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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Abbas, frente a Hamás

Fatah, el partido de Arafat y del ahora presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, ha ganado con claridad la tercera ronda de elecciones municipales en Gaza y Cisjordania: a falta de resultados oficiales, cuya difusión se ha aplazado hasta hoy, lunes, Fatah ha recogido entre el 55% y el 60% de los votos, ganando en 50 de los 84 municipios en juego, frente a un 30%-35% de Hamás, que tendrá mayoría en ayuntamientos como los de Kalkilia y tal vez Belén. Es un resultado notable para este movimiento, aunque no tan espectacular como en las anteriores elecciones. A favor de Hamás jugó entonces la novedad -había boicoteado la elección presidencial y otras anteriores-, su mejor organización, aunque Fatah se ha recuperado, y, sobre todo, su intensa actividad de servicios sociales entre una población depauperada.

El integrismo de Hamás es también uno de los instrumentos por los que el islam -Arafat siempre mantuvo a cierta distancia la religión-, ha pasado a pesar en el conflicto. Hamás, en principio, presentará candidatos en las elecciones al parlamento palestino del 17 de julio. A pesar de haber sido incluida en la lista de organizaciones terroristas de la UE y de EE UU, su influencia sobre la población sigue siendo considerable, y tanto americanos como europeos parecen dispuestos a tratar con alcaldes de ese movimiento en sus planes de ayuda económica.

Abbas necesita una amplio consenso que incluya a la organización rival para sacar adelante un plan de paz. El problema, sin embargo, es que hoy por hoy los palestinos no están de acuerdo sobre cuál es el punto de llegada más deseable. Abbas apoya la solución en dos Estados -Israel y Palestina-, mientras que Hamás aún no ha aceptado ese desenlace. Ahora bien, es significativo que estas elecciones se hayan desarrollado sin incidentes notables. Algo está cambiando. El riesgo, una vez más, es el de la frustración. Los constantes retrasos en el traspaso por los israelíes a los palestinos de la responsabilidad sobre la seguridad en Gaza no propician la imprescindible confianza para que el proceso de paz avance. Si los palestinos vuelven a ver frustradas sus esperanzas, reaparecerá la tentación de una Intifada, pese al fracaso de la última. A una población en la que, según el último censo, más de la mitad tiene menos de 18 años, y por tanto no ha votado en estas elecciones, es imperativo ofrecerle un horizonte de esperanza.

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