solucionarse, hará que la LOE que prepara el Gobierno sea papel mojado.

Son sólo tres ejemplos de lo que preocupa a los ciudadanos de a pie, pero al parecer no a nuestros políticos, puesto que no hablan de ellos. Y también forman parte del estado de la nación.