Menores de conductas escurridizas
En Euskadi hay 1.546 jóvenes tutelados por las diputaciones - Sólo unos pocos son conflictivos, pero instituciones y educadores reconocen que se sienten impotentes para integrarlos en la sociedad
Su nombre ficticio es Mario, tiene 14 años y todavía no hace ni 48 horas que fue devuelto al Centro Zabaloetxe de Loiu (Vizcaya), de donde se había fugado. Cuando se le pregunta por qué, responde: "He pasado por tres hogares y hace año y medio me trajeron aquí. Todo por problemas familiares. Y esto no es mejor que lo que tenía en casa". Mario estudia carpintería en un CIP (Centro de Iniciación Profesional), pero falta a clase, se salta las normas del internado, no siente respeto por ninguna autoridad y lleva años dando bandazos. "Mi tutela la tiene la Diputación". ¿Por qué? "Por nada, por problemas familiares", responde.
Se reserva para sí los detalles. Pero no hacen falta cuando se trata de ilustrar una realidad, la de los menores con problemas de conducta, ante los que instituciones y educadores vascos reconocen sentirse impotentes. El asunto saltó a las portadas de los periódicos hace cuatro meses y medio, por un dramático suceso. Ocurrió en Santurtzi (Vizcaya).
Muchos son víctimas de su pasado: han crecido sin cariño y han sufrido malos tratos
Ekaitz, de 16 años, consumido por los celos, mató a su ex novia Ana María, de la misma edad, a su amiga Sandra, de 17, e hirió de gravedad a Javier, de 20, al incendiar el cobertizo en el que se encontraban. Ana María, como Ekaitz, igual que Mario, era lo que los expertos llaman una adolescente con problemas conductuales, según el testimonio de quienes le conocían: abandonó el pasado verano su domicilio familiar, pasó por un centro de la Diputación de Vizcaya y luego, durante una época, vivió en una familia de acogida. Pero no por mucho tiempo, porque la madre adoptiva se sintió incapaz de lidiar con ella y pidió el cese del acogimiento. Ana María regresó a la residencia y se fugó. Cuando murió, la Ertzaintza la buscaba.
En Euskadi hay 1.546 menores tutelados por las Diputaciones (244 en Álava, 326 en Guipúzcoa y 976 en Vizcaya), alrededor del 46% en acogimiento familiar -tanto en familias propias como ajenas- y un 54% en residencias forales. "Los problemáticos son pocos en número", explica Iñigo Pombo, director de Infancia y Juventud de la Diputación vizcaína. "Lo que pasa es que llaman la atención de la prensa. En todo caso, es un tema que nos preocupa. Un solo menor conflictivo puede acabar con la armonía de todo un piso... Es un problema de muy difícil abordaje", reconoce. "Estamos diseñando nuevas fórmulas, porque hay menores con los que no funcionan las estrategias integradoras y tampoco han cometido delitos" como para ser recluidos. Y aunque lo hayan hecho, coinciden los educadores, con la Ley del Menor en la mano, "la policía y los jueces tienen muy poco margen de actuación".
Como los menores de 18 años no pueden ingresar en prisión, sólo hay espacio para las medidas educativas en centros de internamiento. "Y hay veces que no sirven para nada", dicen. En medio del silencio que rodea este asunto -ni asociaciones ni educadores hablan por "proteger a los menores", por "miedo a perder las subvenciones" o simplemente "por código deontológico"-, los responsables de algunos centros explican, sin dar su nombre, que estos niños separados de sus padres biológicos, son víctimas de su pasado, que vienen de familias desestructuradas, que en ocasiones han sido víctimas de malos tratos, que han crecido sin cariño. "Si un adolescente se rebela contra las normas, no digamos ya estos críos, que en cierta forma son supervivientes".
Lo dice una psicóloga que trabaja en una de las zonas más conflictivas de Bilbao, en el entorno de San Francisco. "He asistido a menores con historias dramáticas. Ahora, también tengo que decir que hay algunos terribles. Conozco a más de un educador que no ha podido con ellos, y ha abandonado por agresiones y amenazas".
Los expertos coinciden en que el problema es más acusado en Vizcaya. Por una cuestión demográfica. Pero también porque en Álava y en Guipúzcoa "no hay San Franciscos ni Margen Izquierda y porque el fenómeno de la inmigración se da más en Bilbao".
En Zabaloetxe, una vez cerrado el centro de Orduña tras un episodio de violencia, residen un buen número de estos menores extranjeros. "Cuando lo abrieron tuvimos problemas", relata un taxista. "Los marroquíes atracaron a varios compañeros y la Ertzaintza decía que no podía hacer nada. Pagaron los religiosos del centro y tengo entendido que se lo descontaron de su asignación". Hace cuatro años se vivió allí una revuelta que se ve lejana. Pero los pequeños conflictos subsisten allí y en otros centros. Chavales como Mario siguen escapándose. ¿Por qué? "Esto no es mejor que lo que tenía en casa".
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