Humanistas en extinción
No puedo comenzar mi denuncia sin antes dar a conocer el grupo al que aquí pongo voz. Somos estudiantes de la carrera de Humanidades, algunos miles en toda España.
Como no es difícil suponer, es una titulación que abarca estudios en todas las áreas de las Ciencias Sociales. Sí, estudios generales, no especializados, que precisamente nos preparan para obtener una visión global del mundo en que vivimos, siendo precisamente esta tan repetida "multidisciplinariedad" lo que transfiere a la titulación su máxima peculiaridad.
Paradójicamente, este argumento que un día resultó novedoso y fructífero se ha convertido ahora en nuestro mayor enemigo. Con vistas de equiparar los planes de estudios de las universidades europeas mediante las decisiones del Consejo de Bolonia (en el 2010 esto debe estar resuelto), la Subcomisión de Humanidades, dependiente del Consejo de Coordinación Universitaria, ha decidido, antes de observar el informe y las nuevas propuestas del plan de Humanidades, suprimirla sin más miramientos de la oferta de Estudios Superiores en España. Esta decisión no es vinculante, y supone sólo un primer peldaño en la escala de órganos que deben estudiar esta decisión.
No obstante, preferimos desde este momento expresar nuestro descontento y profunda indignación ante una decisión impropia de cualquier consejo de educación coherente y con criterios consistentes de decisión. Aunque debido a su relativa juventud ésta es una carrera no en exceso demandada y demasiado desconocida en algunos sectores del mercado laboral, los resultados hasta el momento obtenidos por los titulados que se han incorporado al mundo del trabajo son impecables, y sus amplias capacidades les han permitido adaptarse a multitud de puestos.
No entendemos la extraña razón por la que se está planteando suprimir esta carrera que abre puertas al conocimiento y la formación personal, no habiendo ninguna otra equiparable a ella entre la oferta de titulaciones y siendo cada vez más promovida e incorporada a los estudios superiores en toda Europa. Si esto continúa por el mismo camino por el que se ha encauzado, supondría un retroceso ingente en el deseo de formar personas para un siglo XXI en el que el cambio y el desarrollo serán inminentes y se necesita un nuevo asiento intelectual.
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