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SALUD

Enemigos que atacan en primavera

Los pólenes se hacen insufribles para los alérgicos en esta estación. Este año, por la sequía, la polinización será menos intensa, y la afectación, moderada. Pero cada vez son más las personas sensibles a estos potentes alergenos. A veces, el alérgico nace, pero la mayor parte de ellas se hace.

Rinitis (estornudos frecuentes, rinorrea o secreción acuosa abundante, congestión nasal), conjuntivitis (enrojecimiento de los ojos, picor intenso) y asma bronquial (dificultades respiratorias, sibilancias o pitos) son los síntomas más comunes de la alergia al polen. Cada primavera son más las personas que la padecen, las personas que se hacen hipersensibles a uno de los agentes inhalantes con mayor potencial alergénico: el polen.

Los pólenes son elementos microscópicos que se encuentran en el aire durante los periodos de polinización de ciertas plantas, preferentemente en primavera. En España, la alergia a estas sustancias, en principio inocuas, adquiere proporciones epidémicas desde finales de abril hasta bien avanzado el mes de junio. Durante este periodo, los pólenes de las gramíneas (cereales y césped, ramajes, matorrales y otras plantas de crecimiento espontáneo) y del olivo son los que tienen más capacidad de producir alergia, junto con el árbol del plátano, que va cobrando más fuerza con los años.

El comité de aerobiología con que cuenta la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC) ha desarrollado un modelo que predice la concentración de pólenes de gramíneas y comprueba su impacto en la población afectada.

"La cantidad de lluvia condiciona la germinación de las semillas, de modo que si ha llovido abundantemente durante el invierno la polinización en primavera será más intensa", explica el doctor Javier Subiza, coordinador del comité de aerobiología de la SEAIC. "Esta temporada", continúa, "la pluviosidad ha resultado más bien escasa, por lo que se prevé una afectación moderada. Calculamos que en 2005 no se superarán los 3.000 granos de polen por metro cúbico de aire, cuando algunos años se han sobrepasado los 6.000", afirma dicho doctor.

Las previsiones, según este experto, tienen gran trascendencia clínica, pues las mayores concentraciones de pólenes se corresponden con la mayor prevalencia de rinitis y asma bronquial por polinosis primaveral. De este modo, se pueden establecer las adecuadas estrategias de prevención, de disponibilidad de antihistamínicos (medicamentos hiposensibilizantes) en las farmacias y de previsión en los servicios de urgencias de los hospitales.

Un estudio desarrollado en 2003 por el comité de aerobiología de la SEAIC, en el que se incluyeron 1.536 pacientes alérgicos al polen de 13 provincias (48%, varones; 52%, hembras), y con una edad media de 30 años, reveló que el 93% tenía manifestaciones clínicas de rinitis; el 85%, de conjuntivitis, y el 41%, de asma. Este trabajo también demostró la alta frecuencia en un mismo paciente de polisensibilización, sobre todo a gramíneas y olivo al mismo tiempo, así como de la presentación conjunta de síntomas de rinitis, conjuntivitis y asma. Es decir, que un alto número de pacientes sufrían alergia a varios tipos de pólenes y con diversas manifestaciones sintomatológicas.

Como advierte el doctor Miguel Hinojosa Macías, alergólogo del hospital Ramón y Cajal de Madrid, aunque la principal concentración de polinosis o alergia al polen se produce en primavera, empiezan a aparecer reacciones de hipersensibilidad a pólenes durante todo el año, según las diferentes regiones naturales del país.

"Esto conduce a que muchos síntomas no sean atribuidos a razones alérgicas. Se estima que un 30% de los procesos aparentemente catarrales son atribuibles a la respuesta alérgica a plantas que polinizan en otros meses del año, y, sin embargo, el paciente no consulta al especialista", sostiene el doctor Hinojosa.

El estudio Allergy: Living & Learning, presentado en 2001 por la Sociedad Europea de Alergología e Inmunología Clínica, puso de manifiesto que una tercera parte de la población europea alérgica no tiene diagnóstico de confirmación mediante las pruebas actualmente disponibles. En este trabajo participaron 7.000 pacientes de Alemania, Austria, Dinamarca, España, Finlandia, Holanda, Italia, Noruega, Reino Unido y Suecia.

Según el doctor Hinojosa, el diagnóstico de confirmación es fundamental para empezar a aplicar lo antes posible el tratamiento más adecuado. "Muchos procesos alérgicos", comenta, "que debutan con síntomas de rinitis y conjuntivitis, con el tiempo evolucionan a asma bronquial, que es la manifestación más grave". "Esto podría evitarse", asegura, "con un diagnóstico preciso y un tratamiento temprano. En el caso de la polinosis, existe la inmunoterapia o vacunación, que es un tratamiento específico y a la medida de cada paciente. En realidad, es la única actitud terapéutica dirigida a las causas, no sólo a controlar los síntomas. Con esta medida, bien aplicada, se consigue una eficacia total en el 80% de los casos, lo que significa que los pacientes vacunados permanecerán libres de síntomas".

Cada vez son más numerosos los estudios que refrendan que el incremento de las alergopatías, que actualmente afectan a entre un 30% y un 35% de la población de los países ricos, es un tributo del progreso y del desarrollo industrial. Hay autores que también defienden la teoría de la higiene, que sugiere que el sistema inmunológico, al no tener que actuar como mecanismo de defensa frente a numerosas infecciones que hoy se combaten con antibióticos y otros fármacos, reacciona produciendo enfermedad ante agentes o sustancias que en sí mismos no son patógenos.

Aproximadamente, la mitad de las enfermedades alérgicas tienen un claro componente hereditario. Se da en este caso el término de atopia o predisposición genética. En estos pacientes que tienen antecedentes familiares, la alergia suele debutar a edades tempranas. En la otra mitad se desconocen los mecanismos desencadenantes. En cualquier caso, un hecho constatado en numerosos estudios es que las enfermedades alérgicas, sobre todo las que se manifiestan con rinitis y asma (como en el caso de la polinosis), interfieren notablemente en la calidad de vida de más de la mitad de los afectados.

Sin embargo, los especialistas admiten que hay una tendencia muy generalizada a minusvalorar estos síntomas. Darle poca importancia a los síntomas también conduce a que más de un 10% de los pacientes se automedique, principalmente con antihistamínicos. Éstos son la mejor arma con que se cuenta para ocultar los molestos síntomas de la alergia si el paciente va a estar expuesto al polen, pero muchos producen sedación y somnolencia y pueden ocasionar accidentes.

Factores que provocan la alergia

Las previsiones de los expertos auguran que para 2050 la mitad de la población mundial será alérgica. Como en todas las patologías, se aducen factores genéticos y ambientales. En los últimos 10 años se han identificado más de una docena de genes implicados en la respuesta alérgica, y localizados, sobre todo, en los cromosomas 5, 6, 11, 12 y 14.

Entre los factores ambientales se destaca la contaminación, sobre todo por motores diésel; el tabaquismo, y los microclimas de viviendas y lugares de trabajo aislados térmicamente, que a menudo no tienen la ventilación adecuada y propician la proliferación de ácaros que se encuentran en el polvo doméstico. Estos agentes microscópicos son potentes alergenos y frecuentemente se asocian a los procesos alérgicos a pólenes.

La herencia es importante: si existe una alta predisposición genética, es suficiente con que haya una baja carga alergénica para que nuestro cuerpo reaccione. Por el contrario, si los factores genéticos no son elevados, se requiere una carga ambiental por encima de lo normal para que aparezca.

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