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Reportaje:

El dinero negro no está de luto

La muerte de Raniero III reabre el debate sobre la opacidad del sistema financiero del Principado de Mónaco

El príncipe Alberto de Mónaco, ya oficialmente Alberto II, no asistirá a los funerales del papa Juan Pablo II. Su gabinete hizo ayer pública una nota en la que anunciaba que, "sin posibilidad de desplazarse en persona a Roma", el príncipe ha encargado al ministro de Estado, Patrick Leclercq, representarle en los funerales. Por el momento, Alberto mantiene un silencio absoluto, al igual que todos los miembros de la familia Grimaldi, que no han sido vistos desde que hace más de una semana acudieran al centro hospitalario donde agonizaba el príncipe Raniero. Leclercq, sin embargo, sí que ha hablado, obligado a salir en defensa de la limpieza del dinero que se oculta en las más de 350.000 cuentas bancarias.

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Ayer, en la explanada de palacio donde se realiza el cambio de guardia, los turistas y curiosos pudieron ver pasar un vehículo todoterreno de gran tamaño con los cristales ahumados, en cuyo frontal la marca de fábrica había sido sustituida por el escudo monegasco. Eso fue todo. Fuentes oficiales del Principado indicaron que Alberto estaba muy ocupado en organizar los funerales, que se celebrarán el día 15, y en responder a la "avalancha de condolencias recibidas del mundo entero".

El casino reabrió ayer, igual que los comercios. Tan sólo volverá a cerrar, al igual que todo Mónaco, el día del funeral. La vida recuperó la normalidad, que de hecho, nunca perdió, pero el luto se hizo presente, además de en los escaparates, a través de la presencia en las calles de numerosos personajes vestidos de negro; los funcionarios de la Administración del Principado, mayoritariamente franceses, que deberán vestir de esta guisa durante los próximos 30 días. Monegascos, residentes, turistas y periodistas esperan que el nuevo soberano comparezca y pronuncie algunas palabras. Pero de momento, no parece que vaya a hacerlo.

El ministro de Estado, Patrick Leclercq ha salido al paso de las acusaciones sobre la falta de transparencia del sistema bancario monegasco y la permisividad ante el blanqueo de dinero que la muerte de Raniero ha vuelto a colocar, no sólo en los medios de comunicación, sino entre la judicatura y la clase política francesa.

Charles Duchaine, que fuera juez instructor francés en Mónaco entre 1995 y 1999, aseguró ayer en el diario Le Parisien que el Principado "no tiene apenas nada que vender salvo la confidencialidad bancaria" y que la muerte de Raniero "no cambiará ni las instituciones ni el sistema que aportan mucho dinero al Principado". Por su parte, el diputado socialista francés Arnaud Montebourg, que junto a Vincent Peillon redactó en 2002 el informe sobre el blanqueo de dinero en Mónaco por encargo de la Asamblea Nacional, pidió al nuevo soberano que afronte "la pesada tarea" de instaurar en el sistema financiero monegasco las normas internacionales en materia de lucha contra "el lavado de dinero".

Mónaco -donde hay 340.000 cuentas corrientes y 32.000 habitantes- figura en la lista de paraísos fiscales opacos de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico. En 2003, se registraron 254 transacciones sospechosas, pero sólo 20 fueron trasladadas a los tribunales, que únicamente en seis casos han abierto un sumario. Según el juez Duchaine, todo esto se realiza con la "complacencia" de Francia.

El informe de los diputados Montebourg y Peillon no fue votado en la Asamblea Nacional por la oposición del partido del presidente, Jacques Chirac. Según el primero, el partido gobernante "ha utilizado Mónaco como una caja negra". Chirac y su esposa, Bernadette, asistirán al funeral de Raniero.

Decenas de velas rinden homenaje póstumo a Raniero en la capilla de la Santa Devota de Mónaco.
Decenas de velas rinden homenaje póstumo a Raniero en la capilla de la Santa Devota de Mónaco.ASSOCIATED PRESS

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