Nuevas revelaciones sobre la ilegalidad de la guerra de Irak amenazan a Blair
El escándalo puede privarle de la mayoría absoluta que vaticinan los sondeos
Nuevas revelaciones sobre la legalidad de la guerra de Irak pusieron ayer en cuestión la actuación del entonces primer ministro y ahora candidato a la reelección, Tony Blair. Según los datos divulgados por varios medios, el asesor legal del Gobierno sostenía que sólo se podía ir a la guerra sin una segunda resolución "en base a contundentes pruebas sobre el terreno" de que Irak había incumplido las resoluciones de Naciones Unidas.
Las pruebas no llegaron nunca, pero 10 días después y menos de dos semanas antes de empezar la guerra, ese mismo asesor cambiaba de posición y apoyaba la legalidad del conflicto.
Un 35% de los electores admite que quizás cambie su voto en lo que queda de campaña
Aunque ya el domingo pasado se conoció el trasfondo de ese dictamen legal, emitido por lord Peter Goldsmith, fiscal general del reino, los detalles desvelados ayer añaden contundencia a las dudas expresadas por éste en su primer dictamen, de 13 folios, y mantenido en secreto por Tony Blair. Y amenazan con convertirse en un gran obstáculo que puede privar al Partido Laborista de la mayoría absoluta que vaticinan todas las encuestas para las elecciones generales del próximo 5 de mayo.
El cambio de posición de lord Goldsmith es importante porque parece poner de relieve una vez más el decisivo papel jugado por Downing Street para buscar argumentos en defensa de la guerra. Primero fueron las presiones a los servicios de inteligencia para que encontraran pruebas de los armamentos de Sadam Husein. Ahora, el empeño por conseguir que la máxima autoridad jurídica del Gobierno apoyara la legalidad de la invasión de Irak. Ambas circunstancias refuerzan la creencia de que la guerra estaba decidida de antemano.
Lord Goldsmith hizo llegar a Downing Street el 7 de marzo de 2002 un dictamen confidencial en el que planteaba seis objeciones a la legalidad de la guerra, según publicó el domingo pasado el diario Mail on Sunday. Las filtraciones reveladas ayer ponen de relieve la profundidad de las dudas del jurista. Por ejemplo, según el texto difundido ayer por la tarde por The Guardian en su edición electrónica, Goldsmith dice que "el lenguaje" de la resolución 1441 del Consejo de Seguridad que insta a Sadam Husein a desarmarse "deja la posición poco clara", y concluye: "Soy de la opinión de que el recurso legal más seguro sería la adopción de otra resolución que autorizara el uso de la fuerza".
"Necesitaríamos ser capaces de demostrar con evidencias contundentes el no cumplimiento y la no cooperación" de Sadam, añade el fiscal general, que invita a Blair a "tener en consideración con mucho cuidado" el informe que horas después presentarían en Nueva York los inspectores de Naciones Unidas. Los inspectores admitieron que no habían encontrado armas y pidieron más tiempo para seguir buscando. No se les dio.
El fiscal advirtió: "No hay base legal" para defender la intervención. Y argumentó que sólo "un veto irrazonable" de Francia impedía que el Consejo de Seguridad aprobara una resolución específica autorizando el uso de la fuerza en Irak. "En todo caso, si la mayoría de la opinión pública mundial sigue opuesta a la guerra, será probablemente difícil probar con hechos categóricos que un veto de Francia sea irrazonable", admitió.
La filtración llega cuando todos los sondeos apuntan a que los electores británicos parecen haberse inclinado ya por otorgar a los laboristas un tercer mandato en perjuicio de los conservadores y la única duda es si será una victoria corta o amplia. Si fuera amplia reforzaría al primer ministro Blair. Pero la crisis de Irak puede acabar recortando la amplitud del triunfo, lo que podría acelerar la sustitución de Blair por el eterno aspirante a primer ministro, Gordon Brown.
La última encuesta publicada, realizada por MORI para el Financial Times, da a los laboristas una ventaja de 10 puntos sobre los tories (40%-30%) que se reduce a dos (36%-34%) si sólo se cuentan las respuestas de quienes se declaran absolutamente decididos a votar. Los liberales-demócratas obtendrían en ambos casos el 23% de los votos, un avance muy significativo respecto al 18% que obtuvieron en los comicios de 2001.
La mayor incógnita es el elevado porcentaje de indecisos. Sólo un 11% dice que aún no saben a quién votar, pero un 35% admite que puede cambiar su voto en lo que queda de campaña.
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