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Reportaje:

Aviones a prueba de misiles

EE UU ensaya un sistema capaz de detectar cohetes contra las líneas aéreas comerciales

Washington cree que uno de los riesgos latentes de la amenaza terrorista tiene como objetivo los aviones comerciales, que pueden ser fácil blanco de misiles disparados desde tierra en el momento del aterrizaje o el despegue. Por eso, según The New York Times, se desarrollan pruebas para instalar a bordo de los aviones un sistema de detección basado en rayos láser infrarrojos capaces de detectar y neutralizar cohetes como el ruso SA-7 o el estadounidense Stinger, los modelos más populares en el mercado negro de armas.

El Departamento de Seguridad Nacional, creado después del 11-S para tratar de "prevenir ataques terroristas dentro de EE UU, reducir la vulnerabilidad y minimizar los daños de posibles atentados", financia las pruebas de un proyecto que puede llegar a costar 10.000 millones de dólares en caso de que tenga éxito y se instale en todos los aviones comerciales estadounidenses, sin contar los gastos operativos y de mantenimiento. La actual fase experimental tiene un presupuesto de 120 millones y los prototipos estarán listos para ensayarse en tres tipos de aviones dentro de seis meses.

Los defensores del proyecto creen que un solo atentado tendría efectos devastadores

Aunque no ha habido datos que permitan asegurar que hay planes para llevar a cabo ataques contra aviones comerciales desde tierra, el nivel de exposición al riesgo es grande, si se tiene en cuenta que la flota norteamericana, de casi 7.000 aviones, lleva a cabo una media de 25.000 vuelos diarios en la temporada de invierno y 35.000 en la de verano y que los misiles mencionados tienen un acceso relativamente sencillo y barato y son de fácil transporte. Un estudio del Congreso asegura que hay unos 350.000 misiles en todo el mundo. "Es extraño que un avión de pasajeros no haya sido derribado por un misil lanzado desde tierra. Hemos sido enormemente afortunados", declara al diario el congresista republicano John Mica, uno de los defensores del sistema.

El pasillo de riesgo de exposición a un misil ligero disparado desde tierra en el momento del despegue o el aterrizaje es amplio: los aviones comerciales pueden ser alcanzados cuando vuelan por debajo de los 15.000 pies, en una franja que se extiende unos 80 kilómetros de largo y nueve de ancho, según los cálculos utilizados en los ensayos. Para localizar y destruir misiles en ese pasillo, el sistema contaría con un sensor de temperatura que enviaría sus señales a un procesador, para discriminar la fuente de calor y determinar si supone o no una amenaza. El procesador desencadenaría la actividad de un transmisor que enviaría un láser capaz de inmovilizar el supuesto misil o de alterar su trayectoria en caso de haber sido disparado.

El proyecto, indica el diario, ha recibido críticas de expertos en seguridad, que creen -basados en estudios tanto de Seguridad Nacional como de otros organismos- que el principal riesgo de terrorismo nacional en EE UU no viene de los posibles atentados con misiles contra aviones comerciales, sino de atentados con camiones bomba, explosivos de difícil detección camuflados en equipajes o escondidos en contenedores de tráfico marítimo. Cada año entran en EE UU nueve millones de contenedores; un reciente estudio del Congreso revela que al menos un tercio no está sujeto a un control suficiente en los países de origen.

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Pero los defensores de las pruebas en curso señalan que el efecto de un único atentado con éxito sería devastador para la seguridad y la economía de EE UU y recuerdan que hace tres años, se lanzaron dos misiles -que fallaron su objetivo- contra un Boeing, un vuelo chárter fletado por Israel mientras despegaba del aeropuerto de Mombasa, en Kenia. Y en noviembre del pasado año, un Airbus de carga fue alcanzado por un misil cuando despegaba del aeropuerto de Bagdad, aunque logró aterrizar. Basado en estos precedentes y advirtiendo de que la tecnología del misil ligero puede mejorar, The New York Times recoge el testimonio del senador demócrata Charles Schumer, otro de los congresistas empeñados en sacar adelante el proyecto: "

[El ataque contra aviones comerciales desde tierra] es uno de los peligros aéreos más graves que existen".

Para que el proyecto tenga más posibilidades de salir adelante, el Departamento de Seguridad Nacional ha pedido a los dos grupos que compiten por el contrato -Northtrop Grumman y BAE Systems- que reduzcan costes. El objetivo, en esta fase del plan, sería que el coste de instalar el sistema en cada avión no superara el millón de dólares; el cálculo del coste del sistema en las pruebas que se preparan eleva esa cifra a 1,6 millones.

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