El amor y la memoria
Tiene mucho de vuelta a un territorio conocido el abordaje de cualquier película nueva (ésta lo es menos: en realidad, fue rodada antes de Presidente Mitterrand, que acabamos de ver de estreno) de Robert Guédiguian. Y lo es no sólo por su recurso a un grupo casi inamovible de actores-amigos (empezando por su mujer, Ariane Ascaride), sino también por la recurrencia a algunos temas que se repiten en todas ellas: el compromiso político, las contradicciones de la sociedad actual, los a veces cegados caminos que adopta la contestación de izquierdas.
También aquí ocurre algo así, aunque más desesperanzado. Con el sorprendente apoyo de una obra teatral que reactualiza el nacimiento de Cristo, Guédiguian indaga en la vida de un personaje (Ascaride) súbitamente aquejado de una persistente pérdida de memoria. Y lo hace de la mano de un antiguo amor (Darroussin), un médico que ha seguido una vía personal y política diferente a la de su amada, pero que está ahí cuando ésta más parece necesitarlo.
MI PADRE ES UN INGENIERO
Dirección: Robert Guédiguian. Intérpretes: Ariane Ascaride, Jean-Pierre Darroussin, Gérard Meylan, Pascale Roberts, Jacques Boudet. Género: drama, Francia, 2004. Duración: 90 minutos.