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Reportaje:EL PISO MENGUANTE

Los arquitectos buscan soluciones

Ana Pantaleoni

Según el censo de 2001, casi tres millones (2.876.572) de españoles viven solos, prácticamente el doble que en 1991. Uno de cada cinco pisos está ocupado por un solo habitante.

Esta semana, el salón internacional de la construcción Construmat presentó en Barcelona seis prototipos de apartamentos mínimos adaptados a las nuevas circunstancias (la carestía de la vivienda), una iniciativa llamada APTM (abreviatura de apartamento en lenguaje también mínimo, o sea, SMS).

Siempre con la mirada puesta en los 30 metros cuadrados, el polémico número pronunciado por la ministra de Vivienda, María Antonia Trujillo, para promover pisos de protección oficial de alquiler. "Cada cierto tiempo, y con carácter de urgencia, se han desarrollado nuevas formulaciones que pretenden satisfacer una difícil ecuación de mínimos", explica Josep Bohigas, arquitecto y director de la APTM.

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La urgencia aumenta a la misma velocidad que la subida de precios de la vivienda, un 17% en el último año. El arquitecto sevillano Santiago Cirugeda llegó a Construmat con el espíritu de sus Chicken a cuestas. Son casas desmontables, a partir de 57 kilos de peso y 30 metros cuadrados de suelo, que se reproducen como mecanos trepando por vigas de hierro. Usa el acero, el plástico reciclado y el suelo de madera. "Propongo construir de forma económica, pero sin aspirar a la propiedad. Es una arquitectura que usa el suelo público en régimen temporal", explica Cirugeda.

Sólo en el centro histórico de Sevilla existen 300 solares públicos o privados desaprovechados. "Si va a haber un instituto, por ejemplo, que por problemas de presupuesto no empieza su construcción hasta 2008, proponemos hasta entonces esta vivienda temporal. Ya nos iremos en 2008". Cirugeda empieza a contar los grupos sociales que necesitan este tipo de casa: los jóvenes, la gente que viaja a menudo, los estudiantes Erasmus, los divorciados y separados, más de 120.000 durante 2003. Cirugeda también coincide en que lo de los 30 metros cuadrados no es novedad alguna: "En seis o siete comunidades autónomas, como mínimo, ya tienen viviendas de protección oficial en torno a esa superficie".

No es el único arquitecto que estudia el máximo aprovechamiento del mínimo espacio. A su solución, la francesa Anne Lacaton le llama "dilatar el espacio". Su Double House, de tan sólo 36 metros cuadrados, añade otros tantos de terraza cubierta que configura una especie de salón de invierno.

Benedetta Tagliabue trabaja en un proyecto de viviendas de protección social de 40 metros cuadrados. Todo el piso está unificado por un alargado y gigante ventanal. Por la noche, una puerta divide ese espacio alargado, para que se transforme en dormitorio. Gustau Gili proyecta su casa de 30 metros con un núcleo específico para cocina y baño. El resto es un espacio sin definición precisa.

Según el Instituto Nacional de Estadística, en España hay cerca de 7.000 minipisos con cuatro personas o más dentro. En estos casos, no menos importante que el continente es el contenido. Desde finales de los noventa, Ikea puso en marcha un proyecto para investigar el aprovechamiento del espacio. El resultado fue el catálogo de 2003 con ideas para multiplicar el espacio en tres casas de tamaños diferentes (22, 35 y 55 metros cuadrados). "Aportamos soluciones apilables, extensibles, colgables y movibles; siempre pensando en tres dimensiones", explica Sofía Rodríguez, directora de marketing de Ikea, la multinacional sueca dedicada al mueble de hogar.

Hace ya 40 años que el arquitecto Francisco Juan Barba Corsini edificó en el centro de Barcelona un edificio de protección oficial con pisos de 47 metros cuadrados, excepto en la primera planta, que eran de 30. El alquiler de un piso en el edificio Mitre costaba 1.300 pesetas mensuales. "El objetivo fue mejorar el estándar de vida normal en viviendas de superficie reducida. La vivienda se adapta a varios programas de familia de hasta cinco hijos con la unión de módulos", recuerda Corsini.

