Éxodo hacia el protestantismo
El avance del protestantismo, especialmente de movimientos pentecostales, entre las clases medias y bajas, y la exigencia de respuestas sociales serán los dos principales retos a los que se enfrentará el nuevo pontífice en América Latina. Las cifras de fieles que se pasan a otras ramas del cristianismo preocupan a la Iglesia católica, e incluso en algunos países de Centroamérica se baraja la posibilidad de que naciones tradicionalmente católicas terminen siendo protestantes.
En América Latina hay más de 400 millones de católicos; de ellos, 150 en Brasil, uno de los países donde más rápidamente avanzan las iglesias evangélicas y donde mayor repercusión tienen los movimientos eclesiales católicos vinculados a la acción social. También de Brasil es uno de los cardenales considerados papables: el arzobispo de São Paulo, Claudio Hummes, progresista en temas sociales y conservador en los doctrinales.
Otro foco geográfico donde se produce un auténtico chorreo de fieles es Centroamérica, especialmente en países como El Salvador, Guatemala y Honduras. De este último país es otro papable latinoamericano, Óscar Rodríguez Maradiaga, arzobispo de Tegucigalpa, quien, al igual que su colega brasileño, es considerado avanzado en temas de justicia social y al mismo tiempo está en la línea de la ortodoxia doctrinal marcada por Juan Pablo II. Y aunque no haya un enfrentamiento tan enconado con la jerarquía vaticana como hace años, significativos sectores del clero latinoamericano esperan un cambio en la visión que desde Roma se tiene de su labor.
En México, nación que supera los cien millones de habitantes, el 90% se define como católico y el avance de las iglesias protestantes es más limitado que en los países centroamericanos. Tres de los cardenales que participan en el cónclave tienen esta nacionalidad: Norberto Rivera Carrera -que figuró como papable para algunos expertos-, Juan Sandoval Íñiguez y Javier Lozano Barragán
Los protestantes en América Latina eran apenas 50.000 a comienzos del siglo XX y ahora rondan los 100 millones, según las propias iglesias protestantes estadounidenses. Estos movimientos emplean técnicas de proselitismo muy dinámicas (o agresivas, según se mire), especialmente a través de los medios de comunicación, y controlan numerosas emisoras de radio y espacios en cadenas de televisión. Pero la Iglesia católica también está preocupada por un fenómeno reciente que se da sobre todo entre las clases medias y altas: el paso de fieles del catolicismo a otras creencias vinculadas con movimientos agnósticos, esotéricos y new age promovidos desde el Oeste de Estados Unidos. También se abren paso, especialmente en Brasil y la zona del Caribe, ritos de origen africano.
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