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Reportaje:

Un paseo por 'sanfran'

Los vecinos del barrio bilbaíno de San Francisco defienden su barrio ante la delincuencia y "el olvido" institucional

Begoña tiene 56 y, aunque nació en Elorrio, se ha criado en Bilbao, primero en el barrio de Uribarri y luego en San Francisco, adónde llegó tras su matrimonio hace ya 36 años. No cambiaría su casa de la calle Las Cortes por nada. "Es un piso de Viviendas Municipales. Al año de llegar, la institución me ofreció otro en Uribarri y dije que no", recuerda. Sus dos hijas también han buscado piso por el barrio. Una vive en Miribilla y la otra, que no encontró en San Francisco ni en Bilbao La Vieja, "se tuvo que ir al Casco Viejo", dice Begoña, como si el Casco, al otro lado de la Ría, se encontrara a kilómetros de distancia.

Escuchando a Begoña a cualquiera le entran ganas de trasladarse a vivir a San Francisco, "un barrio de verdad, con vida de barrio". "Nunca me han robado, nunca me ha pasado nada. Vivo en el centro de Bilbao, no tengo que coger un transporte, voy a todas partes andando", afirma Begoña con sinceridad.

"No necesitamos más policía, pero sí que la que hay haga su trabajo"

Sin embargo, Begoña no está ciega y sabe que sanfran, como lo llama cariñosamente, es un lugar donde "campan a sus anchas" traficantes de droga y delincuentes. El lunes pasado, los incidentes durante una visita del alcalde de Bilbao, Iñaki Azkuna, para inaugurar una iglesia rehabilitada volvieron a poner sobre la mesa la creciente inseguridad que se vive en el barrio. Azkuna fue abucheado e increpado por los vecinos de la zona, que se volvieron a manifestar el viernes y seguirán con movilizaciones.

Begoña, como el resto de vecinos de sanfran, se siente "abandonada" por las instituciones. "Sólo vienen al barrio de tarde en tarde y la policía les ha limpiado antes las calles". De la misma manera piensa Raúl, un uruguayo de 70 años que ya lleva 25 años en San Francisco, un barrio donde encontró piso cuando decidió quedarse en Bilbao a vivir. Como Begoña, él tampoco quiere irse de un barrio donde están todos sus amigos y su vida cotidiana. "Yo no tengo por qué irme. El problema de la delincuencia es de las autoridades. Que lo solucionen", pide Raúl.

Estos dos vecinos, una bilbaína y un inmigrante, con dos visiones de barrio, una más amable y otra más realista, saben cómo se arreglaría la inseguridad en San Francisco. "El problema más grave, el que provoca la inseguridad y la delincuencia, es la droga. Su tráfico ha ido pasando de un clan a otro. Si la quitaran, todo cambiaría", asegura Begoña. Ella y Raúl están convencidos de que a las autoridades les interesa que la droga siga en San Francisco. "Así no va a otras partes y, además, los tienen a todos controlados. Cuando hay un palo en otro barrio de Bilbao ya saben que tienen que venir aquí a buscar al que lo ha hecho", indican.

Junto a la plaza de Corazón de María hay un coche de la Policía Municipal. Al rato, otro pasa por la calle. "No necesitamos más agentes. Tenemos una presencia policial suficiente, pero que hagan su trabajo, que bajen de los coches, que detengan a quienes trapichean. Si nosotros, los vecinos, vemos cómo se pasan la droga y sabemos quienes son los que trafican, cómo no lo van a saber ellos", protesta.

Creen que del barrio no se acuerda nadie "a menos que haya follón". El momento de violencia verbal que vivió Azkuna parece que puede dar sus frutos. "El Ayuntamiento va a colaborar con la Policía Nacional para la seguridad en la zona. También se va a reforzar la comisaría de La Cantera, para que esté operativa noches y fines de semana. Y, además, va a haber patrullas policiales a pie", anuncia el portavoz municipal del PSE, Txema Oleaga.

Por su parte, el Ayuntamiento no ha estado hasta ahora con las manos cruzadas. Todos los entrevistados resaltan las "evidentes" mejoras urbanísticas en el barrio gracias a la rehabilitación de edificios, la ayuda a pequeños negocios y a la urbanización de Miribilla, que linda con San Francisco. "Aunque en las casas junto a nuestro barrio han ubicado a familias conflictivas de otras zonas y no sabemos lo que nos deparará eso", puntualiza Begoña.

Un paseo por la calle San Francisco de la mano de Raúl descubre el tramo más peligroso, donde se concentran los males del barrio. Junto al cruce con la calle de la Cantera, donde dormitan y "casi viven" una docena de yonquis, dos grupos vigilan su parte de acera. "Los traficantes tienen dividida la calle en zonas", asegura Raúl. "Unos grupos no se mezclan con otros". Al caer la noche, esa encrucijada es un hervidero. "Es la peor hora. Cualquier cosa te puede suceder. No les importa en absoluto rajarte para quitarte el bolso".

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