Ono y Auna se enzarzan
Otra vuelta de tuerca en la inevitable fusión del cable
La anunciada fusión del cable puede ser una realidad antes del verano. Tras un primer intento frustrado de Auna el pasado año, ahora es Ono el protagonista. La cablera presidida por Eugenio Galdón intenta convencer a los accionistas de que es mejor opción comprar que ser comprado. Banco Santander, accionista de ambas, puede actuar de bisagra, pero tiene la misma dicotomía interna: no sabe bien qué comprar ni qué vender.
La fusión del cable está lista para sentencia. Todos son favorables a ella: los accionistas de Ono y Auna, el Gobierno y los fondos de capital riesgo, que esperan sacar tajada de la operación.
Auna ya lo intentó en noviembre pasado cuando ofreció 2.400 millones de euros por Ono. "Ha habido nada más que una oferta: la que pusimos nosotros encima de la mesa de Galdón el 14 de noviembre en 10 folios. Ahora dicen que tenemos una de Ono, pero yo sólo la he visto en los periódicos", dice un socio accionista de Auna.
Pese a este escepticismo, está claro que el protagonismo de la fusión ha cruzado de orilla y ahora es Ono el comprador. Su presidente, Eugenio Galdón, tiene una oferta y sólo le queda convencer a sus accionistas para concretarla y remitírsela al consejero delegado, Joan David Grimá.
En realidad, la estrategia de Ono es muy similar a la que aplicó Auna en noviembre. Entonces, el grupo que preside Alberto Salazar-Simpson entendió que Ono estaba pasando un momento de debilidad al negociar un préstamo sindicado por 1.250 millones de euros, con el que refinanciar su deuda y asumir el pago de Retecal, la operadora castellano-leonesa que acaba de adquirir.
Pero Galdón supo reaccionar y contener a tiempo el vendaval. Convenció a sus accionistas de que la oferta se quedaba corta y que, si aguantaban, Auna aumentaría hasta un 30% la oferta.
No hubo tal. Y ahora es Ono la que toma las armas. ¿Cuál es la debilidad de Auna? La primera, su intento fallido por hacerse con su rival. La segunda, y más decisiva, la actitud decidida de sus principales accionistas a deshacerse de sus participaciones.
Endesa, el primer accionista, necesita liquidez para afrontar las inversiones en la mejora de la red y en las centrales de ciclo combinado, así como para su expansión exterior, en operaciones como la compra de Italenergia. La eléctrica ya ha iniciado conversaciones para desprenderse de Smartcom, pero la operadora chilena de telefonía móvil es demasiado pequeña para aliviar sus necesidades inversoras. También a Unión Fenosa y a las cajas de ahorro les vendría bien rentabilizar su inversión en Auna.
El Santander, de bisagra
No obstante, la llave está en el Santander, en su doble condición de accionista -tanto de Auna como de Ono- y de gestor de la operadora. Esa doble condición es, precisamente, lo que ha retrasado la fusión más esperada y demorada de las telecomunicaciones en España.
La teoría del banco como gestor con el consejero delegado, Joan David Grimá, a la cabeza, es que hay que mantener unidas en el grupo la parte de telefonía fija (Auna Telecomunicaciones) y móvil (Amena), y venderlos o sacarlos a Bolsa, en bloque.
Pero el banco como accionista piensa muy distinto, como revelaba recientemente un alto cargo de la entidad: la única forma de rentabilizar es vender por separado el negocio del cable y Amena. Aunque nadie se atreve a dar cifras públicamente, la entidad estima que 2.500 millones de euros sería un precio justo por Auna Telecomunicaciones, y asumible por los accionistas de Ono, entre los que se encuentra, con el 18,3% del capital.
Los accionistas de Auna se ahorrarían las fuertes inversiones previstas para proyectos como cablear completos Madrid y Barcelona. La posterior venta de Amena, con cuantiosas plusvalías latentes, resarciría con creces el pequeño sacrificio de desprenderse de Auna.
En el consejo de Ono, tampoco están del todo claras las posturas, como prueba el hecho de que aún no hayan sido capaces de consensuar una oferta en firme y cerrada. Lo más que ha podido arrancar Galdón ha sido el compromiso de sus accionistas de elaborar una propuesta firme si les convencen los números de Auna. Esa oferta puede estar económicamente muy cercana a la que hizo Auna por Ono.
A la ampliación de capital que precisaría la compra de Auna, no todos los socios están dispuestos a acudir en la misma proporción. La constructora Ferrovial es la más reacia, porque quiere desinvertir en todos los proyectos de telecomunicaciones. Spaincom (Bank of America, Caisse de Dépôt et Placement du Québec (CDPQ) y General Electric) es partidaria de suscribirla parcialmente y dar entrada al capital riesgo, que ya pujó en su día por Amena.
Pero en la operación también entra un fuerte componente personal. Grimá y Galdón han convertido estas negociaciones casi en un asunto personal, y ninguno de los dos quiere quedar en evidencia, aceptando una oferta compradora que les deje en mal lugar frente a sus respectivos consejos de administración.
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