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Entrevista:JOSÉ MIGUEL INSULZA | Secretario de la OEA

"Latinoamérica es la región más injusta del mundo"

José Miguel Insulza acaba de cambiar Santiago de Chile por Washington. Hace nueve días tomó posesión como secretario general de la Organización de los Estados Americanos (OEA) y mañana preside la asamblea que se celebra en Fort Lauderdale, Florida. El socialista Insulza, de 62 años, ministro del Interior -tras haber ocupado la cartera de Exteriores- y pieza clave en la transición de Chile a la democracia, se hace cargo de una OEA descabezada desde hace nueve meses por la salida del costarricense Miguel Ángel Rodríguez y que arrastra una imagen de ineficacia y escasa relevancia.

Pregunta. Su elección, hace un mes, fue complicada, con varios empates y tras una política de candidaturas errática de EE UU, que luego rectificó Condoleezza Rice cuando se vio con usted en Santiago. ¿Entiende la secretaria de Estado las realidades de Iberoamérica?

"La democracia está ligada al desarrollo económico, pero que haya muchos pobres nunca puede ser un pretexto para no tenerla"

Respuesta. Sí, ella mostró un conocimiento bastante completo cuando estuvo allá, y una gran flexibilidad para entender los problemas. Creo que la primera prioridad para EE UU es la estabilidad de la región. Pero en eso coincidimos todos.

P. La Carta Democrática es explícita, pero resulta insuficiente o perturbadora para algunos.

R. Para mí, la democracia es algo claro: uno la conoce cuando la ve. La democracia es elecciones libres y libertad permanente de los ciudadanos; es libertad de expresión, de asociación, son los partidos y el respeto a las minorías y a la oposición... Y cuando se habla de que la democracia está íntimamente ligada al desarrollo económico y social, es cierto, y lo dice la Carta. Pero una cosa es eso y otra decir que es más difícil tener democracia si hay muchos pobres; en todo caso, eso nunca puede ser un pretexto para no tenerla.

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P. ¿Tiene algún sentido establecer un pulso entre la Carta Democrática y una Carta Social?

R. Ninguno. La Carta Social es una buena iniciativa, un buen complemento, y espero que la saquemos adelante.

P. ¿Le preocupa que la tensión entre Venezuela y EE UU se coloque en el centro de la asamblea de la OEA?

R. No quiero hablar de países concretos, pero las confrontaciones bilaterales nunca son buenas en un organismo multilateral, que debe forjar consenso, aunar voluntades, no producir divisiones.

P. Hay países en la zona con conflictos serios, como Bolivia y Ecuador. ¿Ve alguna novedad en estas situaciones?

R. Es una realidad; la presencia del mundo indígena en América Latina es cada vez mayor. Creo además que los conflictos no tienen ya el profundo contenido ideológico de antes.

P. El populismo, en muchas ocasiones, ocupa todo el espacio de la izquierda a los ojos de muchos ciudadanos...

R. Después de las experiencias de los setenta, tenemos temor al exceso de expectativas. El populismo lo vemos como un fenómeno contrario a nuestra política. Ahora, lo que sí es cierto es que en nuestra región hay muchos problemas no resueltos. El caldo de cultivo para el populismo está ahí; esta región no es la más pobre del mundo, pero sí es la más injusta del mundo. No hablo del Caribe ni de América del Norte, sino de América Latina, en donde los niveles de distribución del ingreso son los más desiguales del mundo y hay 200 millones de personas por debajo de la línea de la pobreza. Todo eso es caldo de cultivo para un populismo de soluciones fáciles.

P. ¿Qué le hace falta entonces a Latinoamérica?

R. Le falta mejor gobierno, mejores instituciones; seguir políticas más claras y consistentes en materia económica y una mayor disposición de los grupos económicos a compartir los beneficios del desarrollo. Las instituciones son débiles y precarias, muchas veces no gobiernan bien.

P. ¿Cómo estuvo la entrevista con el presidente Bush el martes en la Casa Blanca?

R. Fue una demostración de interés muy importante de parte del presidente, porque estaba acompañado por sus principales asesores de política exterior. Al final me preguntó qué podía hacer, y yo le dije que mantener el interés de EE UU por la OEA en tanto que organismo multilateral. Es importante que Bush haya decidido asistir el lunes a la asamblea de la organización.

P. EE UU se olvidó de Latinoamérica después del 11-S. Hubo preocupación por el comercio, por la seguridad, pero no por la política, y muchos países sienten el abandono.

R. Efectivamente, es necesario revisar bien cuál es la agenda común que tenemos. Los títulos están bien: democracia, seguridad, desarrollo. Pero la verdad es que la negociación comercial ha estado atascada y que los temas de seguridad no atienden a cosas graves como los huracanes. Tenemos un documento muy importante que se llama Seguridad Multidimensional, pero no lo cumplimos, se quedan fuera los problemas del crimen organizado, de las pandillas, de las catástrofes naturales...

P. En algún momento puede haber una situación nueva en Cuba, aunque sea por razones biológicas. ¿Lo tiene usted en cuenta al comenzar su mandato como secretario general de la OEA?

R. Yo creo que el mundo y América están acostumbrados a la presencia de alguien

que estaba ahí ya cuando el presidente Eisenhower estaba gobernando EE UU. Y después han venido cantidad de presidentes norteamericanos... Todo eso provoca una cierta impresión de que ésta es una situación permanente. Pero yo no creo que sea bueno hacer cuentas biológicas. Para mí, el tema de Cuba seguirá siendo político y ojalá el hemisferio llegara a algún acuerdo sobre cómo mejorar la situación. No quiero abundar más sobre este país, que no ejerce como miembro activo en este momento; lo importante es declarar que las puertas de la OEA estarán siempre abiertas para todos los países democráticos, pero existe la Carta Democrática, que no nos podemos saltar.

P. ¿Su reto es que se diga, cuando deje el cargo, que fue el hombre que resucitó la OEA?

R. Bueno, yo diría del hombre que hizo lo posible por resucitarla. Pero no creo que la OEA esté muerta. Hace muchas cosas. A lo mejor debe hacer pocas y más en profundidad.

José Miguel Insulza, el pasado jueves en Santo Domingo.
José Miguel Insulza, el pasado jueves en Santo Domingo.EFE

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