La pintura flamenca de la colección Gerstenmaier se reúne por primera vez
El empresario alemán compró 45 tablas y lienzos en el mercado español durante 30 años
El coleccionista alemán Rudolf Gerstenmaier presentó ayer, en la sala de exposiciones del Deutsche Bank en Madrid (paseo de la Castellana, 18), un conjunto de 45 tablas y lienzos de pintura flamenca, que se muestran por primera vez. Las obras forman parte de una colección de 150 piezas de pintura europea, de los siglos XV al XX, que ha reunido a través de anticuarios y subastas durante los 30 años que lleva en España. "Hay cuadros excelentes, a la misma altura del Prado o del Thyssen", afirma el propietario, que se presenta como Rodolfo Gerstenmaier.
La Colección Gerstenmaier se centra en la pintura flamenca, una tercera parte de la misma, y en la pintura impresionista española del siglo XIX, con medio centenar de piezas de Sorolla, Nonell, Anglada Camarasa, Beruete, Regoyos, entre otros. Parte de sus fondos, de pintura, dibujo y grabado, se han expuesto en distintas ciudades españolas, y ahora vuelve con la pintura flamenca a la sala de Madrid que en 2001 presentó otro montaje con obras desde un óleo de Jan Brueghel a un cartel de Joan Miró.
"La pintura flamenca es algo excepcional, en los temas, color o brillo, y es uno de los grandes apartados de la pintura mundial", declara Rodolfo Gerstenmaier, en España desde 1968, que empezó a coleccionar arte desde la venta de su empresa dedicada a recambios para maquinaria. "Compro arte porque me gusta, sin tener una meta clara. El interés por la pintura flamenca es por las relaciones políticas y comerciales entre España y Flandes entre los siglos XV y XVII, que se suele reflejar todavía en el mercado español".
El coleccionista ha reunido en la muestra arte religioso, bodegones y paisajes de artistas como Martin de Vos, Abraham Janssens, Adrian de Gryef, Willem Gabron, Jacob de Becker, Alexander Adriaenssen, junto a otros anónimos o de círculos o seguidores de Antón Van Dyck o de Van der Weyden. También se han colocado dos bargueños flamencos del XVII y en un espacio especial nueve estampas de Antón Van Dyck, grabadas en Amberes en 1626, de la serie Iconografía de hombres ilustres, y ocho estampas de Hendrick Goltzius de temas mitológicos y alegóricos.
Ante el cuadro La diosa Ceres con los símbolos de la fertilidad, de Abraham Janssens, de la misma generación de Rubens, Gerstenmaier comenta las colaboraciones de Franz Snyder y Jan Wildens en la pintura de los frutos y el paisaje, y las relaciones con el cuadro Ceres con ninfas, de Rubens, que está en el Museo del Prado. También destaca la Adoración de los pastores, de Martin de Vos; la Virgen de la Leche, del círculo de Van der Weyden, el tríptico de la Adoración de los reyes, de Jan de Beer, y el bodegón con salmón de un anónimo flamenco.
Las obras que ha coleccionado Gerstenmaier son poco conocidas, en una labor de rescate de un patrimonio que no ha salido de España. En los siglos de dominio de la pintura flamenca fueron objeto de gran demanda por la corte, el clero y la burguesía por su cuidado dibujo y la composición de los temas, junto a la facilidad del manejo de las tablas, en dípticos o trípticos, en el transporte. El historiador del arte Francisco Fernández Pardo, académico de la Real Academia Catalana de Bellas Artes de Sant Jordi, ha catalogado la colección, con las fichas de cada obra y un estudio preliminar sobre el coleccionismo y los coleccionistas españoles. En el texto se refiere a este alemán "plenamente españolizado" que se ha guiado "por su propio gusto e inclinación personal", lo que explica que muchas obras "carezcan de firma y sean tan variadas". "Esa espontaneidad, la extrema variación de estilos y épocas es lo que ha complicado su expertización. Como obras sujetas a cierta especulación, los retoques y restauraciones sufridas para mejorar su estado aumentan si cabe las dificultades de un diagnóstico certero. Así que en ningún caso las atribuciones deben juzgarse concluyentes", lo que no resta valor al conjunto.
Fernández Pardo señala que las obras de la colección nunca se adquirieron pensando en la cotización del artista, en la firma o la plusvalía. "Las adquirió por el sano deseo de cobrar piezas únicas, de no desaprovechar oportunidades irrepetibles, y al hacerlo contribuyó a salvar y a enriquecer nuestro patrimonio cultural".
En la presentación de la exposición, destacó la curiosidad, la atención, las oportunidades del mercado y el deseo personal del coleccionista, "que ya quisieran tener muchos museos provinciales". "El catálogo delata públicamente la presencia de sus cuadros, frente a otras colecciones que se ocultan y no sabemos dónde están. Y además son obras que se han conseguido en España, en el contexto de un mercado internacional mafioso del arte".
Babelia
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