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Rice apoya el plan de la oposición bielorrusa de echarse a la calle contra la dictadura

Ucrania quiere ingresar en la OTAN en 2008 tras el diálogo intensificado que le ofrece la Alianza

La oposición bielorrusa al régimen del presidente Alexander Lukashenko anunció ayer a la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, que pretende lanzarse a la calle como antes hicieron ucranios y georgianos porque no hay posibilidad de cambio político en su país por la vía electoral. Rice, que calificó a Bielorrusia como "la última dictadura de Europa", no ofreció apoyo explícito a tal rebelión, pero dio alguna idea y subrayó que corresponde al pueblo bielorruso decidir cómo actúa.

Para Minsk y Moscú, se trata de un caso flagrante de injerencia. "La reforma no puede imponerse desde fuera", respondió el ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov.

La reunión con la oposición bielorrusa se produjo en los márgenes de la cita que los ministros de Asuntos Exteriores de la OTAN se habían dado en Vilna, capital de Lituania, y que fue calificada de simbólica por la Administración de Washington por ser la primera de la Alianza en un territorio que perteneció a la extinta Unión Soviética. Rice aprovechó la ocasión para recordar que las ansias de libertad y democracia no están satisfechas en muchos lugares del mundo, entre ellos Bielorrusia, cuya frontera está a unos 40 kilómetros de Vilna.

Siete representantes de la sociedad civil que languidece bajo Lukashenko fueron recibidos ayer por Rice, a la que acompañaban Javier Solana, como coordinador de la política exterior de la UE, y el ministro lituano de Exteriores, Antanas Valionis.

Los bielorrusos expusieron su punto de vista sobre la situación y luego Rice les dijo que se quedaba con cuatro ideas: "Que la sociedad bielorrusa tiene derecho a la libertad de información, que las iniciativas políticas necesitan ser apoyadas; que es importante que se cree un movimiento nacional para el cambio y que tiene que haber un candidato alternativo a Lukashenko en las próximas elecciones presidenciales" de 2006.

Alexander Dubrovolski, vicepresidente del Partido Cívico Unido, reveló que no se habían discutido actuaciones concretas, pero la secretaria de Estado dio ideas: "Nos dijo que la sociedad necesita algo sobre lo que unirse y puso el ejemplo de Argentina, donde los desaparecidos contribuyeron a la movilización nacional". En Bielorrusia hay cuatro desaparecidos prominentes y, según la oposición, puede haber más anónimos.

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"Estamos preparando protestas callejeras para que Lukashenko explique qué ha pasado con los desaparecidos", anunció Dimitri Borodko, líder de la organización juvenil Volat. "En Bielorrusia es imposible que haya elecciones limpias. No podemos ganar más que lanzándonos a la calle". Para Dubrovolski, la estrategia es clara: "Queremos que haya presión de las masas a favor del cambio". Preguntado Borodko por la reacción de Rice ante sus planes de protestas callejeras, respondió: "Vi fuego en sus ojos". Otra de las asistentes a la reunión, Ludmila Petina, que representaba a una organización de mujeres independientes, introdujo una dosis de cautela: "El Gobierno de Bielorrusia está dispuesto a usar la fuerza en cualquier momento".

"Hemos hablado de cómo apoyar, y las elecciones de 2006 presentan una oportunidad, porque las elecciones han sido un catalizador", señaló Rice en conferencia de prensa y en referencia a los alzamientos ciudadanos de Ucrania y Georgia. "No corresponde a EE UU decir a la gente cómo puede hacer realidad sus aspiraciones".

Lo que sí va a hacer abiertamente Washington es dejar en evidencia a Bielorrusia ante la comunidad internacional, exigir que las elecciones se celebren conforme a los estándares internacionales y apoyar a la sociedad civil. "El Gobierno de Bielorrusia no puede seguir ocultándose en un rincón oscuro como si no estuviera en plena sociedad internacional", advirtió la secretaria de Estado.

Los movimientos de Rice en torno a Bielorrusia no pasaron inadvertidos al ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov. "Nosotros no abogamos por el cambio de régimen en ningún sitio", declaró, usando conscientemente la consigna ("cambio de régimen") de que Washington se valió para intervenir en Irak. "La reforma no puede imponerse desde fuera", insistió.

Fue un momento de disparidad ruso-norteamericana que contrastó con la atmósfera de entendimiento entre Moscú y los aliados que supuso la firma de un acuerdo de cooperación militar. El Acuerdo de Estatuto de Fuerzas (Sofa, en las siglas inglesas empleadas por la OTAN) regula la presencia de tropas y equipo militar de la OTAN y de Rusia en el territorio del otro, para maniobras, tránsito (tropas aliadas camino de Afganistán, soldados rusos que deben viajar a los Balcanes) u otras formas de cooperación. Rusia subrayó la vertiente de la lucha antiterrorista.

La OTAN abrió en Vilna sus brazos a Ucrania, a la que ofreció un diálogo intensificado y todo tipo de ayuda para cumplir el estricto programa de modernización de estructuras militares y de poder necesario para ingresar en la Alianza.

El ministro ucranio de Exteriores, Borís Tarasiuk, aventuró que los deberes estarán hechos en 2008. Michel Barnier, jefe de la diplomacia francesa, subrayó que la preparación ucrania no supone que la OTAN esté preparada para la integración. Rice replicó: "La experiencia demuestra que si los Estados cumplen, la OTAN respeta sus obligaciones".

Condoleezza Rice conversa con Michel Barnier, ministro francés de Exteriores (izquierda), ayer en Vilna.
Condoleezza Rice conversa con Michel Barnier, ministro francés de Exteriores (izquierda), ayer en Vilna.AP

Reforzar el diálogo político

La reunión informal de ministros de Exteriores aliados celebrada en Vilna fue calificada por algunos de los asistentes como la más política en muchos años, en un reflejo de la palpable necesidad de que la Alianza deje de ser sólo un proveedor de soldados. Los ministros, liberados de la obligación de concluir las reuniones formales con un comunicado consensuado, hablaron libremente de múltiples temas: Oriente Próximo, Darfur, Afganistán, Irak y Kosovo, entre otros temas.

Reforzar el diálogo político era uno de los principales objetivos de la cita y el secretario general, Jaap de Hoop Scheffer, pudo resumir diciendo: "Lo hemos hecho". Tanto Scheffer como la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, insistieron en que la discusión no debe abocar necesariamente a misiones operativas.

Fue el caso de Oriente Próximo. Miguel Ángel Moratinos y Rice defendieron la tesis de que hay que crear confianza para conseguir el gran objetivo de que haya paz en un conflicto secular. "Si hay éxito en Gaza, mejorará la confianza mutua y se lograrán avances en el proceso de paz", dijo Rice. Crear confianza es clave para Oriente Próximo y para el Mediterráneo, según Moratinos, quien propuso a sus colegas dar regularidad a las reuniones de los 26 socios de la Alianza con los siete países del Diálogo Mediterráneo (Israel y los árabes, Argelia, Egipto, Jordania, Marruecos, Mauritania y Túnez).

Los ministros también acordaron que había que prepararse para el caso de que la Unidad Africana pida a la Alianza apoyo logístico y de planificación ante lo que Scheffer definió como "asesinatos en masa" de Darfur.

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