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Reportaje:

La lista de Scheck

El ex abogado de O. J. Simpson ha salvado a 159 inocentes gracias al ADN

Javier Sampedro

El premio Nobel James Watson le llama "bajito, desaliñado y agresivo", pero la verdad es que Barry Scheck no parece ninguna de las tres cosas. Se hizo famoso en 1994, cuando logró refutar la montaña de pruebas forenses que se habían presentado contra su defendido, el héroe del fútbol americano O. J. Simpson. En 1992 fundó con un colega el Proyecto Inocencia, instalado en la Escuela de Derecho Benjamin Cardozo de Nueva York, y dedicado a revisar viejos casos judiciales con las modernas pruebas de ADN. El balance de ese proyecto congela la sangre: 159 inocentes excarcelados, de los que 13 estaban condenados a muerte y docenas a cadena perpetua.

"Pero nuestro trabajo no consiste sólo en sacar de la cárcel a gente inocente", explica Scheck, actual presidente de la Asociación Nacional de Abogados Penalistas de EE UU, en una entrevista concedida a EL PAÍS. "El ADN también nos está sirviendo para descubrir a los verdaderos culpables y, sobre todo, para mejorar la investigación judicial. La pregunta esencial es: ¿Por qué fueron condenadas estas personas inocentes?".

"El rechazo de los europeos a la pena de muerte en EE UU es muy importante para nosotros"

Scheck, de 55 años, que visitó ayer Madrid para intervenir en el ciclo La ciencia contra el crimen, organizado por la Fundación La Caixa, ha sido uno de los grandes promotores de las pruebas de ADN en Estados Unidos, pero sabe que eso no basta. "El ADN no es una panacea. Sólo el 20% de los casos penales graves cuentan con pruebas de ADN o cualquier otra evidencia biológica. En el otro 80% es imprescindible que aprendamos a hacer bien la investigación convencional".

El proyecto de Scheck ha encontrado una resistencia feroz en el sistema judicial norteamericano, y la sigue encontrando en algunos Estados. "En Florida, por ejemplo, nos ponen obstáculos tremendos para acceder a las evidencias, y ello pese a los errores espectaculares que hemos demostrado allí. Recuerdo el caso de Frank Smith, que pasó 14 años en el corredor de la muerte y murió de cáncer en la cárcel a principios de 2000 mientras esperaba los resultados del ADN. Once meses después, el ADN le exculpó. Otro preso de Florida, Jerry Townsend, fue exonerado en 2001, después de 22 años en la cárcel".

Scheck prosigue: "El ADN no sólo reveló la inocencia de Smith y Townsend, sino también la identidad del verdadero autor de ambos crímenes, Eddie Mosley, que había cometido otras 60 violaciones y asesinatos en Florida. Uno esperaría que, después de ese caso espectacular, Florida aprobaría las regulaciones necesarias para facilitar las revisiones de casos mediante pruebas de ADN. Pero no fue así".

¿A qué se debe esa resistencia? "En parte a que no todo son errores. Algunos acusados han sido incriminados mediante trampas o pruebas fabricadas, y otras veces se han ocultado evidencias exculpatorias. Algunos responsables públicos están más preocupados por salvar la cara que por hacer justicia".

Scheck, un conocido progresista, no deja escapar dos asuntos más. Uno: "La gente en España debe saber que los abogados estadounidenses estamos enormemente preocupados por las técnicas abusivas que se han usado en los interrogatorios de Guantánamo. Necesitamos una investigación independiente, tal vez por un comité mixto del Congreso".

Y dos: "El primer argumento contra la pena de muerte es que es impropia de la civilización, y el segundo es que ocurren errores judiciales. El rechazo de los europeos a la pena capital es muy importante para nosotros". Ni bajito, ni desaliñado ni agresivo.

Barry Scheck, presidente de la Asociación de Abogados Penalistas de EE UU, ayer en Madrid.
Barry Scheck, presidente de la Asociación de Abogados Penalistas de EE UU, ayer en Madrid.ULY MARTÍN

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