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Los tres edificios que albergarán el sincrotrón adoptarán la forma de una gran caracola

La construcción del generador de luz de Cerdanyola empezará el año próximo

Lluís Pellicer

Un edificio integrado en el territorio, original y sostenible. Son los ejes básicos del proyecto que ha elegido la empresa de ingeniería y arquitectura Master para erigir la construcción que albergará las instalaciones del sincrotrón, el generador de luz especial que entrará en funcionamiento en el año 2009 en Cerdanyola del Vallès. De la construcción sobresale su cubierta metálica, inspirada en la forma de una caracola y compuesta por grandes gajos solapados entre sí. El laboratorio, que empezará a construirse en 2006, supondrá una inversión de 164 millones de euros.

El Consorcio para la Explotación del Sincrotrón y Master, la empresa que construirá las instalaciones, presentaron ayer el proyecto de la construcción que albergará toda la infraestructura necesaria para el funcionamiento del sincrotrón, un acelerador de partículas que produce una luz muy pura, capaz de penetrar en la materia, que constituye una herramienta fundamental para el análisis de moléculas.

La construcción, que ocupará 22.870 metros cuadrados, se levantará en una parcela de 61.185 metros cuadrados ubicada en el Centro Direccional de Cerdanyola del Vallès. "Adoptará la forma de una caracola integrada en el terreno, como si se tratara de una concha clavada en la arena", explicó de forma gráfica el arquitecto responsable del proyecto, Eduardo Talón. "Como el terreno hace pendiente, la cara norte será subterránea", agregó.

El centro se divide en tres edificios, distribuidos en función de las tareas que se desempeñarán en cada uno de ellos. En el mayor de los tres, situado en la parte central de la construcción, estará la sala de experimentación, en la que se instalarán el anillo de luz, varias áreas de investigación y servicios, y un centro de control. El edificio, un espacio circular de unos 120 metros de diámetro, tendrá dos niveles y un patio central.

Los servicios técnicos estarán en un subterráneo y cubiertos por una zona ajardinada, y dispondrán de almacenes, depósitos, talleres y centrales de producción de energía eléctrica y térmica. El tercer edificio, de tres plantas, albergará las oficinas de administración y las salas dedicadas a actividades de formación del personal y actos públicos.

El aspecto más característico de la construcción es la cubierta de aluminio, formada por grandes gajos que evocan la forma de una caracola. "Las placas se solapan entre sí, lo cual permite la entrada de la luz natural, pero impide la insolación directa, puesto que el interior debe mantenerse a una temperatura de 23 grados", expuso Talón.

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Los arquitectos explicaron que el proyecto está diseñado a partir de una concepción modular, lo cual permitirá ampliarlo en 2.225 metros cuadrados en una segunda fase de construcción "sin que se pierda la coherencia arquitectónica". Se empezará a edificar el año que viene y se calcula que, como mínimo, la vida útil del edificio se prolongará hasta el año 2033.

Los arquitectos hicieron ayer hincapié en las medidas de control ambiental que prevé el proyecto. "Primero se ha procurado integrar la arquitectura con el paisaje, pero luego se han planeado otras medidas activas", aseguró Talón. Por ejemplo, el complejo dispondrá de un sistema de recogida y almacenamiento selectivo de residuos, se usarán materiales prefabricados y reciclables, y se instalarán placas fotovoltaicas en una de las fachadas.

La propuesta de la empresa fue elegida por el consorcio en un concurso en el que participaron 16 sociedades de todo el mundo. La empresa a la que se ha adjudicado el proyecto, sostuvieron sus arquitectos, ha contado con la colaboración de varias compañías suizas que participaron en la construcción del sincrotrón de Villingen (Suiza) y se visitaron las instalaciones del laboratorio de luz de Grenoble (Francia).

El consorcio calcula que el sincrotrón generará 266 millones de euros sobre la producción y 140 millones sobre el valor añadido. Además, creará 463 empleos cada año.

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Sobre la firma

Lluís Pellicer
Es jefe de sección de Nacional de EL PAÍS. Antes fue jefe de Economía, corresponsal en Bruselas y redactor en Barcelona. Ha cubierto la crisis inmobiliaria de 2008, las reuniones del BCE y las cumbres del FMI. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.

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