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Crítica:COMER
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Louis de Funes, símbolo gastronómico

FURAMA, el espectáculo culinario del 'teppanyaki' en un nuevo restaurante madrileño

José Carlos Capel

Dos especialistas en plancha japonesa (teppanyaki), entrenados para sorprender a una clientela no iniciada, constituyen lo más sugerente de este nuevo restaurante asiático situado en Madrid, en la remodelada estación de Príncipe Pío. Se trata de una cocina espectáculo, realizada sobre planchas calientes, técnica muy extendida en el país nipón y cuyo desarrollo se atribuye al anciano boxeador japonés Rocky Auki, que la puso a punto en Estados Unidos en el año 1977 tras observar las evoluciones de un grotesco cocinero en el mítico filme Muslo o pechuga, del famoso Louis de Funes.

Frente a la solemnidad con la que operan en Japón los profesionales entrenados para este oficio, cuyo mejor exponente en España es el restaurante Yashima, en Barcelona, los dos expertos, Feng y Di, del nuevo Furama, ambos de escuela holandesa, casi anteponen la acrobacia y los juegos de manos a los resultados de sus recetas. Sus dos menús teppanyaki (25 y 30 euros) incluyen sopa, surtidos de sushi y de tempura, y concluyen con langostinos, pescados y carnes hechas a la plancha a la vista de los comensales.

FURAMA

Centro comercial Príncipe Pío, local H-15. Paseo de la Florida, 2. Madrid. Teléfono 915 41 99 26. Precio medio: entre 30 y 40 euros. Menús 'teppanyaki', 25 y 30 euros. Menús degustación, 18 y 20 euros. Raviole relleno de langostinos, 7 euros. Pato con naranja china, 10,50 euros. Anguila a la parrilla, 18,50 euros. Helado de té verde, 4,20 euros.

Pan ... (no se sirve)

Café ... 6,5

Bodega ... 5

Ambiente ... 9

Servicio ... 6

Aseos ... 9,5

Aciertos y decepciones

Productos que se preparan con gestos acrobáticos y divierten a los clientes que circundan las planchas. Si en lugar de mantequilla utilizaran aceite de oliva, el sabor de sus recetas mejoraría de forma notable. Ni los tacos de lubina ni de rodaballo resisten esta grasa. Tampoco sale bien parado el entrecó, cuyo sabor se anula doblemente por efecto de unos ajos fritos requemados. Ni merece la pena el atún, que se malogra con un plancheado excesivo.

Al margen, pero dentro de la misma sala, junto a los espacios destinados a teppanyaki, opera un restaurante convencional donde se sirven platos chinos y japoneses entremezclados, la mayoría de calidad media y algo desiguales. Resultan correctos el surtido de sushi variado, los ravioles rellenos de langostinos, la tempura de verduras y langostinos, así como los tallarines al té verde con gambas.

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Es una lástima que los rollitos vietnamitas se tengan que envolver con las horribles hojas de lechuga iceberg, que desfiguran una fórmula bastante lograda. Entre los grandes aciertos, una anguila a la parrilla realmente buena. Y entre las decepciones, un solomillo en salsa teriyaki falto de calidad y carente de gracia. En cambio, no desmerecen sus sopas, la dobin mushi y la sopa miso, delicadamente suaves.

Comedor del restaurante Furama, en el centro comercial Príncipe Pío de Madrid. Abajo, plato de anguila a la parrilla.
Comedor del restaurante Furama, en el centro comercial Príncipe Pío de Madrid. Abajo, plato de anguila a la parrilla.SANTI BURGOS

MENÚS DE 18 Y 20 EUROS

EL NUEVO Furama, cuyo espectacular interiorismo ha corrido a cargo del estudio de Benjamín Calleja, presenta un estilo inequívocamente neoyorquino, minimalista oriental con abundantes detalles de diseño. Para comer, al margen de los espacios teppanyaki, una de las opciones más cómodas pasa por seleccionar alguno de sus menús degustación, Aki o Natsu, de 18 y 20 euros, respectivamente. El primero incluye rollitos vegetales, ensalada de pollo, chipirones picantes y carne de vaca al curry con arroz blanco. El segundo, sopa miso, ensalada yasai, surtido de sushi, lubina teriyaki y pato asado, también con arroz frito. Ambos concluyen con sorbetes y helados.El capítulo dulce, de escasa relevancia en los restaurantes orientales, tampoco es uno de los hitos de Furama. No obstante, se aprecia un esfuerzo por incorporar golosinas variadas. Entre ellas, plátanos fritos con sésamo, rollitos de chocolate con naranja, arroz glutinoso relleno de crema, y crema de coco caramelizada, muy recomendable. Y como complemento, helados de té verde y de judías rojas, típicamente nipones. Aunque la bodega tampoco es relevante, no se echan en falta mayor número de marcas. Aparte de la cerveza, bebida perfecta, tan sólo los vinos blancos fermentados en barrica, algunos blancos aromáticos, los champañas y los cavas son capaces de resistir la agresión de una comida que bascula entre los sabores agridulces y los tonos salados o picantes de la salsa de soja y la pasta wasabi. El café es correcto y el servicio compensa con sonrisas sus numerosas carencias.

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Sobre la firma

José Carlos Capel
Economista. Crítico de EL PAÍS desde hace 34 años. Miembro de la Real Academia de Gastronomía y de varias cofradías gastronómicas españolas y europeas, incluida la de Gastrónomos Pobres. Fundador en 2003 del congreso de alta cocina Madrid Fusión. Tiene publicados 45 libros de literatura gastronómica. Cocina por afición, sobre todo los desayunos.

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