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Londres desata la guerra de los vetos contra el futuro presupuesto de la UE

Los 25 debaten entre amenazas de bloqueo sus discrepancias sobre las Perspectivas Financieras

Carlos Yárnoz

El Reino Unido encendió ayer la mecha de una guerra larvada al ser el primer país en amenazar con "vetar" las Perspectivas Financieras de la UE ahora en negociación, durante la reunión de los ministros de Exteriores de los 25 en Bruselas. Jack Straw, ministro británico de Exteriores, y su colega de Finanzas, Gordon Brown, aludieron al recurso al veto si Londres no sigue recibiendo su cheque anual de 5.000 millones para compensar sus aportaciones a la UE, una prebenda a la que todos se oponen, pero sobre todo Francia, Alemania y España. No pudo empezar con peor pie la recta final de estas negociaciones.

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"No queremos utilizar el veto, al que tenemos derecho, pero, si no llegamos al acuerdo que queremos, no dudaremos en usarlo", advirtió ya por la mañana Gordon Brown en declaraciones a la BBC.

Por la tarde, Straw llegó al lugar de la reunión con tres cuartos de hora de adelanto para transmitir con tiempo el mismo mensaje a los periodistas. Sonriente, bronceado, Straw repitió: "No deseamos utilizar nuestro derecho al veto", pero "no dudaremos en hacerlo si es necesario" porque "no aceptamos la propuesta luxemburguesa".

Esa propuesta, la primera completa que ha puesto sobre la mesa la presidencia de turno de la UE, supone un recorte general sobre la planteada por la Comisión Europea (del 1,14% del PIB de la UE a una media de 1,075%). Ni una ni otra satisface a ninguno. Hasta ayer nadie citaba en público la palabra "veto", pero, levantada la veda por Londres, nadie descarta hacerlo porque todos los socios del club tienen sus líneas rojas.

Michel Barnier, ministro francés, recordó ayer que "todos tenemos derecho al veto" y el español Miguel Ángel Moratinos dijo que no le gusta la palabra, pero que "si no hay acuerdo... no hay acuerdo".

Son éstas las principales líneas rojas que se manejan:

- El cheque británico. Es uno de los tres grandes litigios y ayer pasó a ser el primero. En la soledad más absoluta, Londres se niega a prescindir de la prebenda pactada en 1984 por la que Bruselas le devuelve cada año unos 5.000 millones de su aportación y rebaja así en un 66% su saldo neto negativo. El dinero sale sobre todo de Francia (unos 1.200 millones), Italia (1.100) y España (700), los más beneficiados de la Política Agrícola Común (PAC), de la que apenas se nutre el Reino Unido.

Para España, no habrá acuerdo si subsiste el cheque. Luxemburgo propone que Londres vaya perdiendo paulatinamente ese cheque. Los británicos se niegan y argumentan que es ahora cuando cumple el fin para el que se creó: compensarle por la PAC y por los fondos de cohesión, de los que apenas se beneficia. "El cheque está tan justificado ahora como en 1984", sentenció ayer Straw en Bruselas.

- Alemania dice basta. Como principal contribuyente histórico a la UE, Alemania exige frenar sus aportaciones debido a su delicada situación económica. Con Francia y Holanda, es el máximo defensor de las rebajas generalizadas y de su flexibilidad depende el posible acuerdo final. Hoy, Berlín se muestra inflexible. Con el adelantado electoral anunciado ayer, será imposible que ceda.

- Los ricos. La presidencia de la UE plantea que se pacte un mecanismo de compensación para que Alemania, Holanda y Suecia sean compensados por el dinero que aportan. Los afectados exigen rebajar el presupuesto al 1% del PIB y que se les devuelva el 66% de toda aportación que supere el 0,35% de sus PIB.

Eso planteó la Comisión, pero Luxemburgo no lo menciona. Italia también rechaza que se su saldo neto negativo se duplique a partir de 2007.

- Los nuevos. El 90% de los 75 millones de ciudadanos que entraron en la UE el año pasado viven en regiones Objetivo 1, las que tienen derecho a las ayudas más generosas. Por eso, todo recorte en el capítulo de Cohesión les afecta muy negativamente.

La partida, fijada por la Comisión en 338.000 millones, ha sido rebajada en un 12% por Luxemburgo. Hungría y República Checa protestan, además, porque ha sido rebajado el límite de ayudas que puede percibir un país en relación con su PIB (un 4% hasta ahora). Ni los nuevos ni España aceptarán arreglo alguno basado en un presupuesto del 1% del PIB comunitario.

Con estos mimbres, la reunión de ayer, no concluida al cierre de esta edición, sirvió para constatar que hay muy pocas posibilidades de alcanzar un acuerdo en las fechas previstas, la cumbre del 16 y 17 de junio. El presidente la Comisión, José Manuel Durão Barroso, también criticó ayer de nuevo los recortes propuestos por Luxemburgo. A partir del próximo día 30, el presidente de la UE, el luxemburgués Jean-Claude Juncker, efectuará una ronda de consultas de los 25. El 31 le corresponderá el turno al presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, que se desplazará para ello a Luxemburgo. El 12 de junio, se celebrará el segundo y último de los cónclaves previstos de ministros de Exteriores.

En estos días, la amenaza británica del veto enturbia aún más el ambiente electoral en Francia a sólo seis días del referéndum de la Constitución europea, cuando es París la capital que más defiende la desaparición del cheque británico. Si no hay acuerdo global en junio, será imposible alcanzarlo en el próximo semestre, porque en ese periodo la presidencia de la UE corresponderá al Reino Unido, que obviamente no es un buen árbitro en esa contienda. El adelanto electoral en Alemania anunciado por Gerhard Schröder hará aún más imposible ese acuerdo en el segundo semestre del año.

El probable retraso amenaza con provocar aún más tensión en la UE en pleno proceso de ratificación de la Constitución y, además, perjudica claramente los intereses de España en una negociación en la que sólo puede mitigar el seguro daño de una gran pérdida de ayudas europeas.

Miguel Ángel Moratinos, ministro de Asuntos Exteriores, con su homólogo británico, Jack Straw, en octubre pasado.
Miguel Ángel Moratinos, ministro de Asuntos Exteriores, con su homólogo británico, Jack Straw, en octubre pasado.GORKA LEJARCEGI

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Sobre la firma

Carlos Yárnoz
Llegó a EL PAÍS en 1983 y ha sido jefe de Política, subdirector, corresponsal en Bruselas y París y Defensor del lector entre 2019 y 2023. El periodismo y Europa son sus prioridades. Como es periodista, siempre ha defendido a los lectores.

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