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Entrevista:JULI CAPELLA | Arquitecto y experto en diseño

"Me atrevo a decir que el diseño salvará el mundo"

Cuando hace cuatro años aceptó presidir el FAD (acrónimo de Fomento de las Artes Decorativas), la entidad barcelonesa dedicada a la promoción del diseño y la arquitectura, Juli Capella (Barcelona, 1960) dijo que su intención era provocar una "revolución educada". Entre sus logros se apunta el haber conseguido rejuvenecer la media de edad de los 1.600 socios de la entidad, organizar centenares de actividades, publicar 24 libros, consolidar el equipo y la gestión del centro y fomentar la participación y la transparencia. Ahora, a pocos días de dejar el cargo en manos de otra junta directiva que en principio estará presidida por la arquitecta Beth Galí (sólo hay una candidatura a las elecciones, que se celebran el viernes), Capella asegura que, "como decía Trotski y aunque suene a broma, la revolución tiene que ser permanente". "Nosotros hemos sido un eslabón en esta historia centenaria que tiene la entidad. Pero, en todo caso, mi objetivo estos años no ha sido tanto hacer cosas para el FAD, sino para el diseño, porque creo que es una disciplina al servicio de la gente con una clara voluntad social y, por lo tanto, alejada de esta imagen elitista, pija, cara y esteticista con la que algunos la han identificado".

"La arquitectura es mi profesión, pero lo que realmente me interesa es el activismo político"

Pregunta. ¿El diseño tiene realmente una función social?

Respuesta. Me atrevo a decir incluso que el diseño, el buen diseño, salvará el mundo. Alguno ya salva vidas, como el de instrumental médico o las buenas señalizaciones de carretera, y, desde luego, en el terreno ecológico sólo el diseño puede ayudarnos a ahorrar energía, agua y también a reciclar. Diseño siempre ha sido sinónimo de progreso, no tanto de tecnología, y creo que mejorar en diseño se refleja en una mejora de la calidad de vida.

P. Usted explica que ahora son las empresas las que llaman interesándose por conocer cómo pueden incorporar el diseño para superar, por ejemplo, la competencia de los productos baratos que llegan de Asia. ¿En el fondo no se trata de dar simplemente un aliciente para fomentar el consumo?

R. No. Si el diseño sólo sirve para vender más reniego de todo lo que he hecho a lo largo de mi vida. El objetivo es el diseño social, que sirva para mejorar el entorno de la gente. Ahora, si junto a este objetivo resulta que una empresa vende mucho porque lo hace mejor, nunca he tenido ningún problema moral en promocionarla. La buena noticia para los diseñadores es que tendrán trabajo asegurado en el futuro. Como ya no se puede producir barato en España y tampoco tenemos mucha materia prima que exportar, la única forma de sobrevivir como economía se basa en la innovación y en el diseño. Es cierto, el diseño ya se defiende solo.

P. Estos años, el FAD ha estado en el centro de muchos debates, como el proyecto del nuevo centro del diseño en Barcelona, la crítica a la casa del Príncipe o, más reciente, el proyecto de los pisos mínimos que había nacido de una idea del Año del Diseño como fue Barraca Barcelona. ¿Era su objetivo?

R. Nosotros dijimos que no estábamos por la queja y la crítica, sino por plantear propuestas y soluciones. En el caso de los apartamentos mínimos, está claro que todos preferimos vivir en pisos de 150 metros cuadrados, pero si esto no es posible, queremos que al menos sean pisos versátiles, adaptados a las necesidades actuales. Y aquí lo grave no es tanto el tema del tamaño como la escasez que ha habido de viviendas de promoción pública, que en los últimos años ha sido mínima pese a que el año pasado se construyeron 700.000 viviendas en España, lo mismo que toda Europa junta.

P. ¿Esta pujanza de la construcción ha favorecido al diseño?

R. Sí. Hay mucha innovación en este campo. Por ejemplo, somos vanguardia en el tema de los pavimentos cerámicos, en los sanitarios y grifería, en vidrio y también en las empresas auxiliares.

P. ¿En qué otros sectores es fuerte el diseño en España?

R. Ahora está todo mucho más disperso y diversificado. Es importante el diseño automovilístico porque hay muchas empresas, de Volvo a Renault, que tienen sus centros de diseño en Cataluña; en el País Vasco sigue habiendo industria del electrodoméstico, como Fagor; el mueble sigue siendo fuerte en Barcelona y en Valencia, aunque allí empiezan a estar preocupados con el futuro del mobiliario clásico porque el gusto de la gente ha variado. En fin, ahora lo que ya no está tan claro es el liderazgo de Barcelona porque las demás ciudades están subiendo, aunque se mantiene como plataforma de lo que se hace en todas partes.

P. Es arquitecto desde los 22 años, pero no ha sido hasta hace poco cuando ha empezado a ejercer con obras reconocidas como, por ejemplo, el hotel OMM en Barcelona. ¿Le impidió la divulgación dedicarse a la profesión?

R. Sencillamente, al principio no me encargaban nada, cosa que ahora encuentro normal porque para ejercer se requiere experiencia y, de hecho, creo que no empezaré realmente a hacer arquitectura hasta dentro de 10 o 15 años. En todo caso, siempre me ha interesado más lo que hacían los otros que lo que hago yo, y esta labor de divulgación no la abandonaré nunca. Para mí la arquitectura es una profesión, pero lo que realmente me interesa es la política, no la de los partidos, sino como activismo cívico. Me interesa cambiar el mundo y transformar la sociedad y me doy cuenta de que he dedicado tanto tiempo y energía a la promoción del diseño y la arquitectura porque me parecen elementos que pueden contribuir a ello.

El arquitecto Juli Capella, en su estudio en Barcelona.
El arquitecto Juli Capella, en su estudio en Barcelona.VICENS GIMÉNEZ

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