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Reportaje:Elecciones en el PaísVasco

La derrota de un plebiscito

Ibarretxe ha perdido su apuesta a favor de su plan soberanista al ver reducidas sus expectativas de apoyo electoral y perder su candidatura en número de votos respecto a la suma de PP y PSE

Luis R. Aizpeolea

El lehendakari Juan José Ibarretxe perdió ayer el plebiscito sobre su plan soberanista en que había convertido estas elecciones. Pero el fracaso es aún mayor porque la candidatura PNV-EA, pese a ganar las elecciones, ha retrocedido en cuatro escaños (de 33 a 29). No sólo no logró la mayoría absoluta con la que soñaba sino ni siquiera se acerca a ella con el apoyo de EB-IU (32 sobre 38). Los escaños que reúne son menos de los que suman los partidos no nacionalistas, PSE y PP. Estas dos formaciones han logrado un escaño más que en las anteriores elecciones. El PSE ha experimentado un ascenso muy importante (de 13 a 18 escaños) y recupera, tras ocho años, el segundo puesto en la Cámara de Vitoria. La hegemonía tradicional que el PSE tuvo en Euskadi en el campo no nacionalista vuelve desde ayer. El PP, por su parte, ha retrocedido en cuatro escaños. Su política de mantenimiento de la confrontación, como hace cuatro años, ha fracasado.

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EHAK ha logrado mantener el voto de la ilegalizada Batasuna e incluso lo ha mejorado respecto a las elecciones de 2001. IU-EB se estanca y los nacionalistas de Aralar entran por vez primera en el Parlamento vasco. El resultado final es un Parlamento muy fragmentado, ante el que Ibarretxe se va a encontrar con muy serios problemas para formar Gobierno y también para mantener su plan.

LOS NACIONALISTAS
El futuro de un plan

El resultado del PNV-EA confirmó los peores temores de su dirección. Con este retroceso es muy difícil para PNV-EA mantener su plan soberanista. No se ha producido el "clamor de la sociedad vasca" que reclamó Ibarretxe cuando convocó las elecciones, al día siguiente de que el Congreso rechazara su plan soberanista. El PNV-EA ni siquiera ha cumplido con el objetivo que se planteó Ibarretxe en plena campaña, superar la suma de votos del PSE y PP.

El endiablado panorama que tendrá Ibarretxe para lograr su investidura -33 votos del bloque PNV/EA-IU/EB-Aralar frente a los 33 del PSE-PP y los nueve de EHAK, como árbitro- devuelven la situación al partido al presidente del PNV, Josu Jon Imaz, un nacionalista pragmático. La dirección del PNV tendrá que decidir si se orienta hacia el acercamiento con el PSE, cuya condición mínima es el abandono del Plan Ibarretxe, o regresa al frente nacionalista, tratando de incorporar a EHAK. El PNV-EA está dividido ante esa encrucijada. El sector que lidera Imaz estaría por el acercamiento al PSE y el que encabeza Joseba Egibar, más la presión de EA, estarían por sumar a EHAK a un acuerdo entre nacionalistas.

El retroceso experimentado en las elecciones de ayer por la candidatura del PNV-EA es la resultante de la irrupción de EHAK y la desmovilización del voto nacionalista.

El electorado nacionalista no se ha sentido animado a participar como hace cuatro años, cuando sintió el miedo ante el bloque PP-PSE y el Gobierno Aznar.

El electorado más moderado del PNV ha apreciado que al frente del Gobierno está un socialista dialogante, como José Luis Rodríguez Zapatero, que no le provoca miedo, y ha castigado el Plan Ibarretxe.

LOS CONSTITUCIONALISTAS
La victoria socialista

El PSE ha sido el ganador moral de la jornada al experimentar un ascenso muy importante (de 13 a 18). Ha calado en el electorado su política de rechazo de los bloques nacionalista y no nacionalista y su apuesta por el diálogo, con la oferta de una reforma del Estatuto negociada con todos en una Mesa de Partidos. Ha contribudo la nueva imagen integradora del PSE, que ha contado con el apoyo de dos ex dirigentes del PNV, Emilio Guevara y Joseba Arregi, así como de Imanol Zubero, procedente de IU-EB.

El efecto Zapatero también ha funcionado y ha confirmado lo que señalaban las encuestas, la alta estimación en Euskadi del actual presidente del Gobierno. También se ha confirmado como más útil la política de distensión que inauguró Zapatero con las instituciones vascas, recibiendo a Ibarretxe en La Moncloa. E incluso la manera en que resolvió el desafío del lehendakari, con la aprobación de su plan soberanista en el Parlamento vasco. La apuesta de Zapatero por debatir el plan soberanista en las Cortes frente a la posición del PP de rechazarlo sin debate ha tenido sus frutos. Ayer, Zapatero confirmó su política de respeto institucional al telefonear a Ibarretxe para felicitarle por ganar las elecciones.

El ascenso del PSE es otro síntoma de la normalización del País Vasco. Fue tradicionalmente la segunda fuerza política en Euskadi hasta que hace siete años, el PP le desplazó al tercer puesto, en coincidencia con la recuperación por los populares del Gobierno del Estado. Además, la suma de PSE y PP gana un escaño respecto a las últimas elecciones (de 32 a 33).

La bajada del PP supone una censura a su política de confrontación en Euskadi, que no ha funcionado. Es muy probable que haya contenido la bajada, gracias a la capacidad comunicadora de su candidata, María San Gil, que ha trabajado por la normalización de Euskadi, ganando la calle para los no nacionalistas.

