La gran prueba de Carla
La Manhattan School of Music realiza una audición por videoconferencia a una violinista madrileña de nueve años
A sus padres no les gusta que la llamen "niña prodigio", pero reconocen que "es prodigiosa". Carla Marrero, madrileña hija de canarios, tiene nueve años y es ya una reconocida violinista. Tuvo su primer violín a los 18 meses y desde los cinco años estudia con el profesor ruso Serguéi Fatkouline. Ha tocado con destacadas orquestas y en escenarios como el Teatro Real. En Valencia fue escuchada por el músico y director de orquesta israelí Pinchas Zukerman. Profesor de un programa especial para jóvenes talentos, le contó su impresión a sus colegas de la Manhattan School of Music y el resultado ha sido una audición para probar las habilidades de la niña. La violinista Patinka Kopec escuchó ayer a Carla, pero no en persona, sino por videoconferencia, método habitual de esa escuela para el fichaje de alumnos extranjeros. Una webcam, una pantalla y unos sensibles altavoces propiciaron el viaje sonoro de Madrid a Nueva York en la sede de la empresa Polycom.
La escuela neoyorquina tendrá que hacer una excepción: admite a músicos a partir de 12 años, y Carla sólo tiene 9. Si la admiten, encontrará a otros españoles: una chica de Madrid y un chico de Málaga. Piezas de Bach, Massenet y Vivaldi, interpretadas con verdadera pasión con un pequeño violín del siglo XVII, arrancaron exclamaciones de admiración de Kopec, quien habló en alemán con la pequeña instrumentista (que estudia por libre en el Colegio Suizo de Madrid). "Practico cuatro horas al día", contó Carla.
El sí de Manhattan aún no se sabe. "Hay que tomar muchas decisiones, aunque está claro que tiene mucho talento", confesó Kopek, para satisfacción de los padres de Carla, que sufrieron más nervios que su hija. La madre, Dunia Martínez, es soprano y pianista. El padre, Gonzalo Marrero, está centrado en la carrera de la niña ("no queremos asfixiarla con conciertos") y controla su web, www.carlamarrero.com
"Ha sido duro, pero estoy contenta", dijo la cría al terminar la audición. "¿La ves? Es una niña como cualquier otra", comentaba su padre. Tras soltar el violín y respirar hondo un rato, Carla dejó el lugar saltando y estrujando una bolita del mundo de goma antiestrés.
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