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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Renunciar para ganar

La diputada del PNV Izaskun Bilbao (44 años) presidirá el Parlamento vasco tras la renuncia de Juan María Atutxa, cuya candidatura había encallado en un permanente empate que amenazaba a los nacionalistas con la pérdida del cargo. La primera mujer que presidirá la Cámara vasca, donde se sientan 40 mujeres y 35 hombres, contó con 42 votos, al sumar los nueve de EHAK (la lista que apoyó Batasuna) a los 33 que ya tenía Atutxa. El laborioso proceso que en última instancia ha obligado al PNV a sacrificar a su candidato para evitar males mayores es un síntoma de los cambios producidos en la situación política vasca en las elecciones del 17 de abril.

El tripartito que gobernó durante la anterior legislatura tenía el respaldo de 36 parlamentarios: ahora, aun contando con el previsible refuerzo de la única diputada de Aralar, tendría 33, a cinco de la mayoría absoluta. Ello significa que Ibarretxe tendrá que negociar con la oposición. Su resistencia a hacerlo condujo en las dos anteriores legislaturas a que algunos presupuestos anuales fueran aprobados bien por casualidades sobrevenidas, bien merced a interpretaciones sui géneris del reglamento auspiciadas por Atutxa. Ése fue uno de los motivos del veto personal de socialistas y populares, que hicieron saber que no se opondrían a otro candidato del PNV. Así se verificó ayer. Los de EHAK, que habían vetado a Atutxa por otros motivos, votaron a favor de la nueva candidata del PNV.

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El desenlace se precipitó porque algunos de los socios efectivos o potenciales del PNV advirtieron que tomarían medidas si se mantenía el bloqueo. La advertencia más efectiva fue la de Aralar, que amagó con una abstención que diera la mayoría al candidato socialista. Se trataba sin duda de gestos destinados a que el PNV se diera por aludido. Antes de negociar nada prefirió presentar otra candidatura, lo que se vio favorecido por la decisión personal del afectado.

La idea de Ibarretxe-Atutxa según la cual es responsabilidad de la oposición facilitar las cosas al partido "vencedor" -aunque no tenga mayoría suficiente- es una falacia ajena a la lógica del sistema parlamentario. Es el Gobierno quien tiene que demostrar que dispone de los respaldos necesarios para gobernar. Y si no los tiene, está obligado a negociar. El episodio de la fallida candidatura de Atutxa proporciona al PNV una prueba empírica. Y ha servido además para que una mujer presida una Cámara en la que ellas son mayoría.

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