Pero, previsiblemente, el PP nacional, más que sacar conclusiones de que la situación de Euskadi está cambiando, centre su acción en denunciar al Gobierno de Zapatero por no haber impugnado la candidatura del Partido Comunista de las Tierras Vascas (EHAK). La crítica por este camino la marcó ayer el secretario general del PP, Ángel Acebes.

EHAK
Mejor que Batasuna

El Partido Comunista de las Tierras Vascas (EHAK) ha logrado mantener el voto de la ilegalizada Batasuna. E incluso lo ha mejorado respecto a las elecciones de 2001 en las que la formación de Arnaldo Otegi logró siete escaños, tras un notable retroceso respecto a los anteriores comicios. Aquel resultado de Batasuna en 2001 fue un castigo por su actitud cómplice con la ruptura de la tregua de ETA pues en las anteriones elecciones, las de 1998, celebradas en plena tregua, Batasuna logró el doble, 14 escaños.

Curiosamente, EHAK mejora la situación de Batasuna de 2001 porque la situación en Euskadi está más normalizada que entonces al no haber matado ETA casi en dos años. Y EHAK no logra los excelentes resultados de Batasuna de 1998 porque su programa comunista despierta recelos en una parte del electorado de la izquierda abertzale.

EHAK es una formación que va a funcionar bajo la espada de Damocles de su ilegalización. El PP ya ha anunciado que seguirá presionando al Gobierno para que la ilegalice. Una incógnita que se tendrá que despejar en tiempo relativamente breve es la de las relaciones entre EHAK y Batasuna. Hasta qué punto EHAK va a seguir al 100% las órdenes de Batasuna o va a mantener una cierta autonomía.

Existe una experiencia de la que no se ha hablado en estos días, la de la primera Euskadiko Ezkerra (EE), en 1977. Fue una coalición en la que sus principales partidos fueron la izquierda abertzale EIA y la comunista EMK. Francisco Letamendia, de EIA, representó a EE en el Congreso entre 1977 y 1978. Dimitió y le sustituyó Francisco Iturrioz, comunista de EMK. Sus discursos fueron distintos, las confrontaciones fueron continuas y finalmente rompieron las relaciones. ¿Puede suceder lo mismo hoy entre EHAK y Batasuna? No parece fácil.

FORMACIÓN DE GOBIERNO
Una compleja investidura

La situación es endiablada. Ibarretxe tendrá que intentar formar Gobierno por ser el candidato del partido que más escaños ha obtenido. Pero con sus apoyos naturales -PNV-EA, IU-EB y Aralar- no llega a la mayoría que necesita para su investidura como lehendakari. Está a cinco escaños de la mayoría absoluta pues sólo suma 33. Enfrente tiene los 33 diputados que suman las candidaturasa del PSE y PP que rechazan el Plan Ibarretxe y quedan como árbitros los comunistas de EHAK.

Ibarretxe tiene dos vías para lograr su investidura: pedir el voto al PSE o a EHAK. En el primer caso, la condición necesaria, y no suficiente, que le impondrá el PSE es abandonar su plan soberanista. En el caso de EHAK también lo tiene difícil porque los comunistas ya han anticipado su rechazo a este plan así como su hostilidad al PNV-EA, al que consideran un partido que se ha aprovechado de la actividad de la izquierda abertzale.

EL EJECUTIVO CENTRAL
El 'efecto Zapatero'

José Luis Rodríguez Zapatero ha apostado fuerte en estas elecciones y ha acertado. Su efecto, del que se ha beneficiado el PSE, ha logrado romper la hegemonía ascendente del PNV-EA.

Con el panorama en que queda el Parlamento vasco, con la ausencia de una mayoría del bloque nacionalista, está en buenas condiciones de lograr que se pueda escuchar su oferta de un Estatuto reformado, con participación de todos los partidos como alternativa al Plan Ibarretxe, que ha quedado muy castigado tras estas elecciones.

Su segunda oferta, la de la paz no se dirimió ayer. Pero el buen resultado de su apuesta, ha reforzado la imagen de Rodríguez Zapatero en Euskadi y puede facilitar el papel que busca como activador de la paz y del fin del terrorismo.

HACIA LA NORMALIZACIÓN
Interpretación de los resultados

Los resultados de ayer son un síntoma de que Euskadi avanza hacia la normalización. La ruptura de la hegemonía nacionalista puede suponer el fin de la política de bloques que iniciaron Ibarretxe y su partido, con el Pacto de Lizarra, en 1998.

Pase lo que pase, con estos resultados, Ibarretxe se va a ver obligado a salir de su torre de marfil y tendrá que abrir el diálogo en todas las direcciones y, frente a lo que ha hecho en otras ocasiones, tendrá que escuchar y pactar.

También, la participación de los vascos en las urnas es otro síntoma de normalización. Fue excepcional la de hace cuatro años (80%), que respondió a la excitación del momento. ETA estaba en plena ofensiva. También permanecían las secuelas del Pacto de Lizarra, el proyecto en el que se había embarcado el PNV con ETA, y el enfrentamiento entre el bloque nacionalista y el no nacionalista estaba en su momento más difícil, lo que movilizó a ambos bloques, pero más al nacionalista.

El presidente del Gobierno saluda al 'lehendakari' Juan José Ibarretxe en su último encuentro.
El presidente del Gobierno saluda al 'lehendakari' Juan José Ibarretxe en su último encuentro.GORKA LEJARCEJI

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