"¿Por qué nos rasgamos ahora las vestiduras?", clama Ignacio Paricio, defensor de los 30 metros, pero de alquiler, temporal y de protección oficial. "La vivienda de alquiler es la que debe ser pequeña; por el contrario, hemos de conseguir que la casa de compra sea más grande. El peligro está en que vaya evolucionando el criterio de vivienda familiar como algo cada vez más pequeño". Este arquitecto insta a la sociedad a aceptar los 30 metros cuadrados para un apartamento de alquiler, pero nunca como una vivienda familiar. "Aceptando que un apartamento de estas características valga 300.000 euros, sólo hacemos el caldo gordo a los promotores". Paricio, como coordinador del proyecto Casa Barcelona, insiste en que las viviendas deben estar pensadas para adecuarse mejor a las diversas y variables exigencias de los ocupantes. El arquitecto subraya la necesidad de frenar esta carrera vertiginosa que ha llevado en tres años a duplicar el precio de la vivienda. En España existen 21 millones de viviendas, pero 15 de cada 100 están desocupadas. El número de pisos alquilados en España es el más bajo de la Unión Europea. Los españoles prefieren comprar, aunque eso suponga dedicar el salario de 8,4 años para adquirir un piso. "Destinar más de la mitad de los ingresos a la vivienda es una barbaridad. Los promotores están drenando la capacidad hipotecaria de la gente", dice Paricio. Pero los compradores no piensan lo mismo. "¿Para qué voy a alquilarme si por el mismo precio me pago la hipoteca, y me desgrava?", argumenta Juan, un treintañero que ya ha entrado en la rueda de la propiedad urbana.

En España, la vivienda no es sólo una necesidad básica, es también una inversión. A diferencia de otros países, al ladrillo y no a la bolsa es adonde van los ahorros. El pisito de Maximià Torruella fue vendido por casi el doble seis años después.

Paricio no es el único que apela a la cordura en este debate abierto sobre la vivienda. Juan Manuel, taxista de profesión: "La gente se queja, pero esto ha pasado siempre. Cuando yo era pequeño vivíamos en una casa de 48 metros siete personas y no lo recuerdo agobiante. Ahora vivo en una de 64 metros junto a mi mujer, que desde que está embarazada me presiona para cambiar de piso". Juan Manuel cede, pero poquito: cerrará la terraza.

Maximià estuvo dos años en 29 metros cuadrados. Y con compañía. Pero Maximià Torruella es arquitecto. Empezó a diseñar proyectos en 1995 y muy pronto tuvo que aplicar sus teorías en su propia carne. Compró un piso de 29 metros cuadrados por 4,5 millones de pesetas, y allí vivió con su pareja. La ventaja estaba clara, él supo adaptárselo a su gusto con la precisión de un arquitecto. "En 29 metros cuadrados sólo puedes vivir si diseñas algo muy preciso; debes saber muy bien cómo resolver la acumulación de objetos".

Torruella considera complicado estandarizar este tipo de vivienda pequeña; "son ejercicios prácticamente únicos". Ejercicios que, advierte, las escuelas de arquitectura llevan años practicando. El arquitecto se animó a dejar sus 29 aprovechados metros cuadrados cuando su mujer se quedó embarazada. Hoy tiene uno de 100.

Los arquitectos Gustau Gili, Juan Herreros, Anne Lacaton, Santiago Cirugeda y Josep Bohigas, en Barcelona.
Los arquitectos Gustau Gili, Juan Herreros, Anne Lacaton, Santiago Cirugeda y Josep Bohigas, en Barcelona.SUSANNA SÁEZ

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Sobre la firma

Ana Pantaleoni
Redactora jefa de EL PAÍS en Barcelona y responsable de la edición en catalán del diario. Ha escrito sobre salud, gastronomía, moda y tecnología y trabajó durante una década en el suplemento tecnológico Ciberpaís. Licenciada en Humanidades, máster de EL PAÍS, PDD en la escuela de negocios Iese y profesora de periodismo en la Pompeu Fabra.

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