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Reportaje:

Un fin de semana de cuento

La feria Món Llibre conquista al público infantil con un maratón de actividades en torno a la literatura

Castillos amenazados por dragones; pájaros de gran tamaño sobrevolando la cabeza de un aprendiz de mago, alumno de la misma escuela que Harry Potter; una selva habitada por curiosos animales, como un gato con botas y un perro parlanchín; un barco pirata con las velas al viento; una jaima donde escuchar relatos de todo el mundo... Éstos son algunos de los escenarios y seres fantásticos que pueblan Món Llibre, la feria literaria dirigida a niños de hasta 12 años, pórtico de los actos de Sant Jordi, que permite vivir (ayer y hoy por la mañana) un fin de semana de cuento en distintos espacios del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) y el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba). El maratón de actividades programadas conquistó ayer a un público numeroso, seducido por la dimensión más lúdica de la literatura.

Món Llibre se ha organizado en el marco del Año del Libro y la Lectura, con la colaboración de una veintena de editoriales especializadas en literatura infantil. Las ilustraciones, una pieza fundamental de los libros infantiles para atraer a los lectores más pequeños y despertar su imaginación, han cobrado cuerpo en esta feria gracias al trabajo escenográfico realizado por el equipo de la compañía Artristras, responsable de la ambientación de los espacios habilitados para la ocasión.

El reciclaje y la sostenibilidad marcaron la pauta de la construcción de estas arquitecturas efímeras, con elementos de distinta procedencia; muchos de ellos formaron parte de espectáculos del grupo; otros son un préstamo de compañías como La Fura dels Baus, que ha cedido piezas de atrezzo de su montaje Manes, y la jaima estuvo en su día en la explanada del Fórum. Aquí y allá se estimula a los niños para que creen sus propias historias a partir de sencillos elementos a su alcance. Pueden disfrazarse con ropas vistosas, representar una historia en imágenes con lápices de colores, papeles y colas, convertirse en personajes de sus relatos favoritos con sencillos efectos de maquillaje, etcétera.

Con el mismo espíritu de reciclaje funciona el mercado de intercambio de libros. En unos cestos de mimbre, los niños pueden depositar el cuento que ya han leído y llevarse otro a cambio. Pero a veces resulta difícil decidirse, y la voluntad infantil suele discurrir por caminos curiosos. Flanqueada por sus padres, Emma revolvía ayer por la mañana en la mesa de los libros disponibles para niños de hasta seis años. Se enamoró de un ejemplar de La bella durmiente, pero su madre le recordó que ya tenía dos en casa, y acabó por llevarse las aventuras de Tarzán. Aleix, de cuatro años, dejó su libro viejo en uno de los cestos, pero finalmente le dio pena desprenderse de él y acabó por recuperarlo.

Los menos vergonzosos tienen una posibilidad de engrosar su biblioteca: se les regala un cuento si acceden a leerlo en público. Las largas colas que se formaron ayer durante la primera jornada evidenciaron que el pánico escénico no está muy extendido en los primeros años de vida. Con voz balbuceante, silabeando pero sin perder la calma, muchos fueron los que se llevaron su premio a casa. Incluso alguno, como Marc, no alcanzada aún la edad de escolarización, suplió con ingenio su condición de iletrado y describía los dibujos con lengua de trapo.

En Món Llibre el principal estímulo a la lectura llega por vías indirectas, principalmente la narración oral. Los cuentacuentos convocan al auditorio con sus relatos de aventuras extraordinarias y hay espectáculos de marionetas, proyecciones de películas surgidas de la literatura, talleres literarios y hasta un laberinto sensorial, vetado a los padres, en el que los niños tienen la ocasión de probar por un rato cómo es el mundo al revés y después plasmarlo en un libro que ellos editan en una pequeña imprenta. Un inabarcable programa de actividades, todas gratuitas (hoy, de 10.00 a 14.00 horas), para vivir un fin de semana de cuento.

Niños participando en una de las actividades organizadas por la feria literaria Món Llibre.
Niños participando en una de las actividades organizadas por la feria literaria Món Llibre.CARMEN SECANELLA

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