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España exporta talento

Diseñadores que trabajan para empresas extranjeras. Productoras que venden fuera. Nuestro país exporta sillas, lámparas, percheros o mobiliario urbano. De Mariscal a Dalí, buenas ideas para el mundo.

Un dato: los diseñadores españoles que más exportan son Patricia Urquiola y Santiago Miranda. La trampa: ambos, la arquitecta ovetense y el proyectista sevillano, llevan media vida viviendo y trabajando en Milán. Con ellos ocurre como con el abanico de diseñadores argentinos que trabajan desde Barcelona. Las sillas y las lámparas de Alberto Lievore o Jorge Pensi tienen doble nacionalidad; triple, porque a la del origen y residencia de sus autores habría que unir la de su producción. Si una persona es de donde ha hecho el bachillerato, una pieza de diseño pertenece, en buena medida, al lugar en el que se ha gestado y a la cultura que la ha producido. Sin trampas, pues, entre los diseñadores españoles, Jaime Tresserra ocupa la cabeza de la lista de la exportación. Más del 80% de los muebles que diseña y produce este catalán se venden en el extranjero. Y la mayoría por encargo.

Contracorriente. Tresserra es el único diseñador de la empresa que él mismo dirige. Así, el proyectista español que más exporta es también la empresa que mayor porcentaje de su producción vende fuera, y, curiosamente, también la más exclusiva. Sus productos son los más caros del mercado nacional, pero no le preocupan las modas. Ni comparte tendencias, ni sigue estilos, ni participa en corrientes. Nunca le ha interesado unirse al grupo. Sabe que su fuerza reside en la exclusividad de sus diseños: piezas de cuidada factura que han sabido destilar la tradición, muebles que hablan del pasado sin poso, diseños que emanan lujo y exclusividad sin necesitar revestimientos dorados. Por eso ha dejado que sea el cine su mejor publicidad. Las escenografías de películas como Batman, de Tim Burton; Herida, de Louis Malle, o Tacones lejanos, de Almodóvar, han hecho que sus muebles se vieran en las pantallas de medio mundo. Y que se asociasen al glamour de las viviendas de cine. Pero no sólo su diseño es atípico. El propio Tresserra fue abogado antes de ser diseñador y tuvo una dilatada trayectoria como discreto interiorista antes de despegar nacional e internacionalmente con una línea de muebles. Corría el año 1987, tenía 44 años, presentó sus primeros muebles en la Feria de Valencia. Y triunfó. Alemania se convirtió en su mejor cliente, "pero los mejores clientes varían", señala Susan Zuhr, su jefa de ventas, "los encargos llegan de donde está el dinero en cada momento. Hace veinte años era Alemania. Hoy es Oriente Medio o las antiguas repúblicas rusas", apunta. Y lo mismo sucede con los productos, se venden por temporadas. Decíamos que Tresserra era exclusivo y especial, una prueba más: este año ha inaugurado su segundo show room. Pero no está en Milán, sino en la Rue de Rivoli de París.

Tresserra es singular en todos los sentidos. Sus piezas son limitadas porque se producen artesanalmente y por el alto precio al que se venden. Eso hace que el que más exporta no sea el diseñador más conocido. El más famoso en el extranjero es, sin lugar a dudas, Javier Mariscal, que desde que realizara su primer trabajo, unos carteles para la empresa de tejidos Salbiatti, ha firmado o diseñado la mitad de sus productos para empresas italianas. Hoy, el 50% de sus encargos llegan del extranjero. La mascota Twipsy, que diseñara para la Exposición Universal de Hannover el año 2000, se convirtió más tarde en la protagonista de una serie de televisión. Entre los últimos encargos italianos figura una petición que sobrepasa las sillas, los carteles y los juegos de niños. Mariscal realizará en Rímini el interior de un hotel que quiere homenajear a Fellini.

También de Italia, pero de una empre-sa mucho más conocida, llegó el primer encargo extranjero para el diseñador y arquitecto Óscar Tusquets. La empresa Alessi lo invitó a participar en uno de los experimentos más famosos de la historia del diseño industrial. En el Tea and Coffe Piazza, arquitectos como Aldo Rossi, Frank Gehry, Richard Sapper o Stanley Tigerman pusieron a prueba sus dotes como diseñadores dibujando un juego de té. Algunos fracasaron, y otros, como el propio Tusquets -que tenía detrás años de experiencia en el Estudio Per- despegaron internacionalmente. Su juego de té Oronda fue el primero, "y todavía estoy orgulloso de él", comenta Tusquets. La silla Varius (que produce B. D.) es el best seller internacional de este diseñador que realiza el 60% de sus encargos para clientes extranjeros. Entre sus últimos productos, la lámpara Hélix, que produce la firma italiana Leucos, es de cristal templado roto y chapa metálica.

Pero no todo llega de fuera. También hay diseñadores nacionales que triunfan en el extranjero de la mano de las empresas españolas. Es el caso del equipo Lievore, Altherr, Molina, al que muchas empresas españolas se disputan. Con todo, ha sido la valenciana Andreu World la que ha llevado sus diseños a los escenarios más cosmopolitas, como las tiendas Bvlgari, los barcos de Costa Cruceros, el hall de la Orquesta Sinfónica de Chicago, el Banco de Hong Kong o el hotel Buró al Arab de Dubai, el único del mundo con siete estrellas. Andreu World es una empresa que encierra una odisea, la de su director, Paco Andreu, que prosperó de lijar en un taller sin electricidad a la actual firma que dirige con fábricas en Ucrania y en Estados Unidos. Desde hace 25 años exportan sillas y mesas a Europa, y en los últimos años han llegado a vender fuera la mitad de su producción.

