La familia química
Ésta es la segunda novela que publica (tras el éxito de la primera, Los dos Luises, con la que obtuvo el Premio Herralde en 2000) el mallorquín Luis Magrinyà (1960), que ya había triunfado ante la mejor crítica, sobre todo, con dos libros de relatos anteriores, Los aéreos y Belinda y el monstruo, publicados respectivamente en 1993 y 1995. Magrinyà es un escritor que despertó grandes esperanzas desde el principio, por la calidad de su prosa y la originalidad de sus propuestas, cargado de un humor socarrón, de unas dobles y triples intenciones que muchas veces aparentan negarse entre sí en un ejercicio continuo basado en lítotes (o negaciones) aparentes o reales, que busca el equilibrio bastante inconstante -o discontinuo- pero no ha alcanzado todavía el grado de unanimidad al que su prosa aspira; no es un verdadero novelista sino un narrador articulado en torno a propuestas que brillaban más en su primera y anterior novela que en esta segunda, Intrusos y huéspedes, que se introduce de rondón en un tema y un universo fascinantes, el de las drogas en el mundo contemporáneo, que yo mismo considero apasionante pese a caerme bastante lejano y del que lo desconozco casi todo, por lo que pido perdón a mis lectores de antemano, intentando no quitarle a él los suyos que especialmente se merece por la calidad e intensidad de su libro, aunque no se trate de una buena novela de verdad.
INTRUSOS Y HUÉSPEDES
Luis Magrinyà
Anagrama. Barcelona, 2005
230 páginas. 15 euros
Intrusos y huéspedes se plantea en un principio como una novela familiar pues describe la llegada a un hogar madrileño y monoparental de un hijo pródigo separado desde hace años, residente en Australia con su madre separada, cuya llegada le parece al padre como la de un huésped que se va a convertir en un intruso, o al menos a provocar la aparición de un grupo entero de intrusos que parece van a desordenarlo todo. El padre es un hombre normal, bien instalado y con un trabajo estable (es director de teatro en un colegio, lo que le permite al autor brillantes descripciones del mundo teatral, y algunas críticas al mismo que parecen proceder de Los dos Luises) y no se entiende demasiado bien con su hijo recientemente aparecido y su extraña cohorte, pese a que su comportamiento parece correcto, aunque excesivamente frío y poco comunicativo. El padre escribe un diario desde su llegada, en el que se muestra como un individuo bastante alucinado e inestable (es un consumidor de extraños medicamentos) que acaba sumido en una potente depresión, de la que saldrá mediante la ingestión de una serie de drogas, cuya descripción, obtención, manipulación y uso son minuciosamente descritos en la tercera y más considerable parte del libro, el más explicativo de los diarios que lo componen.
El universo de las drogas configura un mundo complejo, que lo mezcla todo: la posibilidad de ampliar el conocimiento humano, el de su uso y sus límites, el jurídico y legal sobre sus permisos y persecuciones, sobre el que Luis Magrinyà muestra unos conocimientos extraordinarios.
Pues bien, los personajes
de este libro se sumergen en un proceso de obtención ilegal de una droga milagrosa, basada en la "esencia del sasafrás", de difícil e ilegal consecución (y aquí interviene Magrinyà y sus conocimientos de Internet, para sortear los problemas), pero que al final consiguen y manipulan a pesar de todas las complicaciones. La novela es muy interesante, a pesar de todas sus trampas y desarticulaciones, los personajes no son consistentes, vienen de la nada y se disuelven en la nada, y el argumento no cuaja por ser demasiado teórico y abstracto, aunque el combate de Magrinyà merece todo nuestro respeto, pues en el mundo de las drogas estamos sólo al principio. Frente a la prohibición y la represión deben existir otros caminos mucho más científicos que morales o simplemente políticos que al final son meramente inmorales. A debatir.
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