"Quiero oír y recibir más información"
"Soy una persona sorda". Así se define Lucía Sánchez, una economista de 43 años que trabaja en el departamento económico financiero de la CNSE (Confederación Estatal de Personas Sordas). Y en seguida aclara: "Soy una persona sorda con implante coclear".
Se quedó sorda a los seis años, cuando sabía leer y escribir y ya había desarrollado el lenguaje. "Mi entorno era oyente y a los 27 años me pusieron el implante". Se trata de un electrodo que se coloca en el oído interno y que va acoplado por fuera a un procesador exterior. Piensa que ser sorda poslocutiva la convertía en una candidata idónea para el implante. Aunque no ha sido la panacea. "No entiendo completamente lo que oigo; tengo que interpretarlo. Sigo siendo una persona sorda", afirma. Su experiencia le dice que el implante no ofrece las mismas posibilidades a todos los sordos: "Para mí, la música es un ruido, pero para otras personas implantadas la música es un sonido muy agradable".
Aun así, sus expectativas se han cumplido. "No oigo como un oyente, pero yo ya sabía que iba a influir el tiempo que llevaba sorda", agrega. "Si alguien me habla y me he desconectado [la parte exterior], no oigo nada. Por eso, cuando estoy hablando con alguien y se me estropea el aparato o se me acaban las pilas, no lo paso bien. Tendría que entenderle sólo con lectura labial pura y dura y no es fácil si el interlocutor no vocaliza bien", dice.
Lucía Sánchez no se anda con rodeos: "Ser sorda para mí es una faena, por no decir una palabrota que aquí estaría bien utilizada. Dentro de eso, hay cosas positivas que vas descubriendo por el camino. Estoy contenta con el implante, porque quiero oír y mejorar mi comunicación y estoy a gusto dentro de la comunidad sorda. Además de un nombre, tengo un signo". Afirma que hay momentos en que desconecta para leer, ducharse o ir a la playa. "En esos momentos no necesito oír". Admite que, si se inventara algo nuevo para mejorar su audición, se apuntaría a ello. "Operarse no implica oír automáticamente", advierte. "Sin un tratamiento de logopedia rehabilitador el implante no sirve para nada. Hay que tenerlo en cuenta: tenemos que invertir tiempo y dinero", insiste. Aunque en su caso, mereció la pena.
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