Patxi López promete que nunca habrá otra "traición" como la del 'plan Ibarretxe'
El aspirante del PSE-EE dice que "será el 'lehendakari' de la paz" o no será presidente
"¡Nunca más!". Ante la Casa de Juntas de Gernika, lugar donde jurará su cargo el próximo lehendakari, el candidato socialista, Patxi López, elevó ayer su voz para prometer que con él al frente del Gobierno vasco "nunca más volverá a ocurrir semejante traición a las señas de identidad política de Euskadi", en alusión al plan Ibarretxe. Rodeado por buena parte de sus candidatos y de cargos del partido, López rechazó el "patriotismo estrecho" que promueve la coalición PNV-EA y defendió ante el nuevo roble de Gernika: "Yo seré lehendakari de la paz o no seré lehendakari".
Aspira a cerrar el "ciclo de radicalización y ruptura del diálogo" de la etapa del tripartito
López estará hoy ya relajado. Y con más nicotina en los pulmones tras esta campaña que la que necesitó para alcanzar la secretaría general del PSE en marzo de 2002. Probablemente, paseando junto a su esposa, la edil de Bilbao Begoña Gil, y sus sobrinas, tras un final de campaña en el que se juramentó con "todos los vascos" al lado del mítico árbol de Gernika, se reunió con los jóvenes -uno de los graneros de votos sobre el que los socialistas quieren pivotar el cambio en Euskadi- y cerró campaña en Vitoria para las televisiones.
El candidato quiso solemnizar todas sus promesas en Gernika, lugar donde han jurado su cargo los seis lehendakaris a los que López aspira a suceder cuando mañana se abran las urnas, y junto al renovado roble vasco. Sus promesas no fueron vagas. Entre otras cosas, se comprometió a "hacer de Euskadi una patria vasca sin terrorismo", pero sobre todo una "patria abierta y sin fronteras" que mire hacia la paz, el entendimiento y el progreso. Una patria que definió "sin terrorismo que la envilezca, sin imposiciones partidistas que la empequeñezcan, sin agresiones a la libertad que la priven de atractivo, sin aislamientos que la empobrezcan".
Se comprometió también a trabajar por "la reconciliación entre vascos", uno de los mensajes sobre los que tanto el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, como el propio candidato han insistido durante la campaña. López, rodeado por candidatos y cuadros del PSE-EE, se comprometió con la reforma del Estatuto, con el Concierto Económico y con "las disposiciones constitucionales que confirman" los derechos históricos de Euskadi, piedra angular del socialismo vasquista que ha defendido históricamente el presidente del PSE-EE, Jesús Eguiguren, presente también en el acto de Gernika, una localidad que siempre han gobernado los nacionalistas.
En su intervención, el candidato socialista abogó por "cerrar el ciclo de radicalización, de extremismo y de ruptura del diálogo que ha caracterizado a la etapa de [Juan José] Ibarretxe". Una etapa que, según López, se abrió con el Pacto de Lizarra, firmado en septiembre de 1998, un acuerdo que "excluyó y puso bajo sospecha a la mitad de la sociedad vasca y a sus representantes políticos", recordó. Y subrayó que la consecuencia última de este "pacto contra una parte del país ha sido el plan Ibarretxe, que ha partido en dos a la sociedad vasca y que por eso ha fracasado", y recalcó que con un lehendakari socialista "nunca más volverá a ocurrir semejante traición a las señas de identidad política de Euskadi". Los socialistas vascos cerraron ayer la campaña mirando con lupa la evolución de las últimas encuestas. Y la de ese electorado indeciso (un 15%) que no sabe a quién votar, junto a otro 10% que aún no ha decidido siquiera si va a acercarse mañana a los colegios electorales. La posibilidad de un cambio en Euskadi descansa, según los estrategas socialistas, en ese volumen de votantes indecisos.
López se conjuró con el autogobierno en Gernika y anunció que si llega a Ajuria Enea abrirá una negociación con el Ejecutivo de Zapatero para completar las competencias del Estatuto de Gernika que aún no han sido transferidas al País Vasco. Y siguiendo con la promesa de Zapatero, en el siguiente año podría ser posible acordar "entre todos" la reforma del Estatuto y, posteriormente, convocar un referéndum para sancionar el acuerdo de los partidos vascos, que, según precisó el jefe del Gobierno, deberá tener el aval de los "dos tercios de la Cámara vasca".
"Es hora de recuperar unas instituciones, tantas veces menoscabadas por el terrorismo y empequeñecidas por quienes se apropian de ellas como si fueran de su exclusiva propiedad", reclamó.
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