Otra firma valenciana, Punt Mobles, ha hecho del extranjero su campo de crecimiento. En los últimos tres años su exportación ha crecido un 100%. De vender fuera el 25%de su producción en el año 2002 han pasado a vender hoy el 52%. Una tienda y un país tienen la culpa: The Conran Shop, en Londres, es su principal cliente. Pero la relación con el extranjero de esta empresa no es una novedad. Se remonta a 1984 y a una pieza estrella: la estantería Literatura que firmara Vicent Martínez. Él y su mujer, Lola Castelló, son los gerentes y los principales diseñadores de la firma, que, no es de extrañar, triunfa también con los diseños de un británico, la serie Sussex, de Terence Woodgate, y últimamente ha comenzado a fabricar lavabos flexibles de poliuretano.

Como la valenciana Punt Mobles, otra empresa pequeña, la barcelonesa Mobles 114, triunfa sigilosamente. Ambas con el premio nacional de diseño, su proceder, sus prioridades y hasta sus gustos son tan cercanos que podrían ser primas hermanas. El perchero Mirac, que firman los directores de la casa, Josep Maria Massana y Josep Maria Tremolada, exporta el 50% de su producción. Ha sido elegido para colgar los abrigos de quienes llegan al edificio de la Unión Europea en Bruselas y Viena. La primera pieza que vendieron en el extranjero, hace 20 años, fue la lámpara Gira, que aún fabrican. Desde entonces exportan el 30% de toda su producción.

Entre los productores de lámparas, España exporta opciones complementarias. Santa & Cole proyecta en el exterior una imagen de lámparas tan sencillas como exquisitas. Holanda es su principal cliente. Y en esa demanda, las luminarias Moaré, Nimba o Leonardo, de Antoni Arola, conviven con los clásicos de Miguel Milán o del danés Arne Jacobsen que produce Santa & Cole. También los Países Bajos son el principal importador de los muebles de esta firma desde que, en 1986, empezó a vender fuera. El sofá Cómodo, un híbrido entre sofá y cama, de Carlos Riart, es el más solicitado. La otra faceta de la empresa, los bancos y las farolas de su catálogo de mobiliario urbano, la exportan mayoritariamente a Portugal y a Puerto Rico. Santa & Cole vende a otros países el 28% de su producción. Algo más vende otra fábrica de lámparas española, B-Lux, que ha hecho de la tecnología su principal baza en el extranjero. La luminaria de techo Veroca, una sábana que emana luz, diseñada por el navarro Miguel Ángel Ciganda, es su producto más vendido en Europa.

Algunas editoras nacionales están despegando en Europa, y es notable que numerosas fábricas vendan la mitad de sus productos fuera. Sin embargo, la presencia española en el mercado internacional, aun siendo notable, sigue siendo reducida. Son muy pocos los fabricantes que acuden a las ferias internacionales, que es donde se dan a conocer, se prueban y se miden con la competencia los diseños. Además, las macroempresas internacionales apenas confían todavía en los fabricantes españoles. La mayor parte de la plantilla de diseñadores de Ikea tiene origen nórdico. Y la empresa británica Habitat afirma que, aunque compran sofás a una empresa alicantina, trabajar con diseñadores españoles sigue siendo un tema pendiente. Con todo, también exportamos sofás. Entre las fábricas nacionales, una de las más notables es Perobell, que exporta el 40% de su producción entre Estados Unidos y Europa, "aunque Arabia Saudí y los Emiratos Árabes son mercados crecientes", apunta José Ignacio Martínez, el director de la firma. Hace 25 años que Perobell acudió por vez primera a la feria de Colonia. Así llegaron los primeros encargos extranjeros, que tuvieron como protagonistas a los sofás Terzo, de Alberto Lievore y Jorge Pensi. "La oferta se renueva y, consecuentemente, las demandas varían", según señala Martínez. Cambian los importadores y los productos más solicitados. Eso hace que la parrilla de proyectistas de la empresa deba mantenerse a punto, en activo y sacando sorpresas de la manga.

Más allá de nuestras fronteras el prestigio manda tanto como los números. Lo sabe la empresa B. D., una singular aventura creada por varios diseñadores cuando en España apenas se producía diseño. Aunque exporta sólo el 30% de cuanto edita, la empresa B. D. contribuye como pocas a acrecentar el prestigio del diseño español en países de medio mundo. Su director, Jordi Arnau, no se engaña: "Nuestros productos llegan a los países desarrollados con cultura del diseño: Italia, Japón, Alemania, Estados Unidos, Holanda y Reino Unido". La repercusión mediática de sus presentaciones avala la llegada de sus diseños. Por eso entre los más exportados se cuentan la colección de muebles de Dalí, los taburetes Happy Hour y la serie bdLove de Ross Lovegrove, todo un mundo cosmopolita en el que el pasado y las tendencias de futuro se dan la mano para llegar más alto.

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