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Reportaje:

La sombra de Chávez en Bolivia

Políticos y empresarios están convencidos de la influencia del presidente de Venezuela en la crisis que sufre el país andino

Fernando Gualdoni

Evo Morales siempre tiene presente a Fidel Castro y Hugo Chávez cuando expone su proyecto para Bolivia. El líder indigenista del Movimiento al Socialismo (MAS) no oculta su admiración por los mandatarios cubano y venezolano que se enfrentan al "imperialismo estadounidense" y que, al menos de momento, se salen con la suya. El MAS es el partido que ha cosechado más apoyos en Bolivia y es la segunda fuerza en el Congreso. Es el movimiento que enarboló la bandera de la recuperación de los hidrocarburos para el Estado y el que expulsó con su protesta al ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada en octubre de 2003. La lucha de Morales ha demostrado la creciente importancia política de los recursos energéticos en América Latina y ha supuesto un tanto para Hugo Chávez en su pugna con Lula da Silva por ganar influencia en América del Sur.

EE UU percibe nuevas amenazas en la región, entre ellas el populismo radical y la guerrilla
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A Chávez, la admiración de Morales le ha permitido pinchar otra banderita de su movimiento bolivariano en el mapa latinoamericano. Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Panamá y Venezuela son los seis países que liberó Simón Bolívar y sobre los cuales Chávez intenta proyectar su influencia para reconstituir aquella gran unidad geográfica (la Gran Colombia más Perú y Bolivia) que el libertador venezolano forjó entre 1819 y 1827, y con la que intentó crear una gran república hispanoamericana para hacer frente al naciente Imperio del Brasil. Donde Bolívar fracasó, Chávez quiere triunfar. El movimiento bolivariano busca crear una gran unidad, no geográfica sino política, para oponerse a otro "imperio", el de EE UU. Si Bolívar financió su sueño con el aporte de los criollos y de potencias enemigas de España, Chávez lo hace con el petróleo, que hoy está a precios récord.

"No tenemos pruebas de que Chávez financie las movilizaciones del MAS", dice Roberto Mustafá, presidente de la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia, "pero los hechos hablan por sí mismos". "Morales ha viajado varias veces a Caracas y ha participado en el programa de televisión del presidente venezolano", añade. Morales y Chávez se han visto varias veces. El líder indigenista viajó junto a Chávez a la toma de posesión del presidente uruguayo, Tabaré Vázquez, en marzo y estuvo junto a los presidentes venezolano y cubano en la celebración del 1 de mayo en La Habana.

La estrecha relación de Morales con Chávez provoca malestar entre los empresarios y políticos bolivianos. A finales de 2004, el ex presidente Jorge Quiroga envió una carta a Chávez para pedirle que no se entrometiera en los asuntos internos de Bolivia. A raíz de las manifestaciones de la última semana, la sombra de Chávez volvió a planear sobre La Paz.

En un seminario celebrado el lunes en La Paz, la experta en seguridad de la Fundación Centro de Estudios Brasileños, Mónica Hirst, dijo que EE UU percibe nuevas amenazas procedentes de la región, entre ellas "populismo radical, terrorismo, narcotráfico y guerrilla", que podrían dar lugar a una intervención de Washington. Hirst señaló que a la Casa Blanca le preocupa el terreno que han ganado los eslóganes antiestadounidenses en los movimientos indígenas de Ecuador, Perú y Bolivia. Fuentes policiales bolivianas aseguran que se estudia la conexión entre el movimiento bolivariano de Chávez y otros de la zona andina como el etnocacerista (indigenista y nacionalista) del ex militar peruano Antauro Humala, actualmente en prisión, y los locales, como el encabezado por Morales.

El ex secretario estadounidense para Asuntos Latinoamericanos, Otto Reich, advirtió en abril a su Gobierno de que debía esforzarse para detener el eje Cuba-Venezuela. "La combinación del malévolo genio de Castro, con su experiencia en batallas políticas y su desesperación económica, más el chorro ilimitado de dinero que posee Chávez y su inmensa imprudencia, amenazan la estabilidad y la seguridad de la región", aseveró Reich. El político, que era embajador en Caracas durante el golpe de 2002 contra Chávez, sostuvo que EE UU debía iniciar una ofensiva diplomática para detener "la influencia del eje Cuba-Venezuela, que, entre otros países, tiene como blanco inmediato a Bolivia".

La presión de EE UU, hasta el momento, no ha socavado el avance del movimiento bolivariano. Más bien lo contrario. Cuando en las elecciones de 2002 el ex embajador estadounidense en La Paz, Manuel Rocha, pidió que no se votara a Morales, lo único que consiguió fue aupar al líder cocalero. En las movilizaciones de la pasada semana se escuchaban eslóganes contra la presencia económica de los gringos. Por el contrario, si a alguno de esos indígenas, campesinos, mineros, maestros rurales y gentes del movimiento de los Sin Tierra boliviano, se les preguntaba sobre Chávez; contestaban: "Tiene pantalones" (coraje). Teniendo en cuenta que esta gente representa al menos a dos tercios de los nueve millones de bolivianos, es comprensible la preocupación de Washington.

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Sobre la firma

Fernando Gualdoni
Redactor jefe de Suplementos Especiales, ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS como redactor de Economía, jefe de sección de Internacional y redactor jefe de Negocios. Es abogado por la Universidad de Buenos Aires, analista de Inteligencia por la UC3M/URJ y cursó el Máster de EL PAÍS y el programa de desarrollo directivo de IESE.

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