Los cervantistas reconocen en Martín de Riquer al gran maestro
El congreso sobre el 'Quijote' y Barcelona rinde homenaje al filólogo
"Acabo de oír palabras muy halagadoras y cordiales sobre mi obra, sobre mi trabajo. No me agradezcan nada. Todo lo que he hecho es divertirme", afirmó ayer Martín de Riquer (Barcelona, 1914), después de recibir el homenaje de los cervantistas reunidos en el congreso El Quijote y Barcelona, que se clausuró ayer. "Han participado los iconos del hispanismo y sus conferencias han sido espléndidas", afirmó Carme Riera, la comisaria.
"Me he divertido investigando, escribiendo libros y dando clase, tanto que cuando llegaban las vacaciones sentía mucha pena, al contrario que los alumnos", afirmó Martín de Riquer.
Fue precisamente uno de sus discípulos, José Manuel Blecua, catedrático de Lengua Española en la Universidad Autónoma de Barcelona y comisario del IV Centenario del Quijote, quien, en nombre de sus colegas, pronunció el discurso de homenaje a Riquer. Fueron las palabras de alguien que le conoce mucho y que, en algún momento, llenaron de emoción los ojos de Riquer. "La obra de don Martín es netamente positivista, pero no de un positivismo frío y mecanicista, sino de un positivismo mágico que nos permite apreciar otras realidades que están debajo de una primera lectura", dijo Blecua.
Recordó sus clases como "un prodigio y una maravilla adonde llegaba con su "abrigo casulla". "Serio, con una mirada terrorífica y los ojos brillantes cuando nos hacía preguntas".
"En aquel tiempo, don Martín era muy aficionado a todo tipo de artilugios. Tenía una maquinita que marcaba la hora y a un amigo le gustó tanto que le pidió que se la regalara. La familia Riquer se dividió en dos bandos. En uno estaba él, que no quería dársela, y en el otro el resto, que sí querían que se la diera. Nunca he sabido si llegó a regalarle al rey Juan Carlos la maquinita".
El discurso de Blecua estuvo lleno de anécdotas, que mostraron a Riquer como una persona entrañable y especial. "En los primeros tiempos de la Autónoma de Barcelona había una preocupación total. Riquer era el director en funciones y un día llegó un télex muy urgente. Yo fui corriendo a llevárselo a su despacho. Y él me dijo: 'Guárdelo muy bien, porque mañana será más urgente".
El director del Instituto Cervantes, César Antonio Molina, que también participó en el homenaje, agradeció a Riquer que "haya enseñado a leer y a disfrutar de la lectura" y que haya transmitido "la emoción de la lectura contemporánea de Tirant lo Blanc o de la lírica provenzal".
Molina, que le regaló "el libro de todos los libros", en blanco, con una única inscripción: "Al maestro Martín de Riquer.
El homenaje concluyó con un breve concierto en el que se ofrecieron cuatro obras musicadas sobre textos de Cervantes. Tres compuestas por Rodolfo Halffter en 1957, y la cuarta realizada especialmente para la ocasión por Francesc Bonastre.
Martín de Riquer, doctor en Filología Románica, premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales y premio de las Letras, es autor de una vasta obra, que incluye una edición del Quijote en los años cuarenta, libros como Aproximación al Quijote, Para leer a Cervantes, que condensa 60 años dedicados al estudio cervantino, Tirant lo Blanc: novela de historia y de ficción, Cervantes, Pasamonte y Avellaneda y Cervantes y Barcelona, entre otros muchos. "Si les dijera que no merezco este homenaje, mentiría", dijo Riquer al final.
Antes, en la última sesión del congreso, Francisco Rico y Alberto Blecua debatieron sobre las distintas maneras de editar el Quijote, que entusiasmaron al público que abarrotaba la Acadèmia de Bones Lletres, en Barcelona, donde se celebró el acto.
Los congresistas se fueron bastante contentos, aunque como dijo Jean Canavaggio, a estas alturas, uno ya no tiene más remedio que repetirse. Su calendario es impresionante. Ha participado en encuentros del IV Centenario en Oviedo, en Valladolid, en la Autónoma de Madrid, ahora en Barcelona. Tiene citas para hablar del caballero de la triste figura en Rabat, Nueva York y Bucarest. En octubre regresará a Madrid. Para entonces, le haría muchísima ilusión que estuviera ya traducido, el libro que acaba de publicar en Francia: Don Quichotte. Du livre au mythe (Fayard).
Babelia
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