Una joven promesa con ideas frescas
EL PATIO DE LEO, el restaurante del 'chef' Alfonso Castellano en Madrid
Ningún joven cocinero que se precie puede alcanzar cierta envergadura sin conocer a fondo el recetario popular que le rodea. A las nuevas generaciones de profesionales, que viven con la obsesión de la creatividad, bajo el vértigo de las últimas técnicas y los efectos especiales, y el deslumbramiento de los productos exóticos, les resulta más importante que nunca profundizar en los platos tradicionales. ¿Qué sentido tiene trabajar con nitrógeno líquido o emplear gelificantes para modificar las texturas de ciertos alimentos si antes no se sabe preparar el bacalao a la vizcaína o el pisto manchego?
Alfonso Castellano, cocinero dotado de una formación nada desdeñable, ha tenido la fortuna de sumergirse en los vericuetos de la cocina familiar de la mano de su madre, Leonor Marín, en la casa de comidas que durante años regentó en un mercado madrileño. Quizá por ello practica una cocina con una frescura de ideas que le distancian de los patrones convencionales. Si su trayectoria no se trunca podría convertirse en un gran profesional en años venideros. Como ejemplo, su versión del carpaccio de cerdo ibérico, que prepara con el secreto, pieza abundante en grasilla entreverada a la que rocía con aceite de nuez y frutos granizados. O el gelatinoso huevo escalfado a 60 grados sobre puré de patata ahumada, tocino y manteca colorada, una verdadera delicia. Y también el gazpacho de cerezas, otra propuesta andaluza, que acompaña de sardinas marinadas a modo de contrapunto marino.
EL PATIO DE LEO
Agastia, 122. Madrid. Teléfono 915 19 67 40. Cierra sábados mediodía y domingos. Entre 35 y 55 euros. Huevo pochado en manteca colorada, 6,30 euros. Rodaballo con salteado exótico, 22,20 euros. Solomillo con verduras de temporada, 23,80. Pestiños sobre helado de miel, 5,10 euros.
Pan ... 4
Café ... 4
Bodega ... 7
Servicio ... 7
Ambiente ... 7
Aseos ... 7,5
Como suele suceder a la mayoría de cocineros emergentes, en su carta alternan los aciertos con errores de concepto. En su menestra de primavera, ninguna de las verduras presenta el punto de cocción adecuado. Semejante reproche merecen los guisantes y las habas con mejillones, plato en el que la primera de ambas legumbres presenta una textura dura y harinosa.
Con los segundos, Castellano ahonda con desparpajo en las fuentes de inspiración regionales. Es magnífico el taco de atún rojo con picadillo de frutas y verduras crudas; particularmente tierno el solomillo de vaca con chips de yuca; correcto el dúo de carrillera y lengua de ternera estofadas; aceptable el rodaballo al horno con verduras exóticas, y desastrosos los callos, que llegan a la mesa exhalando un insoportable tufillo a tripa que ni siquiera logra disimular la soberbia fórmula de doña Leo.
UNA BODEGA MUY INTERESANTE
EL PATIO de Leo ocupa un local de barrio, casi escondido, en una calle aledaña de Arturo Soria. Se trata de un establecimiento moderno, de estética minimalista, que ha abierto hace cuatro meses. Al frente de la sala se encuentra Ana Castellano, hermana de Alfonso, experta sumiller de cuyos conocimientos enológicos da cumplida cuenta la bodega. Un listado interesante por las marcasy por el criterio que preside la selección y la actitud que se observa en el servicio de mesa: las botellas se almacenan en una vistosa bodega climatizada a la vista del público; la temperatura de servicio es la adecuada, y las copas y decantadores, más que correctos. En la relación figuran vinos dulces por copas para el aperitivo y los postres; champañas y cavas poco frecuentes, y vinos blancos y tintos españoles y de prestigiosas zonas del mundo.La casa brinda dos menús interesantes. Uno, de 30 euros (más IVA), incluye cuatro medias raciones y un postre. Por ejemplo, carpaccio de secreto de cerdo ibérico, huevo pochado en manteca, atún rojo con tartar de frutas, carrillada y lengua de ternera guisadas, y peras al vino tinto. El segundo menú, de 48 euros (más IVA), consiste en cinco platosy dos postres. En cuanto a los dulces, que no son lo mejor de la casa, también presentan altibajos. Merecen la pena los pestiños sobre helado de miel, el brownie blancoy el chocolate frío y caliente. En cambio, desmerecen las peras al vino con helado. Lo mismo que el café, imbebible, impropio de unlugar semejante. O el pan,bastante mediocre